Luego del despido de varias docentes en el Colegio Guadalupe Victoria de Monclova por tener tatuajes visibles, nuevas denuncias han comenzado a surgir, señalando que las decisiones del plantel no se limitaron a la imagen física, sino que también se tomaron en función de creencias personales, espiritualidad y orientación sexual.
Extrabajadoras del plantel, que hablaron bajo anonimato por temor a represalias, relataron que una maestra fue despedida presuntamente por mantener una relación con otra mujer. A pesar de que, según sus compañeras, su desempeño era profesional y comprometido, su orientación sexual fue motivo suficiente para ser removida.
Tras ese hecho, otra docente habría intentado defenderla, lo cual desató una serie de hostigamientos en su contra por parte de integrantes religiosas del colegio. "La humillaban en juntas internas, cuestionaban su aspecto físico, su manera de hablar, y le decían frases como ´estamos orando para que Dios te llene la cabeza porque no sabes nada´", se relata en uno de los testimonios.
Las presiones continuaron hasta que algunas maestras decidieron renunciar por la tensión emocional y el ambiente hostil que se generó en sus áreas de trabajo. "Regresaba llorando a la oficina tras las juntas. La expusieron varias veces frente a directivos. Fue una campaña de desgaste", compartieron.
Además, denunciaron que otras docentes fueron señaladas y marginadas por usar pulseras consideradas como "amuletos de la suerte", portar incienso en sus oficinas o realizar prácticas espirituales que no coincidían con la línea religiosa del plantel. "Todo lo que no encajara con sus creencias era mal visto, y a veces motivo para cuestionar tu permanencia", afirman.
Según los testimonios, el equipo de trabajo contaba con métodos y protocolos bien estructurados, incluso reconocidos en capacitaciones externas, pero al intentar dar seguimiento a casos delicados de alumnos, como bullying o problemas emocionales por violencia familiar, se les negó el respaldo institucional. "Cuando una coordinadora quiso canalizar dos casos ante las autoridades competentes, fue rechazada, tachada de exagerada y bloqueada en su labor con alumnos que necesitaban apoyo especial", relatan.
Hasta el momento, el Colegio Guadalupe Victoria no ha emitido postura oficial ante estas nuevas acusaciones, mientras que la opinión pública se mantiene dividida. Por un lado, hay quienes consideran que, como institución privada, el colegio tiene derecho a establecer lineamientos; por otro, hay quienes cuestionan si estas normas están atentando contra los derechos humanos y laborales de su personal.