Palacio de Hierro de Orizaba

Claro ejemplo de la arquitectura monumental que caracterizó al México del porfiriato.

Por: Yolo Camotes

Sin duda alguna el porfiriato fue una de las épocas de mayor esplendor de México, no solo por la modernidad y la industrialización, sino por el desarrollo arquitectónico que alcanzó su más alto nivel con obras monumentales que hasta nuestros días nos siguen maravillando.

Esta época de esplendor se vivió entre 1876 y 1911, luego que el gobierno porfirista apostó por las grandes obras en casas, comercios, cafés y teatros, convirtiendo a México literalmente en un país de palacios.

Por citar alguna de estas hermosas obras podemos mencionar al Palacio de Bellas Artes en la ciudad de México, el Teatro Juárez en la ciudad de Guanajuato, el Templo Expiatorio en Guadalajara o la antigua Aduana Marítima de Tampico.

Para desarrollar estas imponentes obras, México recurrió a talentosos arquitectos franceses, belgas, italianos, ingleses y estadounidenses, que, bajo las corrientes del modernismo y el romanticismo, dejaron huella de Europa en México.

Se destacan arquitectos de la talla de Adamo Boari, Emile Bernard, Maxime Roising, Silvio Contri, Ernest Brunel, así como también arquitectos mexicanos como: Manuel Ortiz Monasterio, Bernardo Calderón, Ignacio Marquina y Federico Mariscal.

Los más destacados sin duda fueron Antonio Rivas Mercado y Emilio Dondé.

EL PALACIO DE HIERRO

Una de las más bellas construcciones de esa época es sin duda el Palacio de Hierro en Orizaba, Veracruz, considerado el máximo exponente del art nouveau en México, además de ser el único palacio metálico del planeta.

La obra fue diseñada por Alexandre Gustave Eiffel, padre de la famosa torre en París que lleva su nombre.

Fue en 1891, cuando a petición del entonces alcalde Julio M. Velez, se gestionó esta obra para contar con un palacio municipal a la altura de la ciudad.

El propósito era crear un monumento que representara la modernidad y la pujante economía de Orizaba que en ese entonces era la quinta más importante del país.

Por su trascendencia, la ciudad era el punto de reunión de inmigrantes extranjeros que llegaron a probar fama y fortuna, principalmente franceses, suecos, irlandeses e ingleses, españoles, italianos, estadounidenses y alemanes.

La extensa variedad de culturas atrajo una gran diversidad de tendencias europeas a Orizaba.

La iniciativa de don Julio Vélez contó con la aprobación unánime del cabildo. Se decidió que fuese un edificio de fierro por considerarlo de fácil construcción, liviano y al mismo tiempo elegante.

El acuerdo fue tomado el 15 de abril de 1891, y comenzó la construcción en 1892, en los talleres de la Société Anonyme de Folks del Sol, de Bélgica.

Láminas, postes, tornillos, puertas de madera y ornamentos de hierro fundido, fueron importados a nuestro país.

La constructora Belga, se dio la tarea de búsqueda en Europa al mejor arquitecto y el de mayor prestigio, asignando el proyecto al francés Alexander Gustave Eiffel.

Luego de su gran triunfo con la famosa torre en Paris que lleva su nombre, concibió y diseñó un Palacio de Hierro de estructura metálica de piezas totalmente armables.

El presupuesto fue de 245 mil francos de aquella época, cerca de unos 80 mil pesos oro o algo así como 960 millones de pesos al día de hoy.

Para ejecutarlo, se contó con el financiamiento del conocido filántropo don Manuel Carrillo Tablas, quien realizó un préstamo de 60 mil pesos, dado que el gobierno no podía pagar el proyecto.

Cuando Don Porfirio Díaz se enteró de la obra, de inmediato instruyó al Congreso de la Unión para que exentara de todos los derechos de importación al gobierno de Orizaba.

