Sor Juana Inés; el Fénix de América

La primera gran feminista, una de las figuras literarias más importantes de habla hispana hasta nuestros días.

Por: Yolo Camotes

Sor Juana Inés de la Cruz, es considerada la primera gran poeta hispanoamericana y una de las figuras literarias hispánicas más importantes; ella escribió siguiendo el complejo estilo de los grandes maestros del siglo de oro español, produciendo algunos de los sonetos más bellos en el idioma, además fue una excelente dramaturga.

Para muchos, la figura de Sor Juana es sólo una mujer que aparece en los billetes mexicanos de 200 pesos, pero Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, es mucho más.

Conocida como Sor Juana Inés de la Cruz, nació en San Miguel Nepantla en México el 12 de noviembre de 1651, o en 1648, de acuerdo a algunas fuentes.

Fue una religiosa católica, poeta y dramaturga novo hispana, por la importancia de su obra, recibió los sobrenombres del “Fénix de América” y “La Décima Musa”.

Existe controversia sobre sobre su apellido paterno, que puede deberse a la falta de claridad en las reglas de escritura del español del siglo de oro.

Se le considera hija ilegítima de la criolla Isabel Ramírez de Santillana y su padre Pedro Manuel de Asbaje y Vargas, militar español de Vergara en la provincia Vasca.

Juana aprendió náhuatl con sus vecinos, asimismo aprendió a leer y escribir a los tres años de edad al tomar las lecciones con su hermana mayor a escondidas de su madre.

Descubrió la biblioteca de su abuelo y así se aficionó por los libros, aprendió todo cuanto era conocido en su época, es decir, leyó los clásicos griegos y romanos y la teología del momento.

La niña Juana deseosa de aprender, le propuso a su madre disfrazarse de hombre para asistir a la universidad, según ella mismo escribió.

Fue enviada a vivir con unos tíos a la Ciudad de México, quienes le hicieron entrar en la Corte Virreinal Novohispana.

De este tiempo existen muy pocos datos biográficos, aunque se sabe que fue dama de la virreina, la Marquesa de Mancera.

Durante esta época ya escribía poemas cortesanos, la asombrosa inteligencia de la jovencita, maravillaba todos, al grado que el Virrey no podía creer en la capacidad de Juana, así que decidió reunir a cuarenta sabios para que la interrogaran y a todos contestó con inteligencia.

De esta manera, terminó llamando la atención del Padre de Núñez de Miranda, confesando a los Virreyes que al saber qué la joven Juana no deseaba casarse, le propuso ingresar en una orden religiosa.

Aprendió latín en 20 lecciones, después de un intento fallido con las Carmelitas, cuya regla era de una rigidez tan extrema, ingresó a la orden de las Jerónimas, donde la disciplina era algo más relajada y tiene una celda de dos pisos y sirvientas.

Su celda, sería el punto de convergencia de poetas, intelectuales y curiosos, que, en un desfile sin fin, presenciaron la increíble figura de esta mujer, ahí pasó la vida escribiendo versos sacros y profanos, tratados filosóficos, villancicos para festividades religiosas, autos sacramentales y dos comedias, así como una extensa obra de diversa índole.

También sirvió como administradora del convento, con buen tino y realizó experimentos científicos. Su biblioteca llegó en la nada despreciable cifra de 300 libros, una cantidad incalculable si entendemos que la imprenta no tenía mucho tiempo de haber sido popularizada.

Su confesor el Jesuita Antonio Núñez de Miranda le reprochaba que se ocupará tanto de temas mundanos, lo que, junto con el frecuente contacto con las más altas personalidades de la época, desencadenó la ira de este, principalmente después de que Sor Juana fuese elegida para realizar un arco triunfal en honor a los recién llegados Virreyes.

Bajo la protección del entonces Virreina, Marquesa de la Laguna, decidió rechazarlo como confesor.

Sor Juana se vio involucrada en una disputa teológica en 1690, en su carta atenagórica hacía una dura crítica al sermón del mandato del afamado jesuita portugués Antonio Vieira sobre las finanzas de Cristo.

Esta situación, sería el principio del fin de la libertad intelectual de sor Juana, ya que este sermón había sido publicado por el Obispo de Puebla Manuel Fernández de Santa Cruz, quien lo difundió bajo el seudónimo de Sor Filotea, recomendándole a Sor Juana que dejara de dedicarse a las humanas letras y se dedicasen cambio a las divinas, de las cuales según el Obispo de Puebla sacaría mayor provecho.

