La omnipotencia y la paciencia de Dios.
Por: El Eventual
El Evangelio nos ofrece nuevamente la imagen de un sembrador para hablarnos del Reino de los cielos. El sembrador lanza semillas a su campo. Sin embargo, en la noche viene el enemigo y siembra cizaña, una planta cuya harina es venenosa. Los siervos, indignados por la astucia del enemigo, quieren arrancar lo más rápidamente la cizaña que amenaza el crecimiento del trigo, pero el dueño del terreno, mucho más sensato y con experiencia, se lo impide porque existe el riesgo de que, junto con la cizaña, arranquen también el trigo. Este sembrador es generoso con la buena semilla y paciente ante la adversidad no deseada. Así es Jesús con nosotros, siembra la buena semilla. Su poder es infinito y también su paciencia. El trigo deberá crecer junto a la cizaña y todos deberán seguir el ejemplo de paciencia del sembrador. Precisamente porque es todopoderoso y tiene en su mano los destinos del mundo, se manifiesta como paciencia y misericordia en la vida de cada uno de nosotros.
El libro de la Sabiduría llega a la misma conclusión después de preguntarse por qué Yahveh se muestra tan misericordioso en relación con Egipto y Canaan. No existe Dios fuera de Ti... Tu poder es el principio de la justicia, y tu soberanía universal te hace perdonar a todos... Tú, poderoso soberano, juzgas con moderación. La experiencia de Dios, del antiguo pueblo de Israel, es una experiencia de misericordia y de oportunidad de arrepentimiento.
Pablo en la carta a los romanos nos muestra cómo el Espíritu Santo viene en ayuda de nuestra debilidad y nos enseña a orar como debemos. A través de la acción del Espíritu Santo el cristiano llega a comprender, en cuanto esto es posible, el actuar misericordioso de Dios. Sólo el Espíritu Santo que escudriña los corazones, sabe suscitar el sentimiento y la plegaria apropiada ante la santidad de Dios, para no desviarse del camino del bien.
En el sembrado aparece, por obra del maligno, la cizaña, hierba mala que atenta contra la buena cosecha. La parábola muestra algo evidente en el mundo que vivimos. Junto al bien y la buena semilla, existe el mal y existen también los operadores de iniquidad, aquellos que se han dejado arrastrar por el mal. Surge espontáneamente en nuestros corazones, como en los siervos de la parábola, el deseo de poner rápida solución a este estado de cosas. Los segadores no parecen dispuestos a tolerar una situación que exigirá de ellos paciencia, discernimiento, prudencia y moderación. Queda claro, por lo demás, que el sembrador es lo suficientemente sabio y prudente para elegir lo más adecuado para el campo y para una cosecha rica y sustanciosa. Precisamente porque este sembrador es todopoderoso y puede intervenir con el poder necesario para invertir la situación, sabemos que la elección de la paciencia y la misericordia es la mejor. Quien es débil, por el contrario, reacciona con violencia y prepotencia ante el peligro que le asecha. La omnipotencia de Dios se manifiesta en su misericordia.
El juicio sobre el corazón humano, por su carácter absoluto y definitivo, corresponde sólo a Dios que mira dentro del corazón. Juicio que Dios mismo se reserva para el final de los tiempos. El apóstol Pablo amonesta en este sentido a los corintios: Así que, no juzguéis nada antes de tiempo hasta que venga el Señor. El iluminará los secretos de las tinieblas y pondrá de manifiesto los designios de los corazones. Entonces recibirá cada cual del Señor la alabanza que le corresponda. Así pues, ahora nos encontramos en el tiempo del crecimiento y de la esperanza, aunque también en el tiempo de la paciencia y del sufrimiento.
Es el tiempo de la noche, es decir, el tiempo del crecimiento en espera de que la luz ponga al descubierto el pensamiento de muchos corazones. Sembrador y segadores deben pues armarse de paciencia y seguir de cerca el crecimiento de sus plantas, sabiendo en todo caso, que la cosecha está asegurada por la omnipotencia divina. La paciencia de los segadores nace de la paciencia de Dios y de su misericordia que no desespera jamás y siempre re-propone las vías de la salvación. El libro de la sabiduría lo expresa de modo claro y sintético: Obrando así enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser humano, y diste a tus hijos la dulce esperanza de que, en el pecado, das lugar al arrepentimiento.
Ciertamente nos toca vivir una época en la que, por los medios de comunicación y redes sociales, tenemos inmediato conocimiento del mal en el mundo. No pocas veces este conocimiento oprime el corazón. En ocasiones ya no deseamos ver las noticias en la televisión o leer el periódico pues cada día nos aguarda una nueva serie de muertes e injusticias. La tentación es la de hacer caso omiso al mal o dejarse aprisionar por él cayendo en el cinismo o en la depresión y desesperación. El mensaje cristiano es diverso: cuanto mayor sean las sombras que cubren el mundo, tanto mayor debe ser la presencia de los cristianos, de la buena semilla que embellece los campos. Sepamos oponer al mal una acción concreta en favor del bien. Si cada cristiano toma en serio su misión de sembrador, si advierte que la semilla de la Palabra de Dios tiene virtualidad propia para convertirse en árbol frondoso, si entiende que la gracia de Dios es una levadura capaz de fermentar toda la masa, no se quedará ausente en la construcción de este mundo sino hará cuanto esté en su mano para abrir surcos de esperanza a las nuevas generaciones. Hagamos esa experiencia de Dios, la experiencia de como Dios vence el mal con el bien, el mal con la paciencia, el mal con el perdón, el mal con la comprensión, el mal con la misericordia.
Santa María Inmaculada, de la Dulce Espera, Ruega por nosotros.
P NOEL LOZANO: Sacerdote de la Arquidiócesis de Monterrey. www.padrenoel.com; www.facebook.com/padrelozano; padrenoel@padrenoel.com.mx; @pnoellozano