Por: Alejandro Moreno
Llevamos 40 meses de caída económica en el país. Si algo nos queda claro es que Morena no puede gobernar y nos está conduciendo a un desastre económico, social, de seguridad, diplomático, jurídico, cultural y político sin precedentes desde la Revolución Mexicana.
Es cierto que estamos enfrentando la combinación de dos factores complejos, como lo es la pandemia y una guerra, pero también lo es que el desastre económico comenzó desde el 1 de diciembre de 2018, cuando Morena, a pesar de recibir de manos del PRI a un México en crecimiento, con menos pobres y productivo, empezó a derrochar los fondos con que contaba el Estado para hacer frente a emergencias, a desmantelar las instituciones, a malgastar los recursos públicos, a enfrentarse con la Iniciativa Privada y a dar manga ancha al crimen.
Lo anterior, evidentemente, se tradujo en cero crecimiento económico, empobrecimiento acelerado de miles de familias y un ambiente creciente de inseguridad durante 2019.
Por ello, la pandemia de SARS-CoV-2 golpeó a México inmisericordemente y se cobró con miles de pobres provocados por la irracional conducta de Morena-gobierno que, a pesar de saber la existencia de la enfermedad, desapareció de golpe al Seguro Popular, despidió a miles de médicos y enfermeras y no se abasteció de medicamentos.
Pero la irresponsabilidad gubernamental no quedó ahí. Desde mayo de 2020 en México inició el incremento de precios de materias primas como petróleo, gas, minerales, alimentos y metales, lo cual evidentemente iba a impactar en la inflación y en el bolsillo de las familias. Pero el gobierno de Morena no cambió ni un ápice su necedad de derrochar recursos públicos en la construcción de proyectos faraónicos, así como de seguir incumpliendo con su obligación de garantizar la seguridad de la sociedad. Hoy las consecuencias las sufren millones de familias.
La inflación se ubica en 7.23% y, ante la inacción gubernamental, las presiones internas apuntan a que no ha tocado techo y podría llegar a niveles insospechados, golpeando la economía de todas las familias que padecen el incremento diario de alimentos básicos como la tortilla y el huevo, así como de servicios, al tiempo que enfrentan la falta de empleo y de seguridad social, mientras el crimen las golpea en el transporte público, en las calles y en sus propios hogares.
Nuestra economía no muestra dinamismo para recuperarse y no existe la más mínima intención gubernamental de coordinar la política monetaria con la fiscal y con la iniciativa privada para tratar de frenar la escalada de precios.
Sin temor a equivocarme, puedo asegurar que estamos viviendo uno de los momentos más graves de nuestra historia posrevolucionaria con el peor gobierno que pudimos haber imaginado.
*Presidente Nacional del PRI.