Por: Mariela Pulgarín
“Una fotografía no lo es hasta que está impresa”, señaló Luis Alberto de León, fotógrafo profesional con 62 años de oficio y que ha visto cómo los avances tecnológicos crean sofisticados dispositivos para tomar imágenes digitales que resultan efímeras, sin el sentido de pertenencia y conservación de los momentos.
Conocido como “la cana” en esta frontera, fue dueño del primer revelado rápido, laboratorios de revelado que tuvieron su auge en los años 80´s y 90´s como tienda especial para todo lo referente a la fotografía donde se vendían desde cámaras individuales o desechables, hasta rollos fotográficos, servicio de fotografía familiar, revelado e impresión de fotografías entre otros artículos como álbumes, marcos y más
Pero la proliferación de los dispositivos móviles como celulares y tabletas acabó con la intención de imprimir fotografías ante la amplia cantidad de fotografías que se pueden capturar en cuestión de segundos, la utilización de filtros y las ediciones exprés, verlas y descartar de inmediato o almacenarlas para “después” seleccionar, esto último se vuelve tedioso revisar y solo se guardan.
“Las fotos no son hasta que no están hechas. No basta con solo tenerlas en el celular pues pueden perderse o dañarse y al revelarlas duran más”, mencionó, ya que se ha demostrado que una fotografía impresa en laboratorio, bien cuidada, puede durar más de 100 años, una de inyección de 6 tintas puede durar de 3 a 10 años, igual que la digital, estando respaldada en un disco duro puede durar hasta 10 años si es que antes no fue víctima de algún virus o se daña la memoria o el equipo.
Dijo que, las nuevas generaciones ya no conocen mucho de fotografía impresa y se han acostumbrado a ver de inmediato las imágenes en pantalla perdiendo la sensibilidad de tener una fotografía en sus manos, aunque sea digital, mucho menos revelada en un laboratorio.
También se perdió la tradición de tomarse la fotografía familiar, de quince años o de la boda para ser después revelado y tenerla colgado en alguna pared de la casa, ahora con compartirla en redes sociales es suficiente, aunque sea tomada en estudio.
“La Cana” señaló que la fotografía impresa es una experiencia en sí misma, por la calidad de éstas y las sensaciones que te puede producir el hecho de tener tus fotografías físicamente en las manos, muy distinto a solamente ver imágenes en una pantalla.
Agregó que la fotografía en físico, es necesaria para recordar al ser amado en sus diferentes etapas, momentos y anécdotas. Al verla en el álbum, colgada en la pared, en el mueble de la sala o la recámara, genera un sentido de pertenencia y unión familiar.
Es un momento de transición, si bien resulta positivo que a través de la fotografía digital las personas han logrado expresarse de forma más democrática utilizando las imágenes y los medios como las redes sociales, lo cierto es que la fotografía impresa podría desaparecer y ser un lujo de unos cuantos, por lo que remendó el retomar el auge y mostrar la importancia a las nuevas generaciones.
Luis Alberto de León, fotógrafo con más de 60 años de profesión.