Un día como hoy se celebra en México El Día del Médico Veterinario, profesionistas que tienen en su mano la vida y la salud de los animales en sus diferentes especies, Juan Francisco Rodríguez de Mancinas tiene 25 años teniendo amor y respeto por animales y por su profesión pero además es pastor en una iglesia cristiana por lo que combina ambas labores para hacer el mejor de los trabajos.
Estudió en la Escuela Superior de Agricultura y Veterinaria del Municipio de San Buenaventura, eligió esta carrera porque de pequeño le gustaba mucho estar cerca de los animales.
Recuerda que cuando era niño siempre tuvo inclinación a recoger perritos que encontraba en la calle, se compadecía de ellos y hacía todo lo que estaba en sus manos por que estuvieran bien, pareciera que heredó de su madre el amor por lo animales pues una vez vieron cuando un perro fue atacado con otro, lo hirió, recuerda que su mamá lo llevó a casa y le hizo curación, después el perro se recuperó.
Ese fue un gesto muy grande, que vive en su memoria y su corazón, además recordó a su perrito “Golindrino” quien lo esperaba siempre afuera de su casa, cuando el regresaba de la escuela, siempre estaba ahí su amigo fiel.
Otra de las cosas que lo indujeron, fue que su abuelo era pastor de cabras, Francisco recuerda que disfrutaba mucho de esas tardes de caminar junto con su abuelo y perderse entre las cabras y jugar con los perros al mismo tiempo.
Todo eso lo llevó a elegir esta carrera de la que no se arrepiente y que ha disfrutado al máximo, hoy tiene su negocio en la calle Minatitlán 605 de la colonia Guadalupe en donde ya tiene sus clientes que ha conservado durante años por su labor.
Lo que más le ha gustado de su experiencia fue la vez que pudieron operar un tumor de un perro que tenía 16 años de edad, los integrantes de su familia, pensaron que no iba a sobrevivir, pero si lo hizo.
No puede olvidarse de la sonrisa de los niños, fue una experiencia bonita ver a esos niños seguir con su perro quien vivió 5 años más de vida, hasta que murió debido a su edad.
Otra experiencia, fue cuando un cachorro enfermó y una de las niñas era quien lo veía, ella angustiada llamaba al médico veterinario sin importar la hora, pues llegó hacerlo durante la madrugada para ver como seguía su mascota, era un caso de parvovirus que no tenía solución.
Juan Francisco además de ser médico veterinario es pastor, por lo que recuerda que en ese caso donde no había solución, le dijo a la pequeña que sí creía en Dios, orara pues solo él podía hacer que el perro sanara y así pasó.
“Definitivamente que la medicina tiene un aspecto que no se puede negar, hay que prepararse al cien con medicamentos y conocimientos, pero nunca olvidar que Dios nos da un don para curar, yo en cada trabajo le pido a Dios que me ayude”, comentó.
De las más tristes experiencias que le ha tocado a lo largo de su carrera, es tener que dar malas noticias, como el caso de un perrito de cinco años que era la niña de un hogar, de un momento a otro cambió, ya no era lo mismo y la llevaron al veterinario quien se cansó de buscar su padecimiento hasta que llegó a la conclusión de que la perrita había caído en una depresión por la muerte de alguien de la familia, la tristeza profunda la mató.
Pero no solo ha atendido a perros, también lo hizo con un cocodrilo, nadie lo quería atender por lo peligroso que es, pero él se animó y aunque no es lo mismo hizo lo que haría en una iguana, el cocodrilo tenía problemas de hígado, fue impresionante, aunque no tenía especialidad en animales silvestres, el resultado fue favorable.
“Lo impresionante no son los animales grandes, son los pitones, iguanas, un pajarito que se le quebró un ala, una patita, el pico, que está enfermo, unos puercoespín”, comentó.
A la fecha tiene aproximadamente 15 mordidas, en el abdomen, en el brazo, en diferentes partes del cuerpo y ha sido por parte de perritos pequeños como los chihuahua hasta un rottweiler.
Para él es indispensable no solo tener gusto por los animales, es tener el valor de abrir un perro, gato, consejo y que no gane el miedo, se necesita un equilibrio emocional, pues considera que si la persona es demasiado sentimental no es una persona apta para estudiar medicina veterinaria.