En las respuestas Sor Flotea de la Cruz, Sor Juana Inés de la Cruz hace una encendida defensa de su labor intelectual en la que le reclamaba el derecho de las mujeres al acceso al conocimiento, repite en varias ocasiones, que ella no sabe nada, que es ignorante, pero para explicar lo anterior cita y dice cosas muy intelectuales que contradicen lo que acaba de afirmar.

“¿Cómo voy yo a saber con sólo cuatro bachilleratos?”, parece en ocasiones contradecirse para lograr su objetivo. Habla de que el estudio no le pertenece a la mujer, pero al mismo tiempo precisa con pensamientos filosóficos y científicos que se producen en la cocina.

La respuesta, es además una bellísima muestra en prosa poética a través de la cual se pueden concretar muchos de los rasgos personales de la industria religiosa, pero la crítica del Obispo de Puebla la afectaría a la postre profundamente.

Poco después de esta réplica, ella dejaría de escribir, algunos dicen que fue debido a que comenzó a poner más atención y dedicación a las cuestiones sobrenaturales y a una entrega mística a Jesucristo, en cambio, otros y a sabiendas de la personalidad de Sor Juana, han visto en cambio una conspiración misógina tramada en su contra, tras la cual, fue condenada a dejar de escribir y se lo obligó a cumplir lo que las autoridades eclesiásticas consideraban las tareas apropiadas de una monja.

Hasta la fecha, no han existido datos concluyentes, pero si se ha avanzado en investigaciones donde se ha descubierto la polémica que causó la Carta Tenagórica, lo cierto es que llamó a Núñez de Miranda para que asistiese otra vez y poco antes de su muerte, fue obligada por su confesor a deshacerse de su inmensa biblioteca y su colección de instrumentos musicales y científicos, los cuales se vendieron para ayudar a los pobres.

Y así, una mañana cuando apenas salía el sol, entregaría su única posición, su último aliento de vida, muriendo por una epidemia de tifus el 17 de abril de 1695.

Entre sus obras, se encuentran poemas galantes, poemas de ocasión para regalos y cumpleaños de sus amigos, poemas de vestíbulo sobre pies o consonancias sufridos por otros, letras para cantares en diversas celebraciones, como los villancicos para ser cantados en las iglesias, entre los cuales se intercaló una forma lírica de su invención llamada Tocotín, el cual se caracteriza por tener pasajes en náhuatl.

Entre estos villancicos destacan también los cantares negros. Escribió por encargo de la corte de Madrid, tres autos sacramentales, cuyas loas hablan sobre el descubrimiento, la conquista y la evangelización de América.

Entre ellos destaca “El Divino Narciso”, nombrado así, en alusión a los autos de Pedro Calderón de la Barca, en este, Sor Juana presenta la caída y la redención del género humano por medio del sacrificio de Jesucristo que permanece en la Ostia para salvar a sus hijos, una y otra vez mediante una alegoría mítica. Narciso es el Dios creador y Jesús salvador.

La naturaleza humana es el reflejo de Narciso, representa a la humanidad y finalmente eco simboliza el demonio, aquí Sor Juana retoma recursos del teatro de Pedro Calderón de la Barca y las usa para crear pasajes líricos de gran hermosura.

Escribió además dos comedias, “Los empeños de una casa para una fiesta palaciega” y que hasta la fecha es quizás su obra más conocida y “Amor es más laberinto”, escrita junto con don Juan de Guevara, a sí mismo, se le atribuido la autoría de un posible final de la comedia de Salazar y Torres, La Segunda Celestina, basándose en un pasaje de los empeños de una casa.

En la década de los años noventas del siglo 20, el autor y crítico mexicano Guillermo Schmidhuber encontró una hoja suelta que contenía un final diferente al que se conocía, propuso que esas mil líneas eran de Sor Juana.

Algunos sorjuanistas han aceptado la autoría de Sor Juana, entre ellos Octavio Paz y Georgina Sabat de Rivers, en tanto que otros como Antonio Alatorre y José Pascual Buxó la han refutado.

Según ella, casi todo lo que había escrito, lo había hecho por encargo y la única cosa que escribió por gusto propio es un poema filosófico llamado “Primero sueño”, llamado, así como una manifestación de su admiración a Luis de Góngora y Argote y sus soledades.

