Saramago y las causas perdidas

Por: Agencia

Saramago murió una mañana de junio del año 2010. Cursaba yo mi primer año de carrera en la Facultad de Filosofía y Letras que se puso pronto de luto con la noticia: Uno de los mejores escritores de literatura latinoamericana había muerto. “Todos los buenos se están yendo” dijo una maestra “me preguntó quién va a escribir bien ahora” Y todos nos quedamos pensando, en la enorme responsabilidad que quedaba en nosotros como estudiantes de Letras.

Una de mis maestras lo conoció por alguna razón, entonces yo sentía en parte que lo conocía, que había hablado con él alguna vez. Siempre he pensado que uno se llena de conversaciones ajenas. Esta maestra tuvo el placer de llevarlo a Monterrey y sentarse a charlar con él. Y yo la veía a ella con admiración, pensando en lo lejos que había llegado Saramago; llegó hasta mí, que tenía apenas 18 años y sólo había leído algunos cuentos de él.

Saramago murió una mañana de junio del año 2010.

Ese verano del 2010 leí dos de sus novelas más reconocidas: “El evangelio según Jesucristo” y “Caín” las dos me tomaron por sorpresa, primero por cómo estaban escritas, y también por su contenido. Sólo alguien como Saramago se puede tomar la libertad de escribir así y sobre eso.

La periodista Trinidad de León Sotelo escribió sobre Saramago al recibir el premio Nobel:

“Hay que decirle gracias. Agradecerle su obra y su modo de entender la vida, porque, además, la una sin el otro no existirían.”

Tenía 87 años cuando murió, rodeado de su familia. Dicen que estaba sereno y que hasta tuvo la oportunidad de despedirse. Murió en Lanzarote, Islas Canarias en el pueblo de Tías, a donde se había mudado desde 1995. Su muerte fue a causa a consecuencia de un fallo en varios órganos.

A Saramago: “Hay que decirle gracias. Agradecerle su obra y su modo de entender la vida, porque, además, la una sin el otro no existirían.”

José Saramago nació el 16 de noviembre de 1922 en Azinhaga, una aldea de Ribatejo (Portugal), Cuando tenía dos años, su familia se trasladó a Lisboa, pero nunca rompió sus lazos con Azinhaga.

A pesar de ser un alumno destacado, dejó la secundaria para poder trabajar y apoyar a su familia que tenía problemas económicos. Antes de dedicarse de lleno a la literatura y de convertirse en uno de los mejores novelistas del siglo XX, Saramago trabajó en oficios como los de cerrajero, mecánico, editor y periodista. Fue director adjunto del «Diario de Noticias», de Lisboa..

Como él mismo lo confesó, se dedicó a la literatura porque no le gustaba el mundo donde le tocó vivir. Sus novelas encierran reflexiones sobre algunos de los principales problemas del ser humano; Saramago relata un mundo desolado y amargo, y todo esto replantea la vida del lector, lo estremecen y conmueven.

Hace 9 años el mundo lloró su partida, lloró la muerte de uno de los escritores más grandes del Siglo XX. Hoy día se llora su recuerdo, sus novelas, pero todavía más, su postura hacia la vida. En tiempo en los que es tan necesario reconocer la humanidad del ser y convertirlo en algo útil.

Algunos años antes de su muerte Saramago escribió en su diario que era urgente que el ser humano se reconcilia con la filosofía el regreso a la filosofía es urgente desde el momento en que usamos nuestro cerebro de manera en exceso disciplinada, pensando sólo lo que hay que pensar, lo que se nos permite pensar.

Sobre la literatura, el autor dijo también que la novela -a la que no hay que alimentar nunca con los hechos de la propia vida del escritor, sino sólo de la experiencia-, ha dejado de ser un género para convertirse en un espacio literario al que le convendría abrirse a la reflexión en materia del arte, la filosofía o el ensayo, entre otros terrenos.

Estos pensamientos son el mejor legado que como escritor pudo dejar.

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