Conflicto internacional: Trump ataca instalaciones nucleares de Irán

Relaciones entre Estados Unidos e Irán se complican tras ataque a instalaciones nucleares

Por: agencia reforma

Por aire y por mar, Estados Unidos atacó ayer tres instalaciones nucleares de Irán: Fordo, Natanz e Isfahan, involucrándose directamente en la guerra iniciada por Israel, tras días de incertidumbre.

El pesidente Donald Trump lo anunció al mundo a través de un mensaje en su red Truth Social minutos antes de las 18:00 horas de ayer, tiempo de México.

"Hemos completado nuestro exitoso ataque a las tres instalaciones nucleares de Irán, incluidas Fordo, Natanz e Isfahán", escribió. Momentos después, la red colapsó.

"Habrá paz o habrá una tragedia para Irán mucho mayor de la que hemos presenciado en los últimos ocho días", dijo Trump en un discurso televisado en la Casa Blanca.

"Se lanzó una carga completa de bombas sobre el sitio principal, Fordo. Todos los aviones regresan sanos y salvos a casa".

Seis bombarderos estadounidenses B-2 dispararon una docena de bombas antibúnker de 12 mil 600 kilos sobre la planta nuclear de Fordo, ubicada a gran profundidad, y submarinos dispararon 30 misiles de crucero TLAM sobre Natanz e Isfahan, según un funcionario estadounidense que habló bajo condición de anonimato. Un B-2 también lanzó dos bombas antibúnker sobre Natanz, de acuerdo con la fuente citada por The New York Times.

La Organización de Energía Atómica de Irán dijo que el programa nuclear del país continuará.

Confirmó que los tres sitios nucleares "fueron atacados en un violento acto en contra de las leyes internacionales, incluido el Tratado de No Proliferación". Agregó que tomará acciones legales en contra de Estados Unidos en Cortes internacionales.

Es la primera vez que la Fuerza Aérea de EU utiliza en combate la bomba antibúnker de 14 toneladas llamada GBU-57 Massive Ordnance Penetrator.

Apenas hace dos días, Trump había dado el plazo de "máximo dos semanas" para decidir si atacaría Irán, pues la posibilidad de una negociación, dejó ver, no estaba del todo enterrada.

Sin embargo, ayer por la mañana se dio a conocer que bombarderos B-2 habían despegado de bases militares estadounidenses rumbo al Pacífico. Los B-2 son los aviones necesarios para transportar las bombas GBU-57 diseñadas para penetrar objetivos profundamente enterrados como la planta nuclear de Fordo.

Los B-2 que atacaron las instalaciones nucleares iraníes volaron sin escalas durante aproximadamente 37 horas desde su base en Missouri, reabasteciendo combustible varias veces en el aire, dijo un funcionario estadounidense bajo condición de anonimato, de acuerdo con The New York Times.

"Las instalaciones clave de enriquecimiento nuclear de Irán han sido completamente y totalmente destruidas", dijo Trump en un breve mensaje a las 20:00 horas de ayer, en el que apareció acompañado del Vicepresidente JD Vance; el Secretario de Estado, Marco Rubio, y el Secretario de la Defensa, Pete Hegseth.

El Gobierno israelí supo con anterioridad que EU arrojaría las bombas, y Trump habló con el Primer Ministro Benjamin Netanyahu después.

Tras el ataque, Israel impuso restricciones más estrictas a los civiles, lo que indica una mayor amenaza por parte de Irán.

'TODO ESTADOUNIDENSE ES OBJETIVO'

En tanto, la televisión estatal iraní informó que "todo ciudadano o militar estadounidense en la región es ahora un objetivo legítimo".

Los hutíes en Yemen -aliados de la República Islámica- condenaron los ataques estadounidenses contra las instalaciones nucleares de Irán, calificándolas de "una peligrosa escalada y una amenaza directa a la seguridad y la paz regional e internacional".

El día antes de los ataques, el grupo militante advirtió en un comunicado que atacaría buques estadounidenses en el Mar Rojo si EU se involucraba en la guerra contra Irán.

En tanto, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, calificó los ataques estadounidenses como una "peligrosa escalada en una región ya al límite, y una amenaza directa para la paz y la seguridad internacional".

Siete palabras —"Estados Unidos entra en guerra con Irán"— bastan para resumir lo que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, hizo este sábado por la noche en Washington, madrugada en Teherán: pulverizar más de cuatro décadas de contención en las tensas relaciones de Estados Unidos con Irán. La decisión de bombardear tres instalaciones nucleares estratégicas de la República Islámica —anunciada, como todas las trascendentales, en la red social propiedad del líder republicano, Truth— no solo introduce a Estados Unidos en una era de incertidumbres en el inestable escenario de Oriente Próximo, también marca un punto de no retorno en la relación de Trump con el intervencionismo en el extranjero.

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Trump, después de varios días de incertidumbre, decidió atacar, sin la aprobación del Congreso, tres bases nucleares iraníes, incluidas las de Fordo, Natanz, e Isfahan. En su discurso ante la nación, desde la Casa Blanca, el presidente de Estados Unidos calificó el ataque de "espectacular éxito militar" y aseguró que las instalaciones habían sido destruidas.

El presidente hizo de su negativa a emprender aventuras bélicas en el exterior uno de los principales argumentos de su campaña, promesa que acaba de incumplir de la manera más espectacular posible. El gesto abona el terreno para un cisma en el movimiento MAGA (Make America Great Again), que si bien ha probado sobradamente su cintura para adaptarse a los cambios de idea de su líder, tiene tradicionalmente en el aislacionismo geopolítico una de sus líneas rojas.

En otra prueba de la larga lista de sus contradicciones, Trump —quien en su toma de posesión en enero dijo: "Mediremos nuestro éxito no solo por las batallas que ganemos, sino también por las guerras que terminemos y, quizás lo más importante, por las guerras en las que nunca nos involucremos"— parece haber primado este sábado su fascinación por las demostraciones militares de fuerza sobre la idea de no crear problemas fuera y concentrarse primero en Estados Unidos (según su lema America First). O tal vez haya que atribuir el éxito a la capacidad de influir en el voluble Trump del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, que lanzó unilateralmente un ataque contra las capacidades de enriquecimiento de uranio de Irán el pasado 13 de junio. Este sábado, Netanyahu dijo que "la historia recordará al presidente Trump" como alguien que "actuó para negar el régimen más peligroso del mundo, el arma más peligrosa del mundo".

Sea como sea, la decisión del presidente estadounidense, criticada en los últimos días por algunas de las principales figuras del mundo MAGA —del ideólogo nacionalpopulista Steve Bannon al locutor ultra Tucker Carlson— fue puesta en cuestión nada más conocerse los ataques por algunos miembros del Partido Republicano en el Congreso. "[La orden de atacar a Irán] es inconstitucional", escribió Thomas Massie, representante por Kentucky, que criticó, junto a otras destacadas figuras demócratas, que el presidente estadounidense no buscara la aprobación previa del Capitolio.

Aunque la tónica general entre los congresistas republicanos fue el cierre de filas. Muchos celebraron la intervención en Irán, dando por buenas posturas de la facción neoconservadora del partido, una tribu de la que Trump ha hecho desde su irrupción en política uno de los blancos predilectos de sus ataques.

Este sábado cumplió, después de todo, una de las viejas aspiraciones de esos halcones: bombardear Irán. Es tentador imaginar qué habría dicho de este giro de guion el senador John McCain, que en la campaña presidencial que lo enfrentó en 2007 a Obama se buscó un problema al sugerir, cuando alteró la letra del clásico de The Beach Boys Barbara Ann, un ataque sobre Irán ("Bomb, bomb, bomb, bomb, bombIran").

También para los que en Washington no son tan viejos como para acordarse de aquello (o incluso de que Trump sacó al país del acuerdo con Teherán alcanzado por su primer predecesor, Barack Obama), de fondo resuena el eco de una convicción que ha ido tomando forma en la capital, impulsada por políticos, analistas y periodistas. Según esa teoría, un cambio en el régimen de los ayatolás. Debilitados después de casi dos años de brutal ofensiva de Israel en Gaza, que se ha llevado por delante a algunos de los principales aliados de Teherán en la región, de Hezbolá en el Líbano, al régimen caído de Siria, el cambio podría estar más cerca que nunca. Los defensores del ataque llevan semanas vendiendo la idea de que la oportunidad de la ofensiva de Israel contra Teherán, lanzada unilateralmente el 12 de junio, no podía desaprovecharse.

Una de las voces más críticas del trumpismo contra el intervencionismo de Administraciones pasada, el vicepresidente, J. D. Vance, compareció a la derecha del líder estadounidense cuando este se dirigió a la nación en un discurso breve y contundente desde el salón oriental de la Casa Blanca. Al otro lado, estaban Pere Hegseth, secretario de Defensa, y Marco Rubio, secretario de Estado. Trump argumentó que la operación militar, a la que dedicó sus habituales hipérboles ("espectacular", "brillante") no era el principio una campaña militar, sino "el final", salvo si Irán, "el matón de Oriente Próximo", se aviene a acabar con sus ansias nucleares. O la paz o la catástrofe, advirtió Trump al régimen de Teherán.

No estuvo claro en la noche del sábado en Washington qué sucederá en las próximas 48 decisivas horas en el avispero al que Trump decidió dar una patada. ¿Escalará Irán el conflicto tras un ataque que no ha provocado? ¿O se sentará a la mesa de negociación con un nuevo talante con los enviados de Estados Unidos? ¿Acaso este solsticio de verano será recordado como el inicio de otra catástrofe en Oriente Próximo para un país que aún no ha olvidado las imágenes de sus soldados volviendo en el interior de ataúdes del frente lejano de Irak?

Donald Trump se reúne en la Sala de Situaciones de la Casa Blanca, en Washington, el 21 de junio de 2025.

Teherán debe aceptar ahora la paz o habrá ataques futuros "mucho mayores", ha dicho Trump en un discurso a la nación.

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