Las portadas de The Economist: ¿Un indicador contrario?

¿Qué ocurrió con la economía brasileña a partir de la portada favorable de The Economist? ¿Se materializaron las perspectivas optimistas de la revista? La respuesta es un contundente NO.

Por: Agencia

Desde hace ya varios años existe una corriente que sugiere que las portadas de las revistas de negocios  en realidad podrían ser indicadores contrarios. Es decir, que cuando una portada habla bien (mal) o pronostica una mejoría (deterioro) de una empresa, una persona o un país, en realidad deberíamos esperar que a partir de entonces les vaya relativamente mal (bien). Véase, por ejemplo, este post de 2007, este trabajo académico de ese mismo año y una revisión más reciente de este fenómeno. Obviamente, esta relación no implica causalidad, sino quizá únicamente refleje el rezago con el que estas revistas identifican una cierta tendencia y que produce que, cuando estas revistas identifican una tendencia favorable o desfavorable, ésta en realidad ya está terminando o está a punto de terminar.

En años recientes, la revista británica The Economist ha publicado dos portadas particularmente optimistas sobre la economía de dos países de América Latina: Brasil y México. Veamos lo que ha ocurrido en cada uno de estos casos a partir de la publicación de dichas portadas.

El caso de Brasil

En su portada del 14 de noviembre de 2009, The Economist publicó una imagen en la que se mostraba a la famosa escultura del Cristo del Corcovado como si fuese un cohete que estuviera despegando. La escultura, una de las llamadas Nuevas 7 Maravillas del Mundo Moderno, es mundialmente conocida como un símbolo de Río de Janeiro y, en general, de todo Brasil. El título que acompañaba a la imagen era contundente: “Brasil despega” (Braziltakes off). La portada fue tan impactante que el propio staff de The Economist la consideró como una de las mejores portadas de la revista en los últimos 20 años.


 

El caso de México

Casi 3 años después de aquella famosa portada sobre BrasilThe Economist publicó una portada relativamente similar sobre México. En esta ocasión, la imagen era de varios sombreros de charro volando sobre un terreno desértico y el título de la portada era “El ascenso de México” (“The rise of Mexico”).

En dicho número del semanario británico venían incluidos varios artículos muy favorables sobre las perspectivas políticas y económicas de México. El reporte especial sobre México coincidía, además, con la toma de posesión de Enrique Peña Nieto como Presidente de México y, al igual que en el caso de Brasil, el semanario hacía pronósticos muy optimistas y hasta temerarios sobre el futuro económico del país:

“El país de tradicional bajo rendimiento en Latinoamérica creció más rápido que Brasil el año pasado y lo volverá a hacer en este año, con una tasa cercana a 4% comparado contra menos del 2% de Brasil. El Sr. Peña aspira a conseguir un crecimiento de hasta 6% antes de que termine su sexenio. Al final de esta década, México muy probablemente estará entre las 10 economías más grandes del mundo y algunos cuantos optimistas incluso pronostican que México podría convertirse en la economía más grande de América Latina., .

¿Qué ha pasado con la economía mexicana que produjo tal cambio de expectativas de la revista británica? ¿En qué se basa tanto optimismo? ¿Está justificado?

En principio, no parece haber cambiado nada sustancial o de fondo en la economía mexicana. El único cambio observable es más bien político y tiene que ver con el cambio de gobierno y, sobre todo, con el cambio de discurso del nuevo gobierno. Esto se debe a que la nueva administración ha puesto el énfasis en las reformas económicas que pretende hacer y a que cada vez habla menos de la violencia y la inseguridad en el país, a pesar de que éstas no han disminuido en lo absoluto. Sin embargo, fuera de eso, no parece haber en realidad muchas razones para anticipar un cambio radical o de fondo en las perspectivas económicas del país.

Más aún, la evidencia que menciona The Economist en el sentido de que México ha crecido más rápido que Brasil en realidad son factores coyunturales y no estructurales y se explican en buena medida por el hecho de que México cayó mucho más en 2009 que Brasil, por lo que en realidad no es del todo sorprendente que México haya crecido más rápido en los años subsecuentes.

Sin embargo, lo que es realmente preocupante es que, contrario a lo que anticipa The Economist, México no parece estar ascendiendo sino estancándose. De hecho, la publicación de la portada del semanario inglés coincide, precisamente, con los primeros signos de un fenómeno de recesión en la economía mexicana. Por ejemplo, las cifras más recientes del sistema de indicadores cíclicos de la economía sugieren que la economía mexicana podría empezar a estancarse o incluso a contraerse. La gráfica siguiente muestra, por ejemplo, que el índice adelantado de la economía está ya a punto de entrar en zona de contracción, mientras que el índice coincidente parece haber alcanzado un máximo, por lo que podría empezar a disminuir en los meses siguientes.

En fin, esperemos que en esta ocasión la portada de The Economist no sea un indicador contrario y que efectivamente la revista inglesa acierte en señalar las posibilidades de un verdadero ascenso de la economía mexicana. En cualquier caso, lo ocurrido con Brasil y los primeros indicios de lo que está ocurriendo en México, deberían servir como lección de prudencia y cautela a la hora de interpretar estos análisis tan optimistas de revistas que, contrario a lo que muchos suponen, suelen ir un tanto rezagadas en el análisis de la coyuntura económica o bien, que suelen extrapolar situaciones coyunturales como si fuesen auténticos cambios estructurales.

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