Se trata de varios cientos de versos con forma de silva, a propósito del ansia de saber, el valor del pensamiento y su consecuente trágica caída.

Asimismo, tiene pasajes líricos de gran descripción como el inicial, que usa más de 100 versos para narrar la caída de la noche, el sueño de los seres, así como el gran colorido de la parte final, donde se escribe el triunfo del sol sobre la noche.

Se trata quizá del último gran poema barroco, además de estas obras, Sor Juana también escribió por encargo de la Virreina de Paredes unos poemas que probaban el ingenio de sus lectores conocidos como enigmas para un grupo de monjas portuguesas aficionados a la lectura y el conocimiento, y grandes admiradoras de la obra de Sor Juana.

Intercambiaban cartas entre sí mismas y formaron una sociedad a la que le dieron el nombre de: Casa del Placer, las copias manuscritas que hicieron estas monjas de la obra de Sor Juana, fueron redescubiertas recientemente por Antonio Latorre en la biblioteca de Lisboa.

Sor Juana también escribió un tratado de música llamado “El Caracol”, que no ha sido encontrado, barroca hasta lo más profundo de su alma, Sor Juana era muy dada a verbalizar sustantivos y a sustantivar verbos, acumular tres adjetivos sobre un mismo sustantivo y repartirlos por toda la oración y otras libertades gramáticas que estaban de moda en su tiempo, por ello, y porque también le gustaba mucho hacerlo.

Su lectura puede a veces llegar a ser complicada para el ciudadano común sin previa preparación, pues a ella le gustaba hacer referencias mitológicas, por lo que se recomienda empaparse un poco de mitología para así poder disfrutarla mejor.

Sor Juana enfatiza que la educación es la salida del yugo opresor, ya que durante la época colonial existían tres centros de poder, la iglesia católica, la corte y la universidad, estos tres centros de poder eran también grandes centros culturales, pero el problema más grande que dispone Sor Juana es que estos centros son principalmente centros de poder y conocimiento masculino.

La mujer, está destinada a escoger entre el convento o el matrimonio, a Sor Juana le interesaba mostrar que las mujeres pueden servir de la misma manera que los hombres.

La voz y las ideas de Sor Juana se silenciaron casi por completo por varios siglos, y no fue sino hasta el siglo 20 que muchas escritoras comenzaron a revivir sus ideas y a emplearlas como ejemplo y a citarlas en sus versos y frases.

La idea de la educación como medio de salida o libertad que empleaba Sor Juana es un tema que la sociedad contemporánea ha abrazado hoy en día, Sor Juana, en su obra “Hombres Necios”, ataca el género masculino de una manera sorprendentemente directa, defiende la posición de la mujer, argumentando que ella no puede desarrollarse libremente como individuo y que el hombre la anula con argumentos como: “si son atrevidas, si son muy bajas, si son buenas o son tontas”.

Sor Juana, se quejan de la hipocresía y el doble estándar de la época, básicamente, resalta el descaro y la doble cara al exigir a la mujer decencia y pureza, cuando al mismo tiempo el hombre persigue a la mujer intentando hacerla caer en lo más bajo. “Y después se quejan, porque ella no obra bien”.

Sor Juana se queja en el hombre, pero no se limita a la queja, ella también lanza dardos, ataca y se podría decir, le deja ciertas ideas pedagógicas para que él medite y comprenda que lo que está haciendo no tiene sentido y es incorrecto, con frases como: ¿quién peca más, la que peca por la paga, o el que paga por pecar?

De mirada penetrante y autoritaria, rostro activo, su esbelta figura se imponía con poderío y elegancia, dama de natural belleza a una edad en la que naturaleza femenina difícilmente se puede mejorar.

Su ser por el saber, su curiosidad por el conocimiento, su reto siempre constante contra la ignorancia y al patrón de sumisión social de aquella época, la convirtieron en una compañía poco recomendable a los ojos de aquellos que detentaron el poder.

Con ella, el barroco literario alcanzó su máximo esplendor, al tiempo que introdujo elementos narrativos que anticipaban a los poetas de la Ilustración del siglo 18, su obra póstuma, El Fénix de México, anticipa o lega la visión de lucidez de un pensamiento desbordante, atrevido, osado y valiente, no apto para un tiempo de ciegos y sordos.

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