Richard Cadbury, fundador de la empresa británica de chocolate del mismo nombre, revolucionó la festividad al introducir cajas de chocolate en forma de corazón en el siglo XIX.
Por: Staff / La Voz
El atractivo del Día de San Valentín persiste, inundándonos con un aluvión de anuncios y novedades en forma de corazón. En medio de este mar de gestos románticos, un símbolo perdurable destaca: el chocolate, el alimento por excelencia del amor.
La asociación entre el chocolate y el romance se remonta a la antigua Mesoamérica, donde los granos de cacao tenían importancia social, utilizados en rituales y como ofrendas que simbolizaban la fertilidad y el amor. Los colonizadores europeos, inicialmente escépticos, eventualmente sucumbieron al encanto del chocolate, llevándolo de vuelta a sus tierras natales donde rápidamente ganó popularidad entre todas las clases sociales.
Sin embargo, fueron los victorianos quienes solidificaron el chocolate como símbolo del romance, especialmente para el Día de San Valentín.
Richard Cadbury, fundador de la empresa británica de chocolate del mismo nombre, revolucionó la festividad al introducir cajas de chocolate en forma de corazón en el siglo XIX, una tradición que continúa en la actualidad.
En América, el vínculo entre el chocolate y el romance se fortaleció aún más con la invención de los “Kisses” de Hershey a principios del siglo XX. Hoy en día, ninguna comida de San Valentín está completa sin incluir postres de chocolate.
En Japón, tradicionalmente se espera que las mujeres compren chocolates para sus enamorados en el Día de San Valentín, una tradición arraigada en campañas de marketing de la década de 1950. Esta práctica de regalar basada en género refleja las normas sociales de la época, donde las mujeres que expresaban su amor abiertamente se consideraban atrevidas.
Muchos anuncios de chocolate hoy en día muestran a mujeres disfrutando de sus golosinas solas, sugiriendo una narrativa donde el chocolate se convierte en un sustituto de otras formas de placer y compañía.
Mientras que el chocolate sigue siendo un símbolo atemporal de amor y afecto, su papel en el romance moderno refleja las normas y expectativas sociales en evolución.