Amables lectores, tengan ustedes un buen día.
Por: Oscar Rodríguez
Según se ha publicado en diversos medios, esta semana ocurrirá la mayor aproximación del cometa llamado “C/2022 E3” (unos 42 millones de kilómetros, aproximadamente). Este cuerpo celeste fue descubierto el 2 de marzo del año pasado por astrónomos que trabajan en el Observatorio Palomar en California y se ha estimado que tarda unos cincuenta mil años en completar su recorrido alrededor del Sol.
Los cometas están compuestos por una parte sólida que es una mezcla de gases congelados y polvo. Cuando se acercan lo suficiente al Sol, parte del material del núcleo pasa directamente del estado sólido al estado gaseoso, lo que se conoce como sublimación. El núcleo despide gases que llevan consigo polvo y son arrastrados por el viento solar por lo que la cauda siempre apunta en dirección opuesta al Sol.
En mi cada vez más lejana niñez me había tocado escuchar historias acerca del cometa Halley (tal vez el integrante más conocido de este tipo de elementos de nuestro Sistema Solar) cuya más reciente (en aquellos tiempos) aparición había sido en el mismo año del inicio de la Revolución Mexicana y aún más que eso, sus avistamientos de 1835 y 1910 marcaban con una admirable aproximación tanto el nacimiento como el fallecimiento del escritor norteamericano Samuel Langhorne Clemens, mejor conocido como Mark Twain, autor de los personajes Tom Sawyer y Huckleberry Finn (de hecho, se dice que Twain pronosticó su propia muerte haciendo mención al cometa).
Al llegar la primavera de 1986 tuve la oportunidad de observarlo. No fue lo que esperaba, pero bueno, tampoco era la primera vez que un cometa me desilusionaba ya que en 1973 se había anunciado que el recién descubierto cometa Kohoutek sería el “cometa del siglo”. Y resultó que el espectáculo celeste pronosticado simplemente no ocurrió. De hecho alguien bastante ingenioso y oportuno escribió una pegajosa canción que enumeraba algunos eventos desafortunados (entre ellos la eliminación de la selección mexicana en el torneo premundialista de Haití) cuya ocurrencia era atribuida al ahora famoso cometa y en el estribillo recalcaba “Y el cometa que nunca se vio…”
Y es que a diferencia de otras categorías de integrantes que forman parte de nuestro Sistema Solar, los ciclos de los cometas son bastante prolongados y su irregular aparición (que la mayoría de las veces es un hecho que ocurre por una sola vez en la vida) estaba generalmente asociada a eventos desdichados. Algunos cronistas históricos refieren que el cometa observado en el año 451 fue un presagio de la posterior llegada de Atila el Huno que afectó de manera considerable la fuerza romana. Otra observación ocurrida en 1066 marcó la caída de los Anglosajones y la llegada de los Normandos a Inglaterra (el conocido como “Tapiz de Bayeux” hace referencia a los eventos de la época e incluye la imagen de un cometa con tres caudas).
El pintor Giotto di Bondone tuvo oportunidad de avistar el cometa en 1301 y en varias de las pinturas que realizó con el tema de la Epifanía convirtió a la Estrella de Belén en el cometa Halley. En 1985 la sonda lanzada por la Agencia Espacial Europea para estudiar dicho cuerpo celeste fue nombrada “Giotto” en su honor.
Fue hasta 1705 cuando un amigo de Sir Isaac Newton llamado Edmond Halley dedujo que los diversos avistamientos reportados con cierta periodicidad debían tratarse del mismo cometa (él mismo lo había visto en 1682) y predijo su regreso para 1758. Como anotación al margen, en la década de los 50’s del siglo pasado hubo una banda del recién nacido Rock and Roll llamada “Bill Haley & his Comets” cuyo nombre evidentemente es un juego de palabras que proviene del científico inglés y el objeto de su descubrimiento.
Y de tanto comentar acerca de cometas (comentarios cometarios) me ha venido a la memoria una serie japonesa de televisión de la década de los 60’s del siglo pasado que tuvo más éxito en México y en algunos otros países latinoamericanos que en su mismo país de origen: Señorita Cometa. En nuestro país se transmitió durante una década más o menos a partir de mediados de los 70’s.
Para quienes son menores de unos 50 años tal vez sea apropiado aclarar que esta serie es el origen de apodos como “Takeshi”, “Koji” o “Chibigón”, que eran algunos de sus personajes. Según se decía, las cintas originales se perdieron en el terremoto de 1985 y no había respaldo. Poco a poco cayó en el olvido hasta que Andrés Bustamante entrevistó a la actriz protagonista en ocasión del mundial Japón – Corea en 2002.
Naufragando en el ciberespacio en las largas noches del inicio de la pandemia hace casi tres años repasando los diversos mundiales de fútbol me encontré la mencionada entrevista y vínculos a todo tipo de información relacionada con esta serie (por cierto había muchos episodios en línea). Recuerdo que en algún sitio estaba la letra del tema escrita en su idioma original y subtitulada y lo que más me sorprendió fue que en un momento menciona que se llama “Cometasán” (traducido como el título de la serie) y allí me tienen… asombrado de que la palabra japonesa fuera tan parecida a la castellana. En realidad ambos idiomas la toman casi directo del griego original: kome, cabellera (ah, pues claro, ahora todo tiene sentido).
Los cometas se llaman así porque parecen estrellas con cabellera larga.
Me quedan algunas otras cosas que quisiera comentarles, pero eso será la próxima vez.
Que tengan ustedes una excelente semana.