Triunfar a costa de la ética y valores

Por: Carlos Herrera

Ganar es el objetivo principal de la mayoría de los deportes, los eventos o competencias organizadas tienen un podio en el que se premia a los primeros que han alcanzado la meta o que han sido los mejores.

El deseo de ganar o el temor a perder es el motor principal que motiva al deportista a dar su máximo esfuerzo en muchos sentidos para lograr un resultado determinado.

Sin embargo, para llegar al final existe un camino por recorrer,  y es precisamente donde la técnica, estrategia, conocimientos, experiencia y corazón influyen directamente, no sólo para lograr un trofeo, sino en la formación personal de un atleta.

Ahora bien, los que forman parte para lograr dichos objetivos no sólo es el competidor, también lo es la presencia o ausencia de la dirección de un entrenador, el apoyo de los padres o tutores y las circunstancias que lo rodean, todo ello se conjuga para encontrar la máxima expresión de un atleta íntegro o una persona mediocre.

En ésta ocasión, el tema o la pregunta que se hizo hacia algunos que se encuentran en el medio deportivo, es en referencia a las acciones o actitudes que tiene o realiza un entrenador que lo tipifica como “tóxico”.

La palabra tóxico se define como “una sustancia que es venenosa o que puede causar trastornos o la muerte a consecuencia de las lesiones debidas a un efecto químico”.

En base a la definición, haremos una analogía con un entrenador que con su comportamiento o acciones afecta negativamente en el alumno, deportista o competidor, así como la imagen del deporte mismo, he aquí algunos de las opiniones que expresaron algunos que se encuentran dentro de la actividad deportiva.

Un entrenador sin preparación

Al preguntar por un entrenador tóxico, la mayoría de las respuestas se enfocaron a un entrenador que no está capacitado, sin embargo, esto no es del todo cierto, pero ciertamente influye en el resultado físico, técnico, táctico y psicológico.

Lo que marcaría la diferencia sería que las acciones y actitudes vayan en contra de los valores éticos y morales, además que el entrenador se cierre a la capacitación.

 

Gritarle o exhibir al atleta

Tal vez para muchos cause una polémica respecto a esto, porque en algunos deportes incluso se tiene que gritar como parte de una técnica de enfocar su energía, algunos otros lo harían para animar a dar un mejor esfuerzo.

Lo que es cierto es que algunos entrenadores lo hacen para insultar, denigrar o exhibir a un deportista por su mala actuación, siendo que él mismo refleja su incapacidad de lograr un objetivo, o peor aún, mostrar su ira o frustración personal.

 

Usar palabras vulgares

Aunque algunas expresiones o lenguaje coloquial resultan muy florido entre los mexicanos que parece normal decirlos, pero también es para muchos de mal gusto que se digan en eventos deportivos, y más aún cuando tienen la intención de humillar, desacreditar o denigrar a una persona o un equipo.

Cabe mencionar que la imagen de un entrenador, influye mucho como un modelo a seguir por parte de los jugadores o aprendices. Hablar, actuar y enseñar, trasciende en la vida de un niño o joven practicante.

El despecho

Una actitud muy frecuente entre los entrenadores es no aceptar la derrota, y por ello toman actitudes como no saludar a los contrarios, no recoger un trofeo, esto se refleja como una actitud antideportiva que en muchas de las veces no es sancionada.

Avaricioso

Encontrar el deporte como un medio de enriquecerse, es una de las acciones que algunos entrenadores realizan cuando el atleta está en un proceso de formación.

Si bien es cierto que algunos deportistas y entrenadores encuentran sus habilidades como un medio de subsistir, es la ambición lo que marca la diferencia que los nubla anteponiendo los valores de la honestidad, cayendo en robar jugadores y talentos, mentir y manipular en función de obtener dinero, poder o un beneficio personal a costa de un jugador o del deporte mismo.

 

Exigir sin razón

Entrenador que exige resultados de algo que él no ha enseñado, aquél que exige un resultado que no va de acorde con la maduración, el momento o la preparación del deportista que tiene para obtenerlo.

Regularmente pasa cuando los niños apenas entran en una actividad en la que desean divertirse, pero el entrenador  no se da cuenta que cada atleta tiene objetivos determinados y se encuentra en niveles diferentes, las actividades recreativas no son iguales a un entrenamiento de alto rendimiento,  algunos entrenadores no se perciben de ello.

 

Entrenador arrogante

Aquél que piensa que todo gira alrededor de él, no toma en cuenta la opinión de los atletas, mucho menos de los demás, son dueños de la verdad, no se innovan con nuevos programas de trabajo, no se superan porque ya están en la cima.

Sólo cuentan sus triunfos y saludan con sombrero ajeno, pregonan que sin él los atletas o jugadores no son nada, que gracias a él son lo que son, que ninguno se compara con él.

Piensa y cree que los jugadores son de su propiedad,  evita el crecimiento y la superación en el niño o joven. Siempre ve sus intereses antes que el de sus jugadores.

Se creen la causa del éxito y las victimas cuando fracasan, no soportan que el alumno supere al maestro.

EN RESUMEN

Definitivamente existen más ejemplos de actitudes que pueden definir a un entrenador tóxico, sin embargo podemos resumir que la actividad deportiva siempre será para construir.

Cada ejercicio o actividad tendrá por objetivo mejorar y coadyuvar a la armonía del atleta mediante los valores éticos y morales como la libertad, justicia, honestidad, equidad, respeto, compromiso, cooperación, paciencia, dedicación, disciplina, cortesía, amistad, sacrificio, responsabilidad, entre muchos otros que sirven para la vida diaria.

Todo aquel que con plena conciencia realice actos que vaya en contra de éstos valores, seguramente destruirán a corto o mediano plazo la vida de un atleta o de un deporte.

Salir de la versión móvil