"Viajabas peor que un migrante"

Denunció Gloria Herrera, una comerciante que relató su experiencia, las condiciones inhumanas que los exponían la línea de transporte.

Por: Carolina Salomón

"En Rivera Tours no era un viaje de compras, era jugarse la vida, viajabas peor que un migrante": denunció Gloria Herrera, una comerciante que relató su experiencia, las condiciones inhumanas y situaciones peligrosas a las que los exponían los choferes en estos viajes de compras hacia la ciudad de México.

A pesar de que el costo del viaje redondo era de 2 mil 150 pesos igual al de otras agencias que hasta les garantizaban un mejor servicio, la velocidad de las unidades de Rivera Tours y el tiempo tan corto que hacían en cada uno de sus recorridos "engrió" a los comerciantes.  

La comerciante con años de experiencia en viajes de compras, relata lo que ella y muchos otros vivieron al abordar las unidades de esta línea originaria de Monterrey.

"Era peor que viajar como migrante. Sin paradas, sin asientos, con ventanas que no se podían abrir y montones de bolsas de mercancía por todos lados", recuerda.

Los viajes, normalmente de lunes a miércoles, consistían en largas jornadas de ocho horas o más, encerrados en camiones que en ocasiones ni siquiera contaban con asientos completos.

"Hace como un año, subí y solo había cuatro asientos, el resto del camión iba vacío, sin nada. El chofer me dijo que todos tenían que ir acostados. Yo exigí mi asiento, porque lo había pagado", narra.

Además de la precariedad, la inseguridad era constante pues los choferes manejaban a exceso de velocidad, muchas veces sin dormir durante días, sobre todo en temporada alta como diciembre.

"En esas fechas llegábamos antes que cualquier otra unidad, a veces a las 2 o 3 de la mañana a Chiconcuac. Por eso muchos preferían esta línea, porque les permitía llegar primero y escoger lo mejor del mercado. Pero el costo era demasiado alto: nuestra seguridad".

Gloria, conocida entre los pasajeros como "doña Gloria" por sus constantes reclamos, asegura que siempre alzaba la voz cuando notaba que el chofer iba demasiado rápido o no había descansado.

"Les dábamos café para que aguantaran, pero eso no era suficiente. Llegábamos y lo dejábamos dormir un rato, pero todo el viaje era un riesgo constante".

Uno de los incidentes que más la marcó fue cuando quedaron varados durante seis o siete horas en carretera tras un accidente. "Estábamos en medio del monte, sin agua, sin aire, sin comida y sin poder abrir las ventanas. Nadie sabía de nosotros. Eso no es un viaje, es jugarse la vida", denuncia.

Afirma que el responsable de organizar los viajes era un hombre llamado Horacio, originario de Monterrey, quien falleció en la volcadura. "Él me confirmaba la hora de salida y el lugar de siempre. Era un sistema informal, de palabra, sin ninguna garantía de seguridad", comenta.

Aunque dejó de viajar con Rivera Tours debido a estas condiciones, Gloria reconoce que muchos comerciantes continuaban usándola por necesidad o conveniencia. "Yo iba por necesidad, no por gusto. Y ahora agradezco que no me prestaron esos 40 mil pesos que pedí para ir en el último viaje, porque quién sabe si hubiera regresado.

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