Amables lectores, tengan ustedes un buen día.
Por: Óscar Rodríguez
Tuve la oportunidad de estudiar la escuela primaria durante la primera mitad de la década de los 70’s del siglo pasado. La generación a la que pertenezco fuimos afortunados al tener acceso tanto a los libros que estaban en uso desde hacía una década como a los que formaban parte de la llamada nueva reforma educativa.
En el libro de lecturas de Lengua Nacional de sexto grado aparecía un extracto de El Quijote en una lección llamada “La aventura del rebuzno”. La historia trataba acerca de una persona que perdió un burro. El animal había sido visto en el bosque cercano a la aldea y un segundo personaje aparece con un plan para encontrarlo. La idea se trataba de acudir al bosque y cada uno (dueño y aldeano) por su lado harían el ruido de un rebuzno para atraer al asno extraviado. Y resultó que ambos personajes realizaban el sonido con tanta habilidad que se engañaron el uno al otro y terminaron encontrándose. Entonces el segundo personaje lleva a cabo un reconocimiento a la extraordinaria destreza (hasta entonces desconocida) que el dueño del burrito perdido tiene para rebuznar.
Esta historia ha permanecido en mi memoria por mucho tiempo porque creo que su mensaje es aplicable ya no solamente a las personas sino también hasta a regiones… o a países enteros. Se puede tener un talento desconocido que se llega a descubrir solamente cuando las adecuadas condiciones se presentan.
Claro que muchas veces para ciertas actividades ayudan las condiciones iniciales. Por ejemplo, para ser basquetbolista es bastante conveniente ser alto, sin embargo hace algunos años había un jugador en la NBA llamado Muggsy Bogues quien con tan solo un metro y sesenta centímetros de estatura logró participar exitosamente durante más de diez temporadas en dicha liga.
Hace tiempo me tocó leer un artículo en el que se destacaba al boxeo como el deporte que más satisfacciones ha dado a la afición mexicana (medido esto de una manera simple: número de campeonatos mundiales alcanzados). Se enfatizaba además el hecho de que una sorprendente cantidad de boxeadores destacados eran vecinos del ahora famoso barrio bravo de Tepito en la Ciudad de México. ¿Por qué este deporte en particular? ¿Y por qué tanto talento en un determinado barrio de la capital?
El boxeo recompensa a sus campeones mundiales en una forma extraordinaria desde el punto de vista monetario. Para muchos muchachos humildes representa una de las poquísimas oportunidades de llegar a tener altos ingresos de una manera honesta. Además se trata de un deporte individual. En los deportes por equipo, el desempeño final del grupo será aproximadamente igual al resultado que entregue el peor de sus integrantes. Es como si un grupo de personas suben una montaña amarradas con una cuerda: su velocidad será muy parecida a la de su equipero más lento.
Pero cuando la ambición es lo suficientemente grande, la disciplina, la práctica y una buena guía de un entrenador se encargan de preparar el camino para el aspirante. Y situaciones como éstas se aplican en otras áreas no solamente deportivas, sino por ejemplo también las artísticas. Esto me hizo recordar la anécdota de aquella dama que expresó su admiración a un ejecutante del violín: “¡Ay, maestro! Yo daría la vida por poder tocar como usted” a lo que el violinista simplemente respondió “Señora. Yo la di.”
En cuanto al hecho de que en un mismo lugar surjan varios deportistas destacados, por decir los boxeadores de Tepito o los beisbolistas de San Pedro de Macorís, República Dominicana, habla sin duda de un buen cuerpo de entrenadores y la práctica constante.
Estoy convencido (aunque carezco de las pruebas para demostrarlo) de que el talento para lo que sea se distribuye sobre cualquier lugar del mundo de una manera más o menos uniforme. Por ejemplo, hace algunos años se hizo famoso un grupo de niños de la etnia “Triqui” del estado de Oaxaca quienes destacaron en competencias internacionales de basquetbol y en cuyas participaciones se subrayaba el hecho de que jugaban descalzos. Allí ya estaba el talento, hacía falta un entrenador que impusiera la disciplina y los impulsara a la competencia. Al aparecer esta persona los resultados se dieron.
Ocasionalmente sucede que un deportista puede destacar en varias ramas de competencias. Uno de los casos más sorprendentes ha sido el de Mildred Ella Didrikson Zaharias. Conocida como “Babe” Zaharias, destacó en golf, basquetbol, béisbol y atletismo. En las olimpiadas de 1932 ganó dos medallas de oro (lanzamiento de jabalina y 80 metros con vallas) y una medalla de plata en salto de altura. Como golfista, ganó tres veces el Abierto de los Estados Unidos.
Si esta mujer hubiera sido un país, creo que hubiera sido uno destacado por su producción de petróleo, su producción minera, agrícola y ganadera, sus bellezas naturales, sus artesanías, su producción y exportación de diversas maquinarias y su comida típica al mismo tiempo.
Y ¿quién dice que un país que ha sido productor de un bien durante mucho tiempo no puede convertirse en extraordinario productor de otro? Digamos, como en el caso de nuestro país. Durante mucho tiempo ha sido el principal productor de plata del mundo y uno de los principales exportadores de petróleo. Después lo podría ser de litio, de productos pesqueros o de televisores. Cuestión de probar. Como el personaje de la historia de los rebuznos.
Me quedan algunas otras cosas que quisiera comentarles, pero eso será la próxima vez.
Que tengan ustedes una excelente semana.