Por: Agencia
La muerte de una mascota puede afectarnos de forma similar a la de un pariente o amigo.
Se desencadenen las mismas fases que las que se producen por la muerte de alguien cercano: negación, ira, depresión y aceptación. Y aunque no existe un manual que nos guíe en nuestro luto, lo más importante es normalizar el proceso. Debemos aceptar las emociones que se desencadenen. Cada animal es único, como también lo es el propietario y la relación que establece con su mascota, habitualmente junto a la pareja o, en familias con niños, los hijos. No es lo mismo que la muerte del animal llegue después de un proceso de envejecimiento natural que permita ir asimilando que llegará el momento de la despedida, que cuando el fallecimiento es imprevisto, provocado por una enfermedad o un accidente. No hay un tiempo definido que se pueda fijar para el duelo: hay personas que necesitarán de meses o incluso un año, mientras que otras, en cambio, en menos tiempo pueden empezar a cerrar la herida emocional abierta tras la pérdida.HABLAR CON LOS NIÑOS
¿CÓMO DESPEDIRNOS?
- Enterrarla en un espacio habilitado para ello (informaros previamente de las normativas al respecto en nuestra comunidad).
- También existe la opción de conservar sus restos en una urna, una vez hayan sido incinerados en un crematorio especial.
- Preparar un pequeño altar en casa en honor a nuestra mascota.
- Plantar un árbol o semillas en una maceta que simbolicen a nuestro animal.
- Guardar en una cajita o cofre sus pertenencias, como collar, juguete favorito, placa con su nombre.
- Soltar globos en recuerdo a nuestra mascota.
¿CUÁNDO TENER UNA NUEVA MASCOTA?
La precipitación y las prisas no son buenas consejeras en este caso.
Ni tampoco hay que guiarse por la creencia, equivocada, de que la llegada de una nueva mascota ayudará a pasar el dolor y la tristeza.
La llegada de un nuevo animal en casa en ningún caso servirá para sustituir al fallecido.
Reemplazar es, por tanto, misión imposible, porque puede generar frustración e incluso rechazo hacia el animal que acabamos de acoger.
Hay que evitar tener una semejante físicamente y no ponerle el mismo nombre.