Maromas, llaves y sopapos

Por: Eli Fuentes

Una gran noche cayó en la ciudad de Monclova, los amantes de la lucha libre asistieron al coliseo, donde desde temprana hora sonaba la música, los más pequeños imitaban a sus luchadores sobre y bajo el cuadrilátero.

Desde temprano la tienda del lugar vendía sus antojitos, frituras, bebidas preferenciales de los aficionados y hasta máscaras para los pequeños.

Saltaron los primeros luchadores y los gritos del encendido público resonaban “Dale duro, pégale de verdad, que le duela, rómpele el brazo”, mientras que otros simplemente observaban los combates.

Conforme transcurría la noche era mas emocionante el ambiente hasta que se llegó el combate final, entre risas, seriedad y gritos los diferentes aficionados observaban a detalle, cada pirueta, llave y maroma eran aplaudidos.

Pero los aficionados de la noche fueron los hermanitos Juan y Ana quienes no pararon de gritar y observar a sus estrellas favoritas, cada fechoría saltaban de su grada y gritaban “Déjalo, no sean montoneros, nada más eso saben hacer, no estás viendo George, vamos técnicos”.

Finalmente cuando finalizó la noche los dos infantes corrieron y abrazaron a sus favoritos.

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