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Coahuila

El frío cala más allá de los huesos en el sector 21 de marzo: una súplica por ayuda

En el oriente de Monclova, en el sector 21 de marzo, el frío no solo cala en los huesos, sino que congela la esperanza de las familias más vulnerables.

Por Adriana Cruz - 21 enero, 2025 - 11:51 a.m.
El frío cala más allá de los huesos en el sector 21 de marzo: una súplica por ayuda

En el oriente de Monclova, en el sector 21 de marzo, el frío no