Por: Agencia
Al igual que los seres humanos, los perros pueden experimentar tristeza, alegría, miedo o angustia. Pero además de estas emociones, también son capaces de sonreír. Así lo explicó Alfredo Tejeda Perea, académico de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
“Los perros cuando realmente están disfrutando, sí cambian la expresión facial. Entonces, sí existe la sonrisa de perro cuando realmente se lo está pasando bien, pero además, hay algunos que de hecho exageran, que deben ser animales que vienen de una familia muy feliz, y que entonces entienden que esa expresión facial es parte de sentirse bien con el resto de los individuos”, explicó el experto, en entrevista con Unam Global.
En Instagram, Facebook o Twitter, se viralizan frecuentemente videos en los que un perro sonríe de forma desmesurada a la cámara. Y quizás, si eres dueño de un can, has podido ver esa sonrisa infinita tan divertida en primera persona. Pero, ¿cómo aprendieron ese gesto?
De acuerdo a Tejeda Perea, se trata de un proceso cognitivo de miles de años que se remonta a los inicios de la domesticación del lobo. Al empezar a convivir con la raza humana, esta especie salvaje no sólo sufrió cambios en su anatomía -haciéndose más pequeños-, sino que también desarrolló su sistema límbico, encargado de las emociones, y mejoró su capacidad para integrarse.
“El proceso de domesticación con perros y humanos ha sido muy largo y lo que trajo consigo fue cambios muy importantes, sobre todo a nivel cerebral. Se habla de más de 100,000 años de lobos con humanos; de perros ya concretamente no han cambiado mucho las fechas, entre 15,000 y 16,000 años”, explicó el académico.
“El acercamiento con los humanos lo que hizo es hacer cambios a nivel justamente del procesamiento de emociones. El sistema límbico lo que hizo es mejorar la capacidad integrativa que tienen los perros para convivir con los humanos. Pero no fue, ‘yo humano maravilloso quiero que tú seas perro y ya no seas lobo’. Hubo diferencias individuales, y parece que hubo ciertos lobos que tuvieron la capacidad de hacerse más simpáticos y menos agresivos a los humanos".
Al comenzar a convivir con los humanos, los lobos evolucionaron y experimentó cambios en su sistema límbico. Finalmente, los perros lograron imitar la sonrisa de sus dueños, al asociarla con momentos de intensa alegría (Foto: Shutterstock)
Al comenzar a convivir con los humanos, los lobos evolucionaron y experimentó cambios en su sistema límbico. Finalmente, los perros lograron imitar la sonrisa de sus dueños, al asociarla con momentos de intensa alegría (Foto: Shutterstock)
Con los años, el can logró entender la sonrisa de su dueño. Comprendió que se trataba de una expresión que se asociaba a momentos de felicidad y diversión, y finalmente, consiguió imitarla. Según relató el investigador de la UNAM, esto fue gracias a las neuronas espejo, un mecanismo neuronal que tienen casi todos los animales sociales -incluidos los seres humanos-, y que permite interpretar el lenguaje no verbal y las emociones ajenas.
“Si en algo son bueno los perros, que es parte de los resultados de etología cognitiva, es en que leen todo lo que es lenguaje no verbal, todo lo que es la parte emocional. Se ha ido de hecho confirmando con la teoría de las neuronas espejo”, apuntó Tejeda Perea.
La etología cognitiva es la ciencia que estudia el comportamiento de los animales. A través de tomografías, ha investigado las emociones de los perros y ha analizado de forma comparativa hasta qué punto estas mascotas procesan las emociones igual que las personas.
“¿Qué sabemos ahorita gracias a esta retórica cognitiva? Gracias a que hay muchos avances en tomografías, [...] sabemos que sí, que por lo menos en la parte emocional comparten muchas estructuras neurológicas muy parecidas a las nuestras”, indicó el experto en medicina veterinaria.
Hasta el momento, parece que el can es el único animal capaz de sonreír. Otros mamíferos también experimentan alegría, pero lo expresan corriendo o saltando.
A través de la etología cognitiva se ha demostrado que los perros sienten alegría, miedo, celos o agresividad. Ahora, diversos estudios tratan de averiguar si conocen otras emociones, como la empatía o la vergüenza.