El expresidente francés Nicolas Sarkozy reveló a través de su nuevo libro de memorias cómo Genaro García Luna, exsecretario de Seguridad Pública de México, era quien tomaba las decisiones en lugar de Felipe Calderón.
Por: Staff / La Voz
En su libro "Los años de las luchas", el expresidente francés Nicolás Sarkozy revela múltiples detalles sobre su visita a México en 2011 y el caso de Florence Cassez, ciudadana francesa acusada de pertenecer a una banda de secuestradores.
Sarkozy inicialmente recibió una carta del presidente mexicano Felipe Calderón, mostrando disposición a considerar un traslado de Cassez a Francia. Sin embargo, la situación dio un giro inesperado durante una cena oficial, donde Calderón se mostró enrocado en sus certezas sobre el destino de Cassez.
“Las primeras noticias fueron bastante alentadoras: el Presidente Felipe Calderón no veía con malos ojos un traslado de la penada francesa a su país natal para que cumpliera allí parte de su condena”, escribe Sarkozy en su nuevo libro.
De acuerdo con Sarkozy, detrás de este repentino cambio se encontraba la entonces mano derecha del presidente, Genaro García Luna, exsecretario de Seguridad Pública detenido en Estados Unidos por narcotráfico.
En sus memorias, el expresidente francés describe cómo la relación de poder entre Calderón y García Luna estaba invertida, siendo el ministro (secretario) quien dictaba su voluntad al presidente.
Había, en efecto, algo más… algo más grave y que ocurría entre los bastidores de la vida política mexicana. Se trataba del papel decisivo que desempeñaba Genaro García Luna, el responsable federal de Seguridad Pública. La relación de fuerza entre ambos hombres estaba invertida: era el ministro (el Secretario) quien dictaba su voluntad al Presidente y no al revés. Yo no conocía el motivo de aquella extraña situación, pero ahora podía calibrar su alcance”, narra en su libro.
El conflicto diplomático entre Francia y México se centró en el arresto de Cassez y su compañero Israel Vallarta en 2005.
La ciudadana francesa fue liberada en enero del 2013 por la Suprema Corte de Justicia de la Nación debido a violación de derechos, mientras Vallarta sigue encarcelado.
Sarkozy también menciona una cena previa en casa de un empresario, Roberto Hernández, señalando la relación entre el perdón de impuestos a este empresario y la visita oficial.
Asegura que en dicho evento, donde ambos acudieron acompañados de sus respectivas esposas, Margarita Zavala y Carla Bruni, imperaba una atmósfera “cálida” y todo estaba aparentemente bien, hasta que tocó el tema de Florence Cassez y la reacción de Calderón fue inquietante para él y su esposa.
El ambiente había sido cálido y distendido en aquella finca a la que quisieron invitarnos. Las cosas se torcieron en el momento en que pronuncié el nombre de Florence Cassez. La violencia de su respuesta me dejó de piedra. Yo no contaba con algo así. Era evidente que aquello ahora representaba para el Presidente Calderón un asunto personal. El hombre se mostraba totalmente enrocado en sus certezas. Aquello chocaba frontalmente con la carta que me había escrito con anterioridad. Carla estaba tan aterrorizada como yo. Fue entonces cuando sospeché que algo no cuadraba y que había algo que no sabíamos”.
En las siguientes páginas de su libro asegura que, pese a “la rigidez, brutalidad, inhumanidad del Presidente mexicano”, él se mostró persistente en llevar a su connacional, Florence Cassez, a su país a cumplir su pena allá.
No obstante, narra que “cuando la comisión apenas había empezado a trabajar”, el Presidente Calderón anunció públicamente que su subordinado (Genaro García Luna),quería que Florence Cassez cumpliera su condena en México, bajo el argumento de que la sentencia de sesenta años de reclusión no existía en Francia y, por ende, el traslado era imposible.
Fue en ese momento cuando Sarkozy hizo una visita al papa Benedicto XVI y le solicitó su intervención en el caso. Derivado de esto, obtuvo el apoyo de la iglesia mexicana.
Fue cuando la Iglesia mexicana aceptó llevar a cabo su propia investigación sobre el asunto”, detalló.
En ese punto, finalmente se logró el acuerdo para que Florence Cassez pudiera ser trasladada a Francia.
Su informe final no se hizo público, pero el Vaticano compartió con nosotros las conclusiones principales. Y eran demoledoras para las autoridades mexicanas”, asegura.
Pese a los intentos por parte de las “más altas autoridades del Estado y la policía mexicana”, el exmandatario francés explica cómo la entonces imputada había sido “un chivo expiatorio”.
Florence Cassez no era ninguna secuestradora, sino un chivo expiatorio: una persona inocente que simplemente estaba en el momento equivocado, en el lugar equivocado. Todo era, por tanto, un desvergonzado montaje de las más altas autoridades del Estado y la policía mexicana. Se habían creado pruebas falsas con la única facilidad de inculpar a nuestra compatriota. A raíz de aquello, todo empezó a moverse en una dirección más positiva”, escribió el expresidente francés respecto al informe de la iglesia católica.