Hoy amanecimos con la misma hora que la llamada “Hora de la Montaña” de los Estados Unidos. Ayer todavía teníamos la misma que la “Hora del Centro” de ese país. Así han sido los últimos años.
Por: Staff / La Voz
Amables lectores, tengan ustedes un buen día.
Hoy amanecimos con la misma hora que la llamada “Hora de la Montaña” de los Estados Unidos. Ayer todavía teníamos la misma que la “Hora del Centro” de ese país. Así han sido los últimos años… pero no siempre fue así. De hecho, esta semana se aprobó una modificación a la ley de manera que no se volverá a aplicar el adelanto de horario en la época de verano en México.
Un poco de antecedentes. Hasta bien entrado el siglo XIX todavía cada ciudad llevaba su horario de manera independiente. Y eso era así porque la tecnología disponible en ese tiempo no requería de sincronización entre las ciudades. Se dice que había pueblos en los que el reloj de la plaza no tenía minutero. Pero llegó el ferrocarril. Ahora sí se hizo necesario que los horarios estuvieran alineados. En rutas más o menos cortas, por ejemplo entre San Luis y Kansas City se hacía más evidente esta necesidad.
En 1876 Sandford Fleming propuso el establecimiento de un horario universal dividiendo al mundo en veinticuatro zonas horarias (llamados “husos horarios”). Básicamente se trata de que en todo el mundo los minuteros marquen lo mismo. La idea fue ganando aceptación lentamente pero ya para 1929 los principales países del mundo la habían aceptado.
Se dice que desde el siglo XVIII Benjamin Franklin había tenido la idea de realizar un cambio en el horario para aprovechar más la luz solar en el verano. Pero fue hasta el siglo XX cuando el constructor inglés Willliam Willet propuso la creación del horario alternativo para que los londinenses disfrutaran más esa luminosidad. Y fue en abril de 1916 cuando el Káiser Wilhelm II decretó un cambio de horario para ahorrar combustible mientras se llevaba a cabo la Primera Guerra Mundial. Poco a poco otros países adoptaron la medida.
En México fue en 1988, cuando cuatro estados (Coahuila, Durango, Nuevo León y Tamaulipas) adoptaron el llamado “Horario de Verano”. “En el verano amanece más temprano” se escuchaba en los mensajes promocionales.
Este horario estaría vigente en las mismas fechas que la práctica habitual de los Estados Unidos, es decir, los relojes se adelantarían una hora a las dos de la mañana del primer domingo de abril y se retrasarían a la misma hora el último domingo de octubre.
Tiempo después, escuché una versión del estilo “teoría de conspiración” respecto a por qué fue precisamente en ese año cuando se realizó este cambio. Este supuesto giraba en torno a la elección presidencial. Según esto, la Secretaría de Gobernación, había previsto que tanto en Tamaulipas como en la región de la Laguna (Coahuila y Durango), el candidato del PRD (Cuauhtémoc Cárdenas) ganaría, mientras que en Nuevo León se esperaba una nutrida votación a favor del candidato del PAN (Manuel J. Clouthier). Esto obligaba a tener un tiempo de maniobra para modificar los resultados.
Fue aquella inolvidable ocasión en la que el gobierno declaró que el sistema se “cayó” (o se “calló”, dirían los opositores)… Independientemente si fue de caer o de callar, el hecho fue que no se publicaron las cifras preliminares en los horarios que se habían establecido con anterioridad.
Otro hecho que soportaba esta teoría era que al año siguiente ya no se efectuó el cambio de horario.
Al acercarse el mes de abril de 1989, la televisión regiomontana enarbolaba la bandera de la justicia para el pueblo y protestaba enérgicamente en contra del cambio de horario. En esos años, tanto Tigres como Monterrey jugaban a las cinco de la tarde y la oposición por parte de la afición al fútbol era de esperarse.
También me tocó escuchar una explicación al respecto: “Lo que pasa es que en la televisión los licores no pueden ser anunciados antes de las diez de la noche, entonces para cuando los canales de cobertura nacional promocionen las bebidas alcohólicas, la gente de esos cuatro estados ya estará dormida. Es por eso que las compañías de vinos y licores están negociando para disminuir el precio de su publicidad”.
Cuando se adoptó el Horario de Verano en todo el país en 1996, las televisoras que tanto habían protestado en 1989, guardaron un discreto silencio.
Haciendo un paréntesis. Varias veces me había tocado escuchar que si hay algo que al gobierno norteamericano no le gusta, es seguir los estándares mundiales. A ello se le atribuye el que no adopten el sistema métrico decimal. Utilizan unidades de medida diferentes para pesos, longitudes, superficies, volúmenes, temperaturas. Hasta su estándar de código de barras es otro. Así que cuando en todo México se instauró el Horario de Verano, no tardaron mucho en modificar el modelo que ellos mismos habían diseñado, para ser de nuevo diferentes. Ahora realizan el cambio de horario desde marzo hasta noviembre.
Pero volviendo a 1988.
Al acercarse el momento del regreso al horario normal algunos sindicatos de trabajadores argumentaban que en el proceso del cambio de horario, los agremiados merecían un pago adicional por laborar una hora más en horario nocturno dominical y los patrones no estaban de acuerdo con la petición.
Para solucionar esta disconformidad, el gobierno determinó que el regreso al horario normal sería no en la noche del sábado para el domingo, sino durante la noche del domingo para el lunes. De tal manera que el domingo 30 de octubre de 1988 Monterrey tuvo la llamada “Hora del Este”, es decir la misma hora que Nueva York. ¡Sorprendente!
Me quedan algunas otras cosas que quisiera comentarles, pero eso será la próxima vez.
Que tengan ustedes una excelente semana.