Quisiera ser la persona que mi perro cree que soy
Por: Marcos Durán Flores
Mi vida siempre ha estado familiarizada con los perros que, ahora y en diferentes épocas, llegaron para alegrarnos y hacernos juntos compañía. Recuerdo que la primera en llegar a mi casa materna la nombramos Splash, por la película que en los años 80 protagonizó Tom Hanks. Luego siguió Arnold, a quien nombramos así, por la serie de televisión del actor Gary Coleman. Llegamos a tener tantos, que nuestra imaginación se agotaba y les empezamos a poner nombres de canciones de los Beatles: Penny Lane y Michelle y hubo un momento en que tuvimos doce en casa.
Eran amigos que provocaban las mismas preocupaciones que los humanos, pero que, a diferencia de nosotros, nos comparten su amor y lealtad a toda prueba. Ese amor por los perros, se ha repetido con mis hijos y nietos, quienes también los aman. En mi familia están y han estado Camila, Maggie, Chabela, Tomasa, Leonora, Aquiles y Canelo, que es un verdadero desastre, pero al que adoramos.
Nos hemos divertido, reído, llorado y hasta enojado con ellos. Han roto tuberías, sacado plantas desde la raíz, han destruido ropa, telas de alambre y de tener un jardín bonito y arreglado, olvídese. "O matas o patas", reza el dicho popular, sobre eso de que no se pueden tener perros y un jardín de fotografía.
Nuestros planes de vacaciones y la vida mismas, se toman en cuenta las necesidades de nuestras mascotas.
Por eso quisiera entender cuando las personas que nunca han tenido un perro, ven a sus amigos llorar la muerte de su amigo, el perro, y probablemente piensen que es una reacción exagerada; después de todo, es "solo un perro". Pero aquellos que han amado a uno saben la verdad: nunca se trata de "solo un perro". ¿Pero por qué estos parientes cercanos de los lobos son tan amados por muchos de nosotros y por qué son tan leales? La respuesta es su rasgo único: Su capacidad de entender a los humanos. La ciencia ha investigado estas habilidades sociales llegando a la conclusión de que su domesticación, se ha producido gracias a la hormona del amor -la oxitocina-. Esa hormona, que lleva a la vinculación emocional entre padres e hijos, se libera también con nuestras mascotas. Estudios demuestran que acariciar o hacer contacto visual con un perro, desencadena la liberación de oxitocina en el cerebro humano, e incluso, científicos han descubierto que la mirada mutua entre los perros y sus dueños, pueden conducir a sentimientos similares de afecto como entre los propios humanos.
Muchas veces, algunos amigos me han confiado que en ocasiones lamentan más la pérdida de un perro que la pérdida de amigos o parientes. La ciencia del comportamiento ha confirmado que, para la mayoría de las personas, la muerte de un perro es, en casi todos los sentidos, comparable a la pérdida de un ser querido humano.
Desafortunadamente, hay poco en nuestra cultura sobre los rituales de duelo para perros y otras mascotas: No hay obituario en el periódico, servicio religioso ni nada que nos ayude a superar su pérdida. Incluso hay quienes se sienten un poco avergonzados de mostrar en público el dolor por nuestros perros muertos. Quizás si la gente se diera cuenta de lo fuerte e intenso que es ese vínculo, tal dolor sería más aceptado.
La pérdida de un perro es tan dolorosa porque perdemos no solo a la mascota, fuente de amor incondicional, sino a un compañero principal que brinda seguridad y consuelo. La razón por la que llegamos a sentir como si un humano muriera es porque, en muchos sentidos, los perros son mejores que nosotros, pues pasan gran parte de su vida cuidándonos.
En mi casa y con el paso de los años murieron Maggie, Chabela, Leonora, Aquiles y Tomasa, todos en medio de un trance familiar muy difícil, pues para nosotros, ha sido como si un miembro de la familia hubiera muerto. Lo digo porque sepultar con mis propias manos junto a mi hijo Rodrigo a cada uno de estos perros, ha sido una de las experiencias más difíciles de mi vida. Ver a mi hijo sufrir y llorar y por sus perros, nuestros perros, es algo que me supera.
Esa es pues, la herencia que hemos decidido dejar a nuestros hijos: viajes, libros y perros, y lo que se puede encontrar en ellos: reconocimiento, amor y lealtad. Paso el día mundial del perro, y como dicen por ahí, quisiera ser la persona que mi perro cree que soy
@marcosduranfl