Ismael El Mayo Zambada se declara culpable ante corte federal en Nueva York

La confesión de Ismael El Mayo Zambada expone la complicidad institucional que ha facilitado el narcotráfico y la corrupción en México durante décadas.

Por: Staff / La Voz

Ismael "El Mayo" Zambada, uno de los capos más antiguos y enigmáticos del narcotráfico mexicano, se declaró culpable este jueves ante una corte federal en Nueva York, reconociendo haber fundado y dirigido el Cártel de Sinaloa durante cinco décadas, además de haber mantenido su operación a través del soborno sistemático a policías, militares y políticos mexicanos.

"Durante 50 años dirigí una gran red criminal... Desde el principio y hasta el momento de mi captura, pagué sobornos a las autoridades", confesó Zambada ante el juez.

Con 75 años de edad, el capo narró cómo comenzó su vida en el narcotráfico en 1969, a los 19 años, inicialmente traficando marihuana y luego dedicándose a la cocaína, droga que, aseguró, fue enviada en su mayoría a Estados Unidos.

Zambada no solo aceptó su responsabilidad en el tráfico de drogas, sino también en la construcción de una estructura que, según él mismo, prosperó gracias a la corrupción institucional. Detalló que durante su carrera traficó alrededor de 1.5 millones de kilos de cocaína hacia territorio estadounidense.

"La organización que dirigí promovió la corrupción en mi país... Pagábamos a funcionarios que nos permitieron operar sin restricciones".

Zambada, quien nunca había sido capturado públicamente, ha sido una figura central del Cártel de Sinaloa desde su fundación y logró permanecer en libertad por décadas, incluso mientras otros líderes, como Joaquín "El Chapo" Guzmán, eran detenidos y extraditados.

Durante la audiencia, se le vio con un uniforme azul de prisión y un overol naranja debajo, caminando con dificultad, con el cabello canoso y una barba recortada. Dijo haber terminado solo el sexto año de primaria en Sinaloa, y pidió perdón al tribunal por sus actos.

La confesión de Zambada ante autoridades estadounidenses marca un hecho sin precedentes, ya que se trata de una de las pocas ocasiones en que un líder activo y fundador de un cártel mexicano reconoce públicamente su responsabilidad y el alcance de su red criminal.

Su declaración también expone una complicidad institucional que, durante décadas, permitió la expansión del crimen organizado en México, operando al amparo de sobornos y protección política.

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