Para propia seguridad de la joven madre de familia, la tienen sujetada con esposas metálicas a una cama improvisada.
Por: Teresa Muñoz
MELCHOR MÚZQUIZ, COAH.- ¡Te quiero mucho mamá! Es la expresión de un niño de tan solo 8 años de edad de nombre Joan Alexander que como cualquier otro pequeño quiere disfrutar del amor de su madre y salir de paseo al parque, sin embargo, esto no es posible puesto que Wendy padece de una fuerte esquizofrenia y ante ello, para su propia seguridad, la mantienen esposada a una cama improvisada en el exterior del domicilio de sus padres.
En el Pueblo Mágico de Múzquiz, la historia de Wendy y su hijo Joan Alexander ha conmovido a la comunidad, pues a sus ocho añitos de vida, Joan Alexander anhela disfrutar del amor de su madre, sin embargo, la esquizofrenia de Wendy ha creado una dolorosa barrera entre ellos.
Wendy, luchando contra la enfermedad mental, está esposada a una cama improvisada en el exterior de la casa de sus padres. Santa Lucía Cabrera García, madre de la joven, comparte su angustia a LA VOZ: "No tenemos otra opción, pues no hay recursos económicos para llevar a mi hija con un especialista por eso la tenemos aquí ya que recientemente una mujer intentó atropellarla diciéndole que la quería ver muerta, que la iba a matar, preocupándonos el bienestar de nuestra hija", expresó el ama de casa.
La salud mental de Wendy se deterioró después de dar a luz, y los episodios de depresión perinatal la llevaron a atacar a quienes la rodeaban. Para su propia seguridad, la familia decidió sujetarla con esposas metálicas y colocarla bajo un tejaban.
A pesar de tres años sin atención médica, Santa Lucía no pierde la esperanza de que su primogénita se recupere mentalmente. Pronto habilitarán un cuarto para Wendy, donde recibirá comida, agua y aseo personal.
"No la atendimos a tiempo", lamenta Santa Lucía. "Ella comenzó a empeorar, le agarró coraje a su hijo cuando tenía solo 7 meses de nacido", exclama entre sollozos.
La historia de Wendy también incluye un episodio en el que fue privada de la libertad por un adulto mayor que se enamoró de ella pero la tenía retenida a la fuerza.
Su hijo Joan Alexander, siempre preocupado por su madre, le lleva agua y le pregunta cómo se siente, a pesar de su enfermedad, Wendy comparte momentos de lucidez con él y anhela llevarlo a la plaza o a comer algo, dice.
En medio de esta difícil situación, un gatito llamado "Paquito" se convierte en compañero de Wendy durante sus días y noches mientras que Santa Lucía ruega por ayuda y espera que su hija se recupere.
"Yo quiero que me lleven con el doctor", dice Wendy, además expresa "Agradezco a mi madre por acompañarme siempre, por estar aquí, y no dejarme sola".
La familia de esta joven madre que tiene todo el derecho de salir adelante y de recibir ayuda médica pide a la comunidad de Múzquiz se unan en solidaridad y les brinden apoyo.
Inclusive, aquellas personas de buen corazón pueden llevar alguna ayuda al hogar de esta familia en el barrio Las Azucenas pues, la historia de Wendy y Joan Alexander es un recordatorio de la importancia de la compasión y la esperanza en tiempos difíciles.