Por: Gabriel Meza
Tal y como en las leyendas urbanas donde la anfitriona y protagonista es la muerte, así es la cruda y horrenda realidad que viven los pacientes internados por sospecha de contagio de COVID-19, que durante su atención médica en el Hospital de Zona número 11 del Instituto Mexicano del Seguro Social experimentan la más cruel etapa de su vida, en conjunto con los embates de la misma enfermedad que fractura todos los sentimientos del paciente.
Es superada ya la cantidad de pacientes por enfermera tras no contar con el personal completo, siendo que los directivos no aceptan que ya fueron sobrepasados.
Mucho se ha hablado de las consecuencias anímicas del paciente por estar aislado sin poder ver a sus seres queridos, que, sin duda alguna, parte de la recuperación física de esta enfermedad, es la atención y cariño de la familia, que sin ello merma y acerca a la desesperación al interno.
Esta realidad que vive el enfermo, es el viacrucis que tiene que enfrentar por la falta de personal de enfermeras en este hospital que son las encargadas de atenderlos, para poder tener una recuperación satisfactoria en el proceso médico, que quien sufre esta enfermedad, no cuenta con las fuerzas ni para hacer sus necesidades fisiológicas por la falta de oxígeno en los pulmones.
Totalmente abandonados desde las ocho de la noche hasta las seis de la mañana quedan los pacientes que pierden toda posibilidad de recuperarse, tras verse a su suerte, que en ocasiones la misma muerte es quien los acompaña.
Es la antesala al infierno que viven los pacientes desde que entran al área de choque conocido como “triage”, donde tienen que esperar horas para ser atendidos sentados en una banca comunitaria, incluso conviviendo con difuntos.
Pacientes sin ser atendidos por días, que por su gravedad no pueden valerse por sí mismos, duran hasta dos días sin comer o tomar líquidos, porque no hay enfermeras, y las que están, tienen a su cargo más de cuatro pacientes, que exhaustas piden tregua, tras no poder salir de esta área de medicina interna hasta finalizar su turno.
Noches con un nivel de estrés enorme, deja muy lejos de una recuperación entera a los pacientes que enfrentan esta horrible enfermedad que tiene como enemigo la falta de oxígeno en los pulmones, con el peligro de coagular la sangre en el interior de estos órganos y padecer un paro respiratorio.
La negación de los directivos de este hospital de aceptar lo que su mismo personal afirma, de no tener la capacidad de atención hospitalaria ya, orilla al engaño a los familiares del paciente COVID, de llenarlos de mentiras en el reporte telefónico sobre las condiciones de salud, apegado a un reporte hecho sentado en un escritorio, mientras que el enfermo es abrazado por la misma muerte en condiciones precarias e inhumanas.