Y así, se emplearon tres barcos de vapor para poder transportar las cargas de Bélgica hasta el puerto de Veracruz.

En tres viajes los barcos transportadores trajeron cemento, ladrillo y las vigas.

La problemática continuó con la llegada de los barcos al tener que almacenar y luego transportar todo el material desde el puerto de Veracruz hasta la ciudad de Orizaba.

El costo extra fue de diez mil pesos más por cada tonelada, esto por el concepto de desembarco y luego la transportación.

Debido a que los gastos eran muchos, no se pudo contratar a personal extranjero de la empresa para su armado, así se empleó constructores mexicanos para su cimentación a cargo de Arturo Boca.

Para su ensamblaje se contrató a Ricardo Segura, ambos hicieron un trabajo que Eifell calificó como de los mejores del mundo.

El lugar donde quedaría el Palacio de Hierro, era un lugar considerado la Plaza de Armas a un costado del entonces Palacio Municipal de Orizaba.

Debido a la solicitud de la sociedad de Orizaba, los árboles que estaban en la Plaza de Armas fueron trasladados a la Alameda de la ciudad.

Para ensamblar la inmensa estructura de dos niveles, se ocuparon 823 mil 222 tornillos.

Pintado en colores ocre y crema, se inauguró como palacio municipal a bombo y platillo el 16 de septiembre de 1894.

Para la inauguración se realizó un solemne acto al que asistieron las autoridades presididas por don Ángel Jiménez jefe político del Campeón de Orizaba, el cual asistió en representación del Presidente Porfirio Díaz.

Acudió Leobardo M. Alcocer en representación del Gobernador del Estado y Ricardo Segura el alcalde de la ciudad.

En esta magna obra destacan: el acero forjado de sus muros, la lámina galvanizada de sus techos, el pino silvestre de sus pisos, el roble de los marcos de sus puertas y ventanas, sus lozas de cerámica, los ornamentos de hierro fundido moldeados artísticamente, el hermoso reloj adornando la torre principal, la vidriería suplementada y moldeada, galerías y balcones en hierro forjado.

Estos singulares conjuntos de piezas convirtieron al palacio municipal en una maravillosa joya arquitectónica única en el mundo.

Después de 97 años de uso, el inmueble fue víctima del olvido y el deterioro hasta hace algunos años que el Gobierno Federal decidió restaurarlo.

El Palacio de Hierro se yergue hoy en día como una de las construcciones más representativas de la época porfiriana y del Art Nouveau en el mundo.

Detrás del Palacio de Hierro se encuentra lo que fue el segundo Palacio Municipal de Orizaba que ahora alberga una galería de arte y una cafetería.

Al lado yace el mercado municipal donde se asegura que se vende de todo un poco.

En la actualidad el Palacio de Hierro está ocupado por oficinas y siete pequeños museos: el de la cerveza, el del fútbol, el de los expresidentes y el de las banderas, raíces de Orizaba e interactivo, geográfico de Orizaba uno, Planetario Rodolfo Neri Vela.

Entre las anécdotas que circulan alrededor de esta construcción, se dice que a finales del siglo 19, en frente del Palacio de Hierro, había un almacén de ropa que se le conocía como la tienda del Palacio de Hierro, pues se utilizaba esta construcción como una referencia.

Un sismo derrumbó el almacén y sus dueños que eran franceses se fueron a radicar a la Ciudad de México en donde establecieron los famosos almacenes que llevan hasta el día de hoy su nombre.

Así, quienes sueñan con ir a Europa para disfrutar de su arquitectura y del aire romántico que emana, pueden visitar Orizaba donde tenemos un pedacito de la auténtica esencia parisina.

La conservación de este Palacio es un loable ejemplo que es necesario que continuemos en todo el país.

Permitamos entonces que las próximas generaciones disfruten el presente y forjen en el futuro alrededor de estas joyas arquitectónicas.

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