México en punto muerto: dos años perdidos para la economía

México en punto muerto: dos años perdidos para la economía

Por: Alejandro Moreno

México está perdiendo una oportunidad histórica. Mientras el mundo reconfigura sus cadenas de suministro y las inversiones buscan destinos más seguros, nuestro país está estancado. Los pronósticos económicos para 2025 y 2026 no mienten: este año creceremos nada, y el siguiente apenas rozaremos el 1.5%. Estamos desperdiciando las condiciones que muchos países envidiarían, por culpa de decisiones internas que han lastrado nuestro desarrollo.

No es solo la economía: es el futuro de millones de mexicanos lo que está en juego. La falta de crecimiento implica más pobreza, menos empleo, menos oportunidades y un mayor rezago social. Estamos ante dos años perdidos para México, y lo peor es que esta inercia es autoinfligida.

Es muy cómodo culpar a factores externos: a la economía mundial, a las tensiones geopolíticas o al vecino del norte. Pero la verdad es que las causas de nuestro estancamiento son, en su mayoría, internas. Desde el deterioro del Estado de derecho hasta la inseguridad galopante; desde el desmantelamiento de los contrapesos institucionales hasta el mal manejo de las finanzas públicas.

La falta de certeza jurídica ha alejado inversiones. La política fiscal basada en clientelismo en lugar de productividad ha drenado los recursos en proyectos de dudosa rentabilidad como el Tren Maya o la refinería de Dos Bocas. No hay una apuesta real por la educación ni por la formación de talento especializado. Y, por si fuera poco, la inseguridad encarece todo: traslados, seguros, operaciones.

México podría ser el principal beneficiario del nearshoring; sin embargo, no lo es. Atraemos solo una fracción de lo que podríamos captar. Y el problema no es falta de oportunidad, sino falta de rumbo.

Cuando la economía no crece, la pobreza se dispara. El empleo se precariza. El talento joven migra. La desigualdad se ensancha. Y la clase media, motor de cualquier país moderno, se achica. Cada décima perdida de crecimiento son familias que no podrán acceder a una vivienda digna, a un empleo formal, a un futuro mejor.

La inacción tiene un costo social altísimo. Y mientras el gobierno celebra éxitos ficticios y presume cifras que no resisten el menor análisis, el país se hunde en la mediocridad económica y la frustración social.

El camino para salir del estancamiento existe, pero exige valentía: restaurar el Estado de derecho, garantizar seguridad, impulsar una reforma fiscal profunda y fomentar el desarrollo de capital humano. Pero nada de esto sucederá si el gobierno de Morena continúa privilegiando el control político sobre el desarrollo económico.

El nearshoring no esperará eternamente. Las oportunidades, cuando se desaprovechan, simplemente se van. Y si México no reacciona ahora, el rezago que acumularemos será difícil de remontar.

Dos años perdidos pueden parecer poco, pero en términos de bienestar y futuro, son una eternidad. México merece más que sobrevivir. Merece crecer, innovar y prosperar. Y eso no ocurrirá mientras sigamos atrapados en el punto muerto que representa Morena.

*Presidente Nacional del PRI.

Salir de la versión móvil