La semana que hoy arranca será igual llena de incertidumbre no solo entre los trabajadores de Altos Hornos de México
Por: El Eventual
La semana que hoy arranca será igual llena de incertidumbre no solo entre los trabajadores de Altos Hornos de México, también la sociedad se encuentra muy al pendiente de lo que ocurre, ven pasar los días y no hay solución al problema, la empresa sigue paralizada por completo.
También es cierto aumenta el número de trabajadores que encontraron otro trabajo, en el transitar de la vida he visto que en negocios, depósitos, incluso hasta se auto emplean aprovechando el oficio que aprendieron en sus años de trabajo dentro de la siderúrgica, no hay que olvidas AHMSA es una escuela.
Es bueno que empresarios acepten dar trabajo, con esa política se aligera la carga económica de los trabajadores y sus familias, cuando menos tienen para surtir la despensa y otro gastos, además aquellos con crédito ante Afirme pueden abonar y evitar que la deuda siga creciendo.
Ojala y pronto haya noticias positivas en este asunto, por eso es recomendable ya no hacer especulaciones en el sentido de que un grupo, otro grupo, empresarios, eso es confundir a la población y dar falsas expectativas, lo que importar es que ya se tenga algo positivo, la fe no se puede ni debe perder.
Y hoy como todos los lunes el fiscalista Cesar Villarreal Ramos, comparte esta bonita reflexión, habla de cómo ser perseverantes en la vida, saber esperar siempre es bueno sobre todo saber recapacitar cuando se nos presentan problemas como en la actualidad para miles de obreros, adelante con la lectura.
Érase una vez dos agricultores que, camino al mercado, se pararon en el puesto del viejo vendedor de semillas sorprendidos por unas que nunca habían visto antes.
Mercader, ¿qué semillas son estas? —preguntó uno de ellos. Son semillas de bambú y son muy especiales contestó el mercader. ¿Y por qué son tan especiales? indagó el otro. Es difícil de explicar. Llévenlas y luego ya verán ustedes mismos. Además, sólo necesitan agua y abono — les respondió.
Los dos agricultores, curiosos e intrigados, decidieron llevarse un puñado cada uno. ¿Cuál sería el secreto que escondían? ¿En qué se convertirían? Una vez en sus tierras, los agricultores las plantaron y siguiendo las indicaciones del mercader, empezaron a regarlas y a abonarlas con dedicación. Pero pasaban los días, las semanas y los meses y, mientras las demás semillas ya habían crecido (y sus plantas dado sus frutos), las de bambú no germinaban, no pasaba nada.
Entonces, uno de los agricultores, muy enfadado de estar trabajando en vano, le dijo al otro: Aquel viejo mercader nos engañó. ¡De estas semillas jamás saldrá nada. Y entonces, preso de la rabia, decidió dejar de cuidarlas. Aún así, y aunque tampoco daba saltos de alegría, su amigo decidió que seguiría regando y abonando las semillas como un último acto de fe y porque, al estar dentro de su rutina, no le costaba mayores sacrificios.
Siguieron pasaron los meses. Y luego un año entero. Y dos. y tres Hasta siete sí, siete cuando entonces, sucedió la magia y, en sólo seis semanas, el bambú creció, creció y creció... hasta los 30 metros. ¿Cómo era posible que tardara siete años en germinar y que en sólo seis semanas pudiera alcanzar ese gran tamaño? ¿Era eso viable?
Pues claro que no. En realidad, las semillas necesitaron siete años y seis semanas. En los siete primeros años, el bambú tuvo que generar un sistema de raíces complejo y necesario para luego poder crecer de una forma tan rápida. No estaba inactivo, estaba preparándose.
Este cuento que pertenece a la tradición japonesa, intenta enseñarle al lector la fuerza de la perseverancia. Los procesos de crecimiento necesitan su tiempo, y no es posible apresurar las cosas, porque todo sucede en el momento en que está listo para hacerlo, ojala y la lectura se convierta en aprendizaje de vida.
Bonita reflexión, verdad
Dios nos Bendiga
Nos leemos mañana..