Por: Agencia
Desde hace cuatro años, los países del mundo observan cómo un presidente estadunidense muy peculiar se relaciona con la comunidad internacional... o la desdeña.
Antiguas alianzas se volvieron
tensas, se
borraron acuerdos, se erigieron
barreras comerciales, se
retiraron fondos.
Algunos países fueron blanco del escarnio presidencial. Otros, como Corea del Norte, recibieron propuestas diplomáticas otrora inconcebibles.
Se puede decir sin temor a equivocarse que para los países del mundo el primer cuatrienio de Donald Trump ha presentado un espectáculo singular.
Ahora que ha llegado el punto de inflexión, ¿qué cabe esperar si su presidencia finaliza... o continúa?
País por país, ¿cómo se observa y evalúa la jornada electoral en Estados Unidos?
Corresponsales alrededor del mundo aportarán sus observaciones y análisis de lo que estaría en juego para sus países.
RUSIA
Desde Moscú, la elección estadunidense parece un concurso para demostrar “quién detesta más a Rusia”, según el vocero del Kremlin, Dmitry Peskov.
El presidente ruso Vladimir Putin está disgustado con Trump porque no cumplió su promesa de mejorar las relaciones entre los dos países. Pero Biden tampoco ofrece muchas esperanzas al Kremlin.
Funcionarios estadunidenses dicen que Rusia intervino en la elección de 2016 para tratar de ayudar a Trump a derrotar a la demócrata Hillary Clinton.
Sin embargo, para amarga decepción del Kremlin, Trump ha aplicado duras sanciones a Moscú.
Con todo, agentes de inteligencia estadunidenses creen que Rusia está utilizando una variedad de recursos para denigrar a Biden y que personas vinculadas con el Kremlin ayudan al intento de reelección de Trump aunque Putin ha negado reiteradamente cualquier injerencia.
ISRAEL
La víspera de la elección presidencial en Estados Unidos, líderes de los asentamientos israelíes en Cisjordania se congregaron en la ciudad bíblica de Hebrón para orar por la victoria de Trump.
Fue un gesto altamente simbólico de los colonos, que están entre los mayores beneficiarios de las medidas de Washington para el Medio Oriente.
A diferencia de todos sus predecesores, Trump ha tomado tomado partido por la derecha religiosa y nacionalista y beneficiado al primer ministro Benjamin Netanyahu con regalos diplomáticos: retirarse del acuerdo nuclear con Irán, reconocer a Jerusalén como capital de Israel, presentar un plan que le permite anexar grandes territorios en Cisjordania, incluyendo todos sus asentamientos.
Aunque se ha cuidado de tomar partido abiertamente, Netanyahu no ha ocultado sus preferencias al expresar la esperanza de que las medidas de Trump “continuarán en los próximos años”.
Los palestinos, marginados y humillados por Trump, han expresado aún más claramente su preferencia por Biden.
El demócrata ya ha dicho que en caso de ganar anulará las medidas de Trump hacia Irán y los palestinos, para consternación de la derecha.
IRÁN
En Irán, todo parece estar en el aire a la espera del resultado.
Los mercados de cambio están congelados, aunque el daño provocado por las sanciones de Trump ya está hecho.
Un dólar vale 276 mil 500 riales. Cuando Trump prestó juramento en 2017, un dólar valía 37 mil riales.
El derrumbe de la moneda presiona al gobierno, a la vez que destroza los ahorros de la gente.
Artículos tales como medicamentos, pañales y refacciones para autos son difíciles de conseguir y sumamente caros cuando se consiguen.
Irán no puede vender abiertamente su petróleo en el exterior debido a las sanciones y los jóvenes no tienen trabajo. Al mismo tiempo, enfrenta lo que parece ser el peor brote del coronavirus en la región.
Hossein Kanani Moghadam, un excomandante de la Guardia Revolucionaria y ahora un analista, sostiene que Estados Unidos “mantendrá su conducta hostil” no importa quién resulte elegido.
Pero opinó que Biden tratará de regresar a la mesa de negociaciones si resulta elegido, por eso los iraníes esperan con avidez el resultado.
PENÍNSULA COREANA
Lo principal para las dos Coreas es la suerte de las negociaciones nucleares.
Reina la confusión en las negociaciones, y la elección tendría consecuencias graves para Corea del Norte en su brega incesante por crear un arsenal nuclear capaz de llegar a los aliados de Estados Unidos y el propio territorio nacional.
Las tres cumbres de Trump con el líder norcoreano Kim Jong Un a partir del 2018 -organizadas con ayuda del Sur- trajeron una distensión temporaria.
Pero las negociaciones para aliviar las sanciones estadunidenses a cambio de pasos hacia el desarme del norte están estancadas.
Según expertos, la reelección de Trump significaría que el Norte intentaría reanudar las cimbres. Pyongyang prefiere un proceso impulsado por las cumbres, que le da la oportunidad de obtener concesiones tales como el inesperado acuerdo de Trump de desistir de las grandes operaciones militares conjuntas con Corea del Sur tras su primer encuentro con Kim.
El oponente demócrata Joe Biden, a quien la prensa estatal norcoreana calificó de “perro rabioso” cuando acusó a Trump de buscar la amistad de dictadores, propone iniciar reuniones con funcionarios de menor nivel y exige que el Norte demuestre una auténtica voluntad de abandonar sus armas nucleares y sus misiles.
En tanto, Corea del Sur ha tenido problemas con Trump, menos fiel a las alianzas históricas que sus predecesores.
Trump se ha quejado del costo de mantener 28 mil 500 efectivos estadunidenses en Corea del Sur.
Un acuerdo de reparto de costos caducó en 2019 y las partes no han podido acordar un reemplazo.
En una columna en el
Yonhap News surcoreano la semana pasada, Biden prometió fortalecer la alianza.
CHINA
Para China, la clave está en el comercio exterior, lo que le permitiría alcanzar las metas de crecimiento internas y convertirse en un líder tecnológico en el exterior.
La borrascosa relación comercial entre las dos primeras economías mundiales desde que asumió Trump, es la clave de la visión china de la elección.
Si bien un triunfo de Biden no le ofrece una garantía de alivio, Pekín espera evitar un mayor deterioro y estabilizar las negociaciones.
Trump aprovechó los temores sobre el espionaje comercial chino, la entrega forzada de tecnología y los subsidios estatales a las empresas chinas.
Sobre esa base inició una guerra de aranceles en 2018 y el año pasado ajustó los controles sobre las compras chinas de chips y otros componentes informáticos de alta tecnología.
Esto podría ser un lastre para las ambiciones chinas de ser un líder global en tecnologías de puntas y construir, en sus palabras, una “sociedad moderadamente próspera” en el país.
Sin embargo, la falta de acceso a la tecnología estadunidense también impulsa una ofensiva hacia la autosuficiencia.