El espiritismo que transformó a México

Por: Staff / La Voz

Por: Yolo Camotes

Durante el breve, pero intenso gobierno de Francisco I. Madero de 1911 a 1913, uno de los ataques más encarnizados de la prensa de su persona, fue su origen de la fe con qué Presidente abrazaba la doctrina espiritista.

Injustamente varios diarios capitalinos calificaban a Madero como un loco que se comunica con los muertos. Francisco I. Madero sin saberlo, gracias a su afición el espiritismo, transformaría a la nación mexicana, para siempre.

Muchos aún hoy en día ignoran lo importante que fue esta etapa en el destino de México, es por eso que les presento el tema, Francisco I. Madero: las sesiones espiritistas que transformaron a México.

Francisco Ignacio Madero había sido marcado por el espiritismo desde 1891 cuando conoció casualmente las obras de Alan Kardec, padre de la doctrina espiritista. Al despuntar el siglo 20 establecido en San pedro de las Colonias, Coahuila, Madero inició formalmente su profesión de fe hacia el espiritismo.

Regresaba de París dispuesto a poner en práctica una facultad que le había sido revelada en los círculos espiritistas parisinos: La de “médium escribiente”.

Francisco I. Madero con su afición espiritista transformó a México.

Las comunicaciones espiritistas de Madero fueron dictadas durante las sesiones realizadas por la “Sociedad de Estudios Psíquicos de San pedro', fundada y presidida por Madero y que tenía por objeto propagar la doctrina del espiritismo.

Curiosamente, en todas sus reuniones, cada idea, cada párrafo, cada línea, en escrita por la mano de Madero cuando se encontraba en trance.  En ese estado mental y de acuerdo con las transcripciones, los espíritus evocados se comunicaban con los asistentes a la sesión a través de la pluma del propio Madero quien en todo el grupo tenía la “facultad” espiritual era la más desarrollada.

Desde luego, no existe ninguna prueba lógica o racional de las sesiones espiritistas y de las supuestas comunicaciones de Madero con el más allá. Lo único que permaneció para la historia, fueron sus escritos que revelaban valores universales que ya habían sido predicados por otras religiones.

Nos referimos a los principios básicos de convivencia humana como es el amor, caridad, paz y solidaridad. De acuerdo con las comunicaciones de Madero, el espiritismo era un remedio para las enfermedades del alma, un bálsamo de esperanza y un instrumento para la evolución del espíritu hacia su propia perfección.

Francisco I. Madero escribió personalmente en sus memorias lo siguiente: “Estas comunicaciones me han hecho comprender a fondo la filosofía universal y sobre todo su parte moral y como en lo íntimo me han hablado con gran claridad aquellos invisibles que se comunicaban conmigo. Han logrado transformarme de un joven libertino, egoísta e inútil para la sociedad, hacia un hombre de familia, honrado, que se preocupa por el bien de la patria y que tiende a servirla en la medida de sus fuerzas”, señalaba.

En su breve, pero intenso gobierno de 1911 a 1913, uno de los ataques más encarnizados de la prensa de su persona, fue su doctrina espiritista.

Las comunicaciones espiritistas abarcan dos periodos, el primero de 1901 a 1904. Puede considerarse como el proceso formativo, la gran preparación para avanzar al siguiente nivel espiritual. Estos años se ha caracterizaron por las sesiones espiritistas en grupo, donde Madero en el “Medium” escribiente.

De 1901 1904, las comunicaciones eran firmadas invariablemente por alguno de los espíritus invocados y eran dominadas por dos presencias espirituales de antiguos miembros de la familia Madero.

Nos referimos a Raúl el pequeño hermano muerto trágicamente años atrás y José Ramiro que la mayoría de las veces firmaba como José.

Al despuntar el siglo 20 establecido en San pedro de las Colonias, Coahuila, Madero inició formalmente su profesión de fe hacia el espiritismo.

Las sesiones de los primeros años, mostraban a un Raúl que comunicaba su malestar porque ninguno de los asistentes cumplía con la disciplina propia espiritismo, ya que no imponían el espíritu sobre el cuerpo y la materia.

Raúl aconsejaba que leyeran y leyeran todas las comunicaciones, que evitarán jugar billar y aprovecharán ese tiempo para la caridad. Que utilizarán las riquezas materiales otorgadas por Dios para hacer el bien entre los pobres, además de dominar sus pasiones carnales y rechazarán los vicios como el alcohol.

También que dejarán la vida vegetativa, oraran con fervor y no miran con desdén los dictados del más allá. Insistía en que todos podían y debían desarrollar la facultad de crecimiento espiritual si se abocaban con ahínco el estudio, la meditación y la oración. Afirmaba que ese era el único camino para su propia evolución y para propagar con éxito la doctrina espiritual.

De acuerdo con las comunicaciones, entre 1901 y 1904, Madero cumplió con la disciplina señalada y su desarrollo espiritual avanzó a pasos agigantados.

Comenzó entonces un segundo período de comunicaciones en el año 1907, donde el único interlocutor era él mismo. Su facultad para entrar en trance alcanzó casi la perfección, así lo señalan las comunicaciones.

Podía ponerse en trance sin la presencia de nadie más y de ese modo continuaron las comunicaciones espiritistas con un sentido diferente. Es ahí, donde se reveló ante él una gran visión que rebasaba por mucho a su persona, a su familia y a su pequeño círculo de San Pedro de las Colonias, Coahuila. Este era su destino que alcanzaba a la patria entera: su liberación.

En 1907, el espíritu de José presente en casi todas las sesiones, le comunicó a Madero que él iniciaría una gran cruzada que emprendería y en poco tiempo y le exigió un dominio aún mayor de sus pasiones.

Madero comenzó a prepararse de otro modo, solía retirarse a lugares solitarios, generalmente su rancho, donde meditaba y oraba profundamente, procuraba acostarse tarde, madrugar y contrariamente a su vieja costumbre, rechazaba la siesta vespertina. Ayunaba y comía lo necesario para mantener las energías. No bebía y no fumaba.

Curiosamente, en todas sus reuniones, cada idea, cada párrafo, cada línea, en escrita por la mano de Madero cuando se encontraba en trance.

A pesar de titánico esfuerzo, Madero a veces mostraba momentos de flaqueza y debilidad, pero el espíritu de José lo animaba y le advertía de la enorme responsabilidad que pesaba sobre su conciencia y las terribles consecuencias que generaría si fracasaba.

Las sesiones entre 1907 y 1908, registraron términos como: lucha, libertad, justicia y patria. José llamó a Madero: “Soldado de la libertad y el progreso y luchador infatigable por la causa de la libertad”.

La preparación espiritual también incluía un conocimiento claro y metódico de la historia, le recomendaba la lectura de “México a través de los Siglos” y otras obras clásicas de la historia mexicana.

Debía leer los periódicos, conocer a la perfección la situación política del país, llevar notas y un diario cotidiano de sus actividades. Madero se entregó fervorosamente a la misión que le había sido encomendada por la providencia.

Las comunicaciones muestran con gran precisión el camino recorrido por Madero desde 1901, su dura preparación, sus constantes caídas, las dudas, los aciertos y el éxito para alcanzar el destino que le llevó al escenario nacional.

En diciembre de 1908 publicó su libro: “La Sucesión Presidencial”, e inicia su cruzada democrática en 1909. Ambos acontecimientos serían parte fundamental de las comunicaciones. Los dos eventos transformarían para siempre la Historia de México.

Para bien o para mal, para los creyentes en la vida después de la muerte, para los escépticos o ateos, para los detractores e incluso para sus defensores, el espiritismo de Francisco I. Madero no debe verse como una charlatanería o una excentricidad.

El espiritismo de Madero fue una religión en cierto modo cívica y patriota que marcó el rumbo de todos los actos de su vida pública y privada. Fue un credo religioso que lo encaminó a intentar restaurar la libertad en su más pura expresión.

Madero fue un soldado de su propia cruzada de fe, la fe en México y los mexicanos. La defensa de la libertad y su respeto por la dignidad humana, provenían innegablemente de las aguas del espiritismo.

Madero hablaba siempre para los vivos, sólo en una ocasión habló con los muertos y estos fueron aquellos que no quisieron escucharlo, que renunciaron a su libertad, le traicionaron y provocaron… su caída.

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