Añoran sus Navidades en familia

En el asilo de ancianos estas fechas son muy tristes, los recuerdos llegan.

Por: Teresa Muñoz

MELCHOR MÚZQUIZ, COAH.-  Los rituales de buena suerte a cumplir en esta navidad, ya no son prioridad para los adultos mayores, para las personas de juventud acumulada que de vivir un día en compañía de sus seres queridos en el hogar que les dio felicidad, ahora viven en soledad en un lugar distinto del suyo, en un asilo de ancianos, donde han aprendido a salir adelante solos, con la ayuda de personas que en un principio les parecerán extrañas pero que con el paso de los días irán conociendo, añorando por siempre a su seres amados.

Para ellos, la navidad, ahora no se trata de abrir regalos, se trata de abrir sus corazones, de ser escuchados, de recibir compañía este es el caso de Don José Castillo Jiménez de 65 años de edad quien es invidente y diabético pero con un gran espíritu de guerrero.

Recordó que hace 2 años llegó de Monclova al Asilo de Ancianos “San Judas Tadeo”, un 17 de diciembre; lo llevó una de sus primas “Ella me dijo que vendría a verme, pero ya no volvió y aquí me quedé”, expresa el abuelito.

“Yo nací aquí en Múzquiz, pero me fui a Monclova y luego a Aguascalientes, allá tenía tías y primos pero fallecieron casi todos”.

“De mi prima puedo decir que ella tenía que trabajar para mantener a sus tres hijos por lo cual ya no podía cuidarme y la opción fue venir al asilo”.

Don José expresó sentirse bien en el refugio para adultos mayores donde trata de pasarla lo mejor que puede pues si se pone a pensar que no debe o no quiere estar ahí se haría más daño.

Hoy que se acerca la Noche Buena y Navidad, dice “Ya no espero que vengan a visitarme mis familiares, lo que espero es pasármela a gusto, que Dios me dé más años de vida, yo quiero vivir, pues aunque esté ciego, aquí voy a la cocina, puedo ir a la cama, puedo bañarme y prendo la televisión para escuchar los programas que más me gustan como Discobery Channel, donde hablan de los animales.

Así es la charla con Don José quien sentado en una silla de ruedas, encorvado, se soba las manos pues dice tener frío, su cabello cano lo cubre con una gorra verde con blanco sus colores favoritos, se abriga con una chamarra y espera ser escuchado o mantener una amena charla con las personas que visitan a abuelitos y abuelitas como él quienes ahora son sus compañeros de vida a quienes les tocó la suerte de vivir así.

Su rostro envuelto en una tristeza profunda cambia al escuchar que llegan visitantes y con gusto les obsequian algunas prendas de vestir en esta temporada de frio, yo quiero una gorra dice y unos guantes, al proporcionarle Sara Pérez Hernández lo que pidió, Don José muestra alegría y agradecimiento.

Otra de las personas que llevan más años en el asilo es una viejecita conocida como “La Güera”, con más de 89 años de edad ella cayó en cama, su frágil cuerpo le impide por ahora andar de pie tras sufrir una caída.

Originaria de Monterrey, Nuevo León, porque así lo contaba cuando estaba bien de salud, La Güera poco a poco ha perdido la noción del tiempo.

Se nota que en su juventud fue una bella mujer, pues su rostro lo inspira, en el asilo era la más aguerrida, servicial y le gustaba pasear, además de ganarse su dinerito para comprarse esmaltes para uñas.

Hoy todo eso quedó atrás pues la abuelita yace postrada en una cama sin poder levantarse, esperando un milagro para recobrar su salud.

Los días pasan para ellos como cualquier otro, y permanecen ahí algunos sentados en el portal del asilo, viendo pasar la vida, otros recostados en sus habitaciones, algunos en los pasillos frente a una gran imagen del Sagrado Corazón de Jesús como pidiéndole a Dios, les de la fuerza suficiente para seguir adelante pues para todos ellos celebrar la Navidad es distinto ya que mientras la mayoría de las personas conviven en familia, los abuelitos y abuelitas, añoran a sus seres queridos.

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