Un apasionado del softbol

Por: Luisa Chavez

El deporte corre por las venas de César, su pasión es el softbol, cosechó grandes triunfos y ahora trata de inculcar a sus hijos esta disciplina.

César Almaguer García, nació el 8 de octubre de 1976 en Monclova, Coahuila, es hijo del legendario Juan Almaguer, quien jugó en Liga del Norte y Sucursal de Pericos.

Actualmente tiene 43 años, su esposa es Miriam Ramos y tiene 7 hijos; César, Mileidy, Jesús, Axel, Gael, Emiliano y Ana.

Cuando tenía 10 años comenzó a practicar beisbol con el equipo Bravos de la Ciudad Deportiva en la Liga Ribereña. Durante tres años se mantuvo en el jardín izquierdo y despertó el gusto por el rey de los deportes, sin embargo, por motivos personales dejó de practicarlo.

Fue hasta 1993 cuando volvió al diamante, pero esta vez al softbol. Estudiaba en la FIME de la UA de C, se incorporó al equipo Alcoholes y su debut contra Broncos le conectó tremendo cuadrangular al pitcher Antonio Ibarra. Más tarde se coronó campeón.

Por su buena participación, el profesor Raúl Fraire lo invitó a incorporarse al equipo representativo de la Facultad para jugar en el Inter UA de C. En el clásico contra Metalurgia, se enfrentó en repetidas ocasiones y logró el campeonato, incluso, jugó en Saltillo y Torreón con las diferentes facultades.

Su gustó por el softbol, se extendió a la Liga CANACAR y debutó con Fletes de Arturo Roldan en 1995. En su primer juego era el octavo bat, para el segundo se voló la barda y produjo carreras, que le valió su titularidad. Con este equipo logró 2 campeonatos.

El más reñido fue contra Tarzanes de Arturo Bortoni, quienes contaban con el pitcher Felipe N. de Matamoros, y en un juego le pegó tremendo cuadrangular.

A la par, jugo con los Bravos de Tomás Monsiváis en la Liga Suárez Villastrigo durante dos años, fue titular y era jardinero izquierdo. Y para 1997, debutó en la Liga del Norte con Rieleros de Ciudad Frontera.

En su debut contra Rosita partió el diamante en dos con tremendo tablazo, que le valió recibir la pelota del juego, y se mantuvo durante dos temporadas, sin embargo, se inclinó nuevamente por el softbol.

Su mejor etapa fue de 1999 a 2008. Se incorporó a los Cerveceros de Samaniego en la Liga de Softbol del Oriente. Era un equipo muy completo, se contaba con jugadores como Emilio Carranza, “Lamo” Contreras, Mario Castro, entre otros. La unión, el respeto y el buen juego lo llevaron a conquistar el tetracampeonato.

También jugó con Bancomer de Isaac Estrada, en la Liga Delago. En la temporada 2003 se coronó campeón y en un juego conectó tremendo cuadrangular que cruzó no sólo la barda sino también la carretera 57.

Por si fuera poco, jugó con Polifibras de Alí Martínez (+) en el 8-80, así como Maxitenis, y a la par con los Diablos de la Caliente en el club Totón.

Por motivos personales, tuvo un receso y regresó con más fuerza, pero esta vez en su racha beisbolera.

Su primer equipo en esa nueva etapa, fue los Tigres de Antonio Delgadillo en la Liga Central, luego con Broncos y Marlines, con este último se coronó campeón en el 2010.

Así mismo, jugó con los Diablos de “Grillo” Barboza en la Liga Armando Pruneda. En el juego inaugural se voló la barda y la bola terminó en las casas del sector ante un lanzamiento de Holman Salas.

Otro de sus equipos fue Astros de Sacramento en la Liga Ranchera y se mantuvo durante dos temporadas.

Recientemente juega para Maxsport de Isaac Estrada en la Liga de Softbol AMIME, en Dodgers de Amaya en la Liga de Softbol Frontera y con Red Sox en el beisbol de 40 años y más.

¿Qué representa para usted el softbol?

“Es algo que me gusta mucho, sobre todo disfruto, es un deporte bonito. Ser disciplinado, no perder la calma y entender que es un juego, en ocasiones se gana o ser pierde. La clave es disfrutarlo”.

¿Qué satisfacciones ha tenido como softbolista?

“Conocer a muchas personas y grandes amigos es lo principal. También conectar jonrones, recibir trofeos en los Juegos de Estrellas. Con Tigres en la Liga Central receté 12 ponches consecutivos. Con Teksid en el Totón lancé sin hit ni carrera. Pero sobre todo que mis hijos, siguen mis pasos. Emiliano y Ana están con Blue Jays de la Ribereña”.

¿Cuáles eran los consejos que más recuerda de su padre?

“Él fue un gran beisbolista, me decía que nunca hablara de mí mismo y que las cosas se demuestran con hechos. Recuerdo mucho, estaba jugando en el 8-80 y él me fue a ver, esa vez le pegué un cuadrangular a Arizpe. Mi papá solamente dijo muy bien, era un hombre de pocas palabras”.

¿Intentó alguna vez llegar a nivel profesional?

“A pesar que mi padre lo intentó, llegó hasta sucursal de Pericos, yo no, no era mi meta. En esa época era tímido, me invitaron a varios tryout, me decían que tenía un buen brazo y fuerza, quizás no corrí con suerte o algo así. Yo realmente me dediqué a mi carrera y me gradué como ingeniero”.

¿Cuál es su mejor anécdota en este deporte?

“Son muchas, algo gracioso que me pasó fue en la Liga del Norte. Fue en la Florida, Juan Guerra conecta un batazo a la izquierda, yo iba viendo la bola y me cimbré en la barda, reboté con el hombro. Por fortuna, no me pasó nada”.

¿Sufrió alguna lesión en su trayectoria?

“No grabes. En el softbol, me lastimé el meñique de la mano derecha. En un batazo salió la bola, se me acomodaba agarrarla sin guante y no lo pensé, y pues ahí están las consecuencias. En beisbol, en una barrida en home, se me atoró el pie y sufrí un esguince”.

¿Cuáles fueron los retos más grandes que se enfrentó?

“Quizás jugar durante seis días de la semana, y sacrificar un poco la familia. Como jugador, quizás el cambio de posiciones. En ocasiones me ponían de tercera, no era lo mismo y en otras de pitcher. En la loma de los disparos, recuerdo el juegos de Bravos, entré a relevar, había casa llena y saqué los dos out”.

¿Se juega con la misma pasión el softbol o beisbol actualmente?

“Por mi parte si, juego como si fuera mi primer partido. Me siento físicamente en óptimas condiciones y seguiré hasta que Dios me lo permita”.

¿Por qué una variedad de apodos?

“Es una larga historia. En Delago, mis compañeros Jorge Rangel y Andrés Vázquez, me pusieron la Vaca, uno de ellos estaba rellenito, y me cayó a mí ese apodo. El otro era Cepi, por Cepellín, estaba muy flaco igual que el personaje, y el último fue Barrón, por el grupo musical”.

¿Cuál es el mensaje a las nuevas generaciones?

“Que se apasionen de este deporte de manera sana. Es mejor disfrutarlo con sus amigos y familia, y no llegar al punto de enojarse por perder o algo así. Es un deporte muy bonito, de inteligencia y hay que disfrutarlo al máximo”.

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