La historia de Ángel Enrique N., conocido en el sector Oriente de Monclova como "La Ardilla", no solo retrata una serie de delitos, sino también un drama social que evidencia el abandono, la pobreza, la drogadicción y la falta de oportunidades que marcan el camino de muchos jóvenes en situación de vulnerabilidad.
Con apenas 25 años de edad y una educación truncada en el segundo año de primaria, Ángel fue vinculado a proceso penal este miércoles por el delito de robo agravado en local comercial, bajo la causa 626/2025. El atraco, cometido la noche del 25 de abril en una tienda de conveniencia ubicada en la colonia Buenos Aires, fue violento y quedó registrado en cámaras de seguridad.
Empuñando un cuchillo cebollero, Ángel intimidó a dos empleados. "Ya sabes, echen el dinero de volada, órale culera, es rápido", les dijo mientras tomaba la caja del dinero. El monto robado ascendió a apenas mil 298 pesos. Antes de huir, volvió a amenazarlos: "si dicen algo, habrá consecuencias, yo me entero de todo".
Lo que parece otro hecho delictivo más, toma otra dimensión al escuchar el entorno de donde proviene. Según su madre, vive en condiciones precarias, en tapias abandonadas de la colonia Córdova. Ella misma intentó ayudarlo, internándolo en un centro de rehabilitación, del cual él escapaba frecuentemente. Un día dejó de regresar, y desde entonces, no supo más de él, incluso en una ocasión ella misma habló a las autoridades cuando intentó robarle una pantalla, un tanque de gas y otros artículos, amenazándola con matarla sí se oponía.
El historial delictivo de "La Ardilla" es extenso y violento: en noviembre de 2022 fue detenido tras intentar robar un templo armado con un cuchillo, y confesó haber herido a un hombre con el que forcejeó. En octubre de 2021 fue arrestado luego de intentar agredir a su propia madre con un arma blanca y robarle pertenencias. En todos los casos, el común denominador ha sido la desesperación, la adicción y la falta de rumbo.
Durante la audiencia en Saltillo, donde permanece recluido por otros delitos, su defensora de oficio, Teresa Heredia, le informó de los cargos y de su derecho a guardar silencio. Con rostro serio y sin oponer resistencia, Ángel solo respondió que su máximo nivel de estudios fue segundo de primaria.
El juez determinó vincularlo a proceso y fijó un plazo de investigación complementaria de dos meses, sin medidas cautelares adicionales por encontrarse ya privado de la libertad. Será regresado al penal de Saltillo, donde espera el curso de este nuevo proceso.
El caso de Ángel Enrique no busca justificar la violencia ni restar gravedad a sus actos. Pero sí obliga a mirar más allá de los expedientes judiciales: a preguntarnos cómo llega un niño a convertirse en "La Ardilla", un joven temido por su barrio, arrastrado por la droga y la violencia, en una ciudad donde muchas veces la marginación es más fuerte que la justicia.