México endeudado: saqueo disfrazado de política social
Por: Alejandro Moreno
Por décadas, México luchó por construir desarrollo social, estabilidad macroeconómica, acumular reservas, reducir su deuda y generar instituciones públicas que sirvieran a la población. Sin embargo, en los recientes siete años esa arquitectura ha sido socavada por un régimen populista que, bajo la bandera del combate a la corrupción, ha terminado siendo el más rapaz y destructivo en la historia reciente del país.
Hoy México está endeudado como nunca. Morena y su gobierno han llevado a la quiebra al país. La administración de Andrés Manuel López Obrador heredó una deuda pública de 10.5 billones de pesos en 2018, y en 2024 la elevó a más de 18 billones. Todo indica que la nueva administración no solo mantendrá esa tendencia, sino que la deuda superará los 20 billones de pesos en 2025. Pero lo más grave no es la cifra en sí, sino el destino de esos recursos: lejos de ir al bienestar del pueblo, han sido desviados para beneficiar a empresas fachada, ligadas a familiares, amigos y operadores políticos del régimen.
Mientras la deuda se multiplica, las condiciones de vida de la población se deterioran. México gasta hoy menos en salud y educación que el promedio de América Latina, y los hospitales públicos no tienen ni médicos ni medicinas. En contraste, el dinero ha ido a parar a megaproyectos inútiles, costosos y dañinos: una refinería que no refina, un aeropuerto sin vuelos comerciales reales y un tren que no circula y que ha devastado la selva del sureste mexicano. Obras que representan el culto al ego de un solo hombre y el negocio de muchos cómplices, no un beneficio para la nación.
Este populismo económico ha vaciado los fondos y reservas que por años se construyeron. Se agotó el Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios, se desfondaron fideicomisos estratégicos y se tomaron recursos del sistema de pensiones sin un plan sostenible. Todo ello ha sido acompañado por un aparato de propaganda que oculta la crisis, culpa a los gobiernos anteriores y presume "ahorros" inexistentes.
La inflación sigue repuntando y la infraestructura pública se cae a pedazos: escuelas sin mantenimiento, carreteras en mal estado, hospitales abandonados. En lugar de fortalecer la inversión pública de calidad, se ha privilegiado el gasto clientelar, alimentando estructuras políticas a costa de la viabilidad financiera del Estado.
México está endeudado, sí, pero no por construir futuro, sino por sostener un presente basado en la mentira y el desvío. La deuda de hoy será la carga de las generaciones que vienen.
Es hora de decirlo con claridad: el populismo económico de Morena no fue una política social, fue un saqueo disfrazado de justicia. La verdadera justicia comenzará cuando los responsables rindan cuentas y México recupere el camino de la honestidad, el desarrollo y la razón.
Porque no hay transformación posible donde la pobreza se usa como pretexto para el desfalco, y el poder como instrumento para la impunidad.