Conoce la importancia de la eficiencia energética en la inteligencia artificial
Por: Staff / La Voz
El impacto climático invisible del uso cotidiano de la inteligencia artificial
Cuando Marissa Loewen comenzó a usar inteligencia artificial en 2014 para organizar su vida con autismo y TDAH, no imaginaba que su herramienta personal se convertiría en una pieza central de la vida moderna. Hoy, la IA está integrada en casi todo: teléfonos, buscadores, aplicaciones de correo y programas de escritura. Pero ese avance tiene un precio que rara vez se ve: su huella ambiental.
Cada interacción con una IA, por simple que parezca, consume energía. Y en la mayoría de los casos, esa energía proviene de fuentes fósiles que contribuyen directamente al calentamiento global. "Tratamos de usarla de forma consciente porque sabemos que tiene un impacto ambiental", comentó Loewen.
Centros de datos: el corazón energético de la IA
El funcionamiento de la IA depende de centros de datos masivos que procesan, almacenan y responden a nuestras solicitudes. A medida que aumenta el uso de estos sistemas, también crece la demanda energética que, en muchos casos, sobrecarga redes eléctricas locales.
"Como no podemos incorporar suficientes fuentes renovables al ritmo en que construimos estos centros, muchos terminan funcionando con combustibles fósiles", explicó Noman Bashir, experto en tecnología y clima del MIT.
Además del consumo eléctrico, estos centros requieren millones de litros de agua al día para mantenerse refrigerados. Los más grandes pueden llegar a utilizar tanta agua como una ciudad de 50 mil habitantes, según el Instituto de Estudios Ambientales y Energéticos.
Un costo invisible para el usuario
El impacto ambiental de la IA suele pasar desapercibido para el usuario promedio. Sasha Luccioni, especialista en IA y medio ambiente en Hugging Face, compartió un ejemplo revelador: "Generar una imagen de alta calidad puede consumir tanta energía como cargar la mitad de la batería de tu teléfono". Como no lo vemos reflejado directamente en nuestro dispositivo, se tiende a subestimar su verdadero costo.
El profesor Jon Ippolito, de la Universidad de Maine, señala que, aunque los centros de datos y los chips son cada vez más eficientes, eso no significa que el impacto ambiental disminuya. Cita la paradoja de Jevons: cuando algo se vuelve más eficiente, se tiende a usar más. "Lo mismo ocurrió cuando pasamos de caballos a autos: no viajamos menos, simplemente viajamos más lejos", señaló.
¿Cuánta energía consume una solicitud de IA?
Ippolito desarrolló una aplicación que compara el impacto ambiental de distintas tareas digitales. Concluyó que una simple pregunta respondida por una IA generativa consume 23 veces más energía que una búsqueda estándar en Google. Y las cifras escalan rápido: una consulta absurda pero compleja, como calcular cuántos ositos de goma cabrían en el océano Pacífico, puede consumir hasta 210 veces más energía que una búsqueda convencional.
Y eso no es todo. Un video corto de apenas tres segundos puede usar tanta energía como mantener una bombilla encendida durante más de un año.