Hace cuarenta años

Por: Óscar Rodríguez

Hace cuarenta años

Amables lectores, tengan ustedes un buen día.

Hace un poco más de medio siglo se llevó a cabo una pelea de peso completo que tuvo mucha promoción: el estadounidense Mohamed Alí (anteriormente llamado Cassius Clay) se enfrentó al argentino Óscar Bonavena (apodado “Ringo”). Para el norteamericano era apenas la segunda pelea luego de una pausa de más de tres años debido a su negativa a participar como elemento del ejército norteamericano en la guerra de Vietnam. Alí derrotó al sudamericano por knockout técnico en el round 15.

Algunos años después, previo al anuncio de los protagonistas de una pelea de campeonato mundial, el maestro de ceremonias hizo la presentación de algunos asistentes famosos que se encontraban como espectadores de la función; entre ellos estaba Óscar Bonavena, quien subió al cuadrilátero a recibir una ovación del público y saludar a los contendientes. Lo que más me llamó la atención era su camiseta. Tenía una leyenda muy breve: “Las Malvinas son argentinas”. Creo que esa fue la primera vez que leí alguna referencia a dichas islas.

Bonavena había acostumbrado el uso de diversas camisetas con esa leyenda (a veces en inglés) desde hacía algunos años como una manera hasta cierto punto exitosa de dar a conocer la (desde el punto de vista de muchos de sus compatriotas) ilegal ocupación de dichas islas por parte del gobierno británico desde 1833. Desafortunadamente el boxeador argentino falleció asesinado por un guardia de un prostíbulo cerca de Reno, Nevada en 1976.

En 1978 Argentina fue la sede del campeonato mundial de fútbol, lo cual en cierta medida aligeró la pesadumbre que sufría la población por una aguda crisis económica. Recuerdo que en uno de los reportajes que elaboró Televisa se mostraban las mueblerías del centro de Buenos Aires que destacaban que ahora se podía disfrutar de las transmisiones de televisión a colores. Como punto de comparación, en México este tipo de adelantos tecnológicos estaban desde los juegos olímpicos de 1968, por lo menos.

Se dice que el gobierno del general Jorge Rafael Videla le encargó al director técnico del equipo argentino César Luis Menotti (quien por cierto algunos años después fue el entrenador de la selección mexicana) que ganara la copa del mundo: así de fácil. Y el “flaco” Menotti lo consiguió. Que se hizo un cambio de horario para saber por cuántos goles había que derrotar al equipo peruano (cuyo portero, por cierto era argentino de nacimiento) en la segunda ronda para llegar a la final… eso es otra historia. El caso es que el objetivo se cumplió y la población argentina en general fue feliz por un tiempo.

Para 1982 el gobierno argentino enfrentaba nuevamente una situación bastante apurada. El general Leopoldo Fortunato Galtieri era el octavo jefe de gobierno en poco más de una década en la que diferentes militares (incluido Juan Domingo Perón y luego su viuda) no habían podido mejorar las condiciones económicas del país. Además, el ambiente político que se vivía era bastante triste. Abundaban las desapariciones, las historias de torturas y los asesinatos de periodistas.

En tales condiciones, tal parece que a un grupo de estrategas militares argentinos les pareció una buena idea la de invadir las islas Malvinas (que en inglés son llamadas “Falkland Islands”) con la esperanza de que la aparición de un enemigo externo actuara como factor de cohesión entre el pueblo argentino. Además, la lejanía (las islas se ubican a aproximadamente a la misma latitud que Londres o de Calgary en nuestro continente, pero en el hemisferio sur) y la limitada cantidad de recursos que posee el archipiélago hacían abrigar el anhelo de que los británicos aceptarían la pérdida sin responder.

Siendo como soy de ignorante en el tema de la botánica, siempre me imaginé que las islas Malvinas estaban cubiertas de malvas. Esa flor a cuyo color, de acuerdo a la canción de Mecano se terminó tiñendo el amanecer debido a la sangre derramada por el pobre Mario y su oponente. Pero no es así.

“Malvinas” proviene de “Malouins” que es como se le llamaba a los habitantes del puerto francés de Saint-Malo que se supone habitaron por vez primera ese terreno. De acuerdo a la versión inglesa, el descubrimiento lo realizó una expedición británica patrocinada por un noble de apellido Falkland. Por cierto, la superficie total del archipiélago es apenas un poco mayor que la del municipio de Acuña, Coahuila y la distancia de la costa de la tierra firme argentina es aproximadamente de unos 500 kilómetros (más o menos como la distancia de Saltillo a Acuña).

El caso es que a finales de marzo quedó definido que a principios de Abril (el día 2) fuerzas militares argentinas ocuparían las islas. La respuesta tardó un poco en llegar pero la Gran Bretaña mantuvo su récord que ni la Armada Invencible, ni Napoleón, ni Hitler pudieron acortar.

El conflicto duró hasta mediados de junio y terminó con la victoria inglesa. Fue un golpe fuerte para el orgullo argentino. Pero parece que ya se recuperó el nivel en ese aspecto ya que su presidente actual hace poco tiempo declaró “los mexicanos salieron de los indios, los brasileiros salieron de la selva, pero nosotros los argentinos llegamos de los barcos” (sic). De hecho, Galtieri también tuvo una desafortunada declaración racista que le costó el apoyo (diplomático al menos) de Colombia. Chile siempre se mantuvo del lado inglés, pero por un conflicto limítrofe previo con Argentina.

Me quedan algunas otras cosas que quisiera comentarles, pero eso será la próxima vez.

Que tengan ustedes una excelente semana.

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