El callejón del diablo

Por: Staff / La Voz

“Existen diferentes versiones sobre esta calle"

A través de los siglos, Monclova ha ido acumulando una serie de historias, mitos y leyendas que se han quedado en la memoria de quienes las recuerdan de viva voz. Una de ellas, es la historia de la calle Jesús Barrera en la zona Centro, mejor conocida como “El Callejón del Diablo”, historia que han retomado diferentes historiadores del Colegio de Investigaciones Históricas del Centro de Coahuila.

En el Libro de Historias y Leyendas de Monclova, el historiador Lucas Martínez Sánchez narra la siguiente crónica.

Un Viernes Santo, a eso de la media noche, anunció una conocida camapanilla del paso de una procesión de desagravio por la antigua calle de Santiago; y a pesar del anuncio, dos mujeres nada santas, que vivían en una casa del callejón sin salida que baja al río, picadas de curiosidad mujeril, en lugar de cerrar la ventana donde estaban conversando, la dejaron entreabierta para observar sin ser vistas, en ese momento se acerca a la ventana un elegante caballero de rojo y con una pluma del mismo color en el sombrero, suplicando tomaran un regalo.

Las mesalinas agradecieron con una mueca provocativa y de una carcajada picarezca; pero al deshacer el regalo y ver que no eran candelas, sino dos canillas de muerto mondas y lirondas, y que el obsequiante era el pingo en persona, con sus apéndices frontales, las patas con espolones de gallo y la colita de chango, haciéndole muecas infernales e intentando atraparlas, las pobres cayeron desmayadas del susto.

Dicen que esto las salvó, porque una de ellas llevaba en el seno de la camisa unas tijeras que al caer al suelo boca arriba, quedaron puestas en el pecho en forma de cruz. Al verla el amiguillo aquel, dio un salto abandonando la presa que ya acariciaba y produciendo un fenomenal e insoportable olor azufroso, se lanzó por el aire y no paró hasta el infierno.

Esa noche todo el barrio se enteró de macabro suceso, al día siguiente la versión corrió como rayo por toda la población y desde entonces a la fecha se llama a esa “El Callejón del Diablo”.

Con esas versiones, “El Callejón del Diablo” se hizo tan espantadizo, que nadie se aventuraba a transitar después de la hora de silencio. Hasta que en 1715 el Fray Antonio Margil de Jesús, enterado del acontecimiento, se plantó una noche y roció el callejón con agua bendita.

VECINOS

“Existen diferentes versiones sobre esta calle, una de ellas es que en una de estas casas se juntaban algunas mujeres hasta media noche a jugar baraja. Cuenta la gente, que una noche llegó un hombre muy bien vestido con traje muy elegante, él les preguntó que si lo dejaban entrar y jugar con ellas. En ese momento las mujeres se dieron cuenta que olía mal y que una de sus patas era de cabra”.

“También cuentan que fue un hombre que visitó una de las casas a media noche, al parecer quería a una de las mujeres que vivía en esa calle. Una noche llegó con ella y fue rechazado, la mujer lo dejó arañado; el hombre era casado puesto que cuando llegó a su casa, su mujer le preguntó que qué había pasado, a lo que él contestó: Mujer, no me lo vas a creer pero se me apareció el diablo”.

CALLE JESúS BARRERA

En la actualidad, la Calle Jesús Barrera es mejor conocida como “El Callejón del Diablo”, y actualmente es diariamente transitada por los automovilistas y es también la referencia para trasladarse desde la zona Centro hasta el parque Xochipilli de la ciudad.

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