El último adiós a doña Juanita, madre marcada por la tragedia y el amor de un hijo que nunca la dejó sola
Por: Carolina Salomón
Eran las 5:00 de la tarde. El cuerpo de doña Juanita Diamantina Piña, de 90 años, yacía en un féretro modesto. Sin flores ni coronas, pero rodeada del único amor que nunca le falló: el de su hijo más fiel, Juan Manuel.
Ahí estaba él, con 64 años, sin despegarse un segundo de ella. Durante más de 32 años no se separó de su madre, y en sus últimos días fue su único refugio. En la capilla de la CTM, en la Zona Centro de Monclova, el silencio pesaba más que el calor de la tarde. Solo algunos familiares lejanos, su hermano Roberto Aguilar, la nuera Rita López, y él, Juan Manuel, se encontraban presentes.
Doña Juanita tuvo cinco hijos: José Luis, Roberto, Juan Antonio, Leticia —víctima de feminicidio— y Juan Manuel. De todos, fue Juan quien la acompañó hasta su último aliento. Su semblante cambió para siempre el pasado 23 de mayo, cuando él y su madre fueron testigos del asesinato de Leticia, apuñalada por su ex pareja, Cirilio de la Cruz, frente al Banco del Bienestar, en plena vía pública. El agresor se quitó la vida en el lugar.
Ese día, algo dentro de doña Juanita se rompió. La tristeza la consumió. Cayó en una depresión profunda, dejó de comer, dejó de beber. Fue hospitalizada en el Amparo Pape de Benavides, y aunque fue dada de alta, los médicos ya no le dieron esperanza.
Este jueves, a las 6:30 de la mañana, falleció en su humilde hogar de la calle Matamoros 1105, en la colonia El Pueblo. Juan Manuel estaba a su lado, sosteniéndole la mano.
Durante el velorio, apenas murmuró:
—"Era buena mujer... mi madre era buena mujer".
No hicieron falta más palabras. Bastó con el recuerdo de una madre que fue todo, y de un hijo que nunca la dejó sola.
La ausencia de los hijos de Leticia fue notoria. Solo estaban Roberto, Rita, Juan Manuel y una sobrina. Ellos fueron testigos de un amor incondicional, de una pérdida dolorosa, de una tragedia que ha marcado para siempre a esta familia.