En las áridas tierras de Coahuila, donde el viento susurra historias de resistencia, César Niño se define como un "apache del siglo XXI". Su lucha no es con armas, sino con la memoria, la organización y el reconocimiento. Como líder de los Apaches Kune-Tsa, busca preservar la cultura de su pueblo y transmitir su historia a las nuevas generaciones. A través de esta conversación, nos adentramos en las raíces, desafíos y esperanzas de un pueblo que ha sobrevivido siglos de persecución y marginación, pero que sigue de pie con orgullo y dignidad.
Identidad y cultura apache en el siglo XXI
— Se define como un "apache del siglo XXI". ¿Qué significa para usted esta identidad en el mundo actual?
— Significa que, aunque los tiempos han cambiado, seguimos siendo apaches. Nos hemos adaptado a la modernidad y a la tecnología sin perder nuestra esencia. Nuestra cultura no es un vestigio del pasado ni un espectáculo folclórico. Somos una cultura viva, con nuestra propia verdad y nuestra identidad intacta.
Los apaches no somos historia muerta en los libros, somos una nación con costumbres, valores y tradiciones que han sobrevivido a pesar de los intentos de exterminio. Nuestra sangre sigue fluyendo con la misma fuerza de nuestros antepasados.
— ¿Cuáles son los principales valores y tradiciones que han logrado preservar?
— El honor, la lealtad y el respeto a la dignidad humana son nuestros pilares. También conservamos nuestra gastronomía, la elaboración de artesanías e instrumentos tradicionales, nuestra indumentaria y, sobre todo, nuestra conexión con la naturaleza.
Además, la comunidad sigue practicando actividades ancestrales como la caza, la recolección de plantas medicinales y la fabricación de herramientas tradicionales, como arcos y flechas. La sabiduría de nuestros ancianos sigue guiando nuestras acciones, y el conocimiento se transmite de generación en generación.
-los apaches no son folclor. ¿A qué se refiere con esto?
— A que no somos personajes de películas ni un grupo que se viste de apache para eventos culturales. Somos un pueblo originario con historia, cosmovisión y derechos. No vamos a cumplir con las ideas erróneas que han transmitido historiadores y cineastas.
Nos han intentado reducir a un estereotipo de Hollywood, con penachos de plumas exóticas y gritos de guerra, pero somos mucho más que eso. No somos una atracción turística ni un grupo folclórico para festivales. Somos una comunidad con una cultura viva y una lucha real por nuestro reconocimiento.
— ¿Qué desafíos enfrenta hoy un apache para mantener sus raíces?
— El mayor reto es el desconocimiento y la discriminación. Mucha gente nos cuestiona, nos mira con sorpresa o cree que somos parte de un espectáculo. También está la lucha por nuestras tierras, pues históricamente hemos sido desplazados. Queremos preservar nuestra cultura sin que la modernidad nos obligue a desaparecer.
En la actualidad, enfrentamos el despojo de nuestras tierras, la falta de acceso a recursos naturales y la marginación social. Las políticas gubernamentales no nos han favorecido, y la educación en las escuelas rara vez menciona nuestra verdadera historia. Es una batalla constante para que se nos reconozca como lo que somos: un pueblo originario con derechos y una identidad legítima.
Historia y resistencia de los apaches
— ¿Cómo ha sido la lucha de los apaches en México para ser reconocidos?
— Hace unos 12 o 13 años comenzó un resurgimiento global de comunidades indígenas, y nosotros nos sumamos para recuperar nuestra cultura ancestral. Hace tres años logramos que el gobierno de Coahuila nos reconociera como pueblo originario. Esto fue un gran avance, pero todavía falta mucho.
La historia de la migración apache hacia Coahuila y su establecimiento en Ocampo, Nadadores y Cuatro Ciénegas es un relato de resistencia y adaptación. A lo largo de los siglos, hemos sido perseguidos y desplazados, pero nunca hemos renunciado a nuestra identidad.
Hoy, seguimos en un proceso activo de recuperación de nuestro territorio sagrado. A través de la organización comunitaria y la defensa legal de nuestros derechos, buscamos garantizar que las futuras generaciones puedan vivir en armonía con su entorno y que nuestro legado cultural continúe prosperando.
— ¿Qué cree que se ha tergiversado sobre los apaches en la historia oficial?
— Se nos ha pintado como invasores o nómadas sin territorio fijo, cuando en realidad siempre hemos tenido raíces profundas en estas tierras. Nuestra cosmovisión y nuestras formas tradicionales de vida han sido distorsionadas para justificar el despojo de nuestros territorios.
El siglo XX trajo consigo nuevos desafíos. La modernización del Estado mexicano y las políticas de desarrollo impulsadas después de la Revolución comenzaron a amenazar nuestra supervivencia. La expansión minera, agrícola y ganadera en el norte de México puso en peligro nuestros territorios tradicionales. Cuatro Ciénegas, un área con recursos naturales valiosos, no fue la excepción. Nuestra comunidad tuvo que adaptarse a un entorno cada vez más hostil.
— ¿Todavía sienten discriminación o barreras para preservar su cultura?
— Sin duda. Aunque hemos avanzado en el reconocimiento legal, la discriminación sigue presente. Nos ven como una comunidad extinta o como una curiosidad histórica. Además, muchas veces se nos niegan recursos o apoyos gubernamentales porque no encajamos en los esquemas de otras comunidades indígenas reconocidas oficialmente.
Vida personal y espiritualidad
— ¿Cómo es un día en su vida?
— Mi vida es una combinación de tradición y modernidad. Mantengo vivas nuestras costumbres y, al mismo tiempo, lucho en espacios oficiales por el reconocimiento de nuestra comunidad.
Me levanto temprano, practico ejercicios de meditación y agradecimiento a la naturaleza. Trabajo en la organización de nuestra comunidad y en la difusión de nuestra cultura. También paso tiempo con los más jóvenes, enseñándoles sobre nuestras raíces y valores.
— ¿Qué significado tiene la espiritualidad en su comunidad?
— Nuestra espiritualidad está profundamente ligada a la naturaleza. Creemos en el poder de los elementos: el fuego, el viento, la tierra, el agua y el universo. Todo está conectado, y nuestra relación con la naturaleza es sagrada.
— ¿Cómo ha cambiado la relación de los apaches con la naturaleza y el territorio?
— Durante siglos, hemos sido guardianes del equilibrio natural. Sin embargo, la explotación de recursos ha cambiado drásticamente el paisaje y ha dificultado nuestra forma de vida tradicional.
A pesar de esto, seguimos luchando por la conservación de nuestro territorio sagrado y trabajamos en estrategias de autodefensa territorial. Buscamos el reconocimiento legal de nuestras tierras y la preservación del patrimonio biocultural de Cuatro Ciénegas.
— ¿Cómo se ve el futuro de su comunidad?
— Si logramos fortalecer nuestra organización y preservar nuestras tradiciones, el futuro de nuestra comunidad será brillante. Pero necesitamos apoyo, reconocimiento y oportunidades para desarrollarnos sin perder nuestra esencia.
— Si pudiera cambiar algo en la sociedad mexicana respecto a los pueblos indígenas, ¿qué sería?
— El fin de la persecución, los genocidios y el exterminio de nuestros hermanos indígenas. Coahuila tenía más de 150 etnias o grupos nómadas, y muchos han desaparecido por la violencia y la marginación.
— ¿Qué mensaje le gustaría dejar a las nuevas generaciones de apaches?
— Que nunca olviden quiénes son, de dónde vienen y que su historia es su mayor fortaleza.
— ¿Cómo le gustaría que lo recordaran en el futuro?
— Como un buen hijo, buen padre, buen hermano, un buen compañero y, sobre todo, alguien que luchó por recuperar la cultura de su pueblo.
El eco de una lucha que no termina
La historia de César Niño Flores y los Apaches Kune-Tsa es un recordatorio de que la resistencia indígena no es cosa del pasado, sino una lucha que sigue viva en el presente. A lo largo de los siglos, los apaches han sido perseguidos, desplazados y silenciados, pero nunca han desaparecido. Hoy, con la modernidad imponiendo nuevos desafíos, su batalla no es con flechas y caballos, sino con el conocimiento, la memoria y la exigencia de derechos.
El pueblo apache no pide limosnas ni caridad, exige reconocimiento y respeto. No busca ser un adorno en festivales ni una nota de pie de página en los libros de historia. Son una cultura viva, con un legado que sigue latiendo en cada uno de sus miembros. Mientras haya apaches que cuenten su historia, que transmitan su conocimiento y que defiendan su identidad, la lucha continuará. Y aunque el mundo intente ignorarlos, la voz de los apaches seguirá resonando, como el viento que nunca se detiene en las tierras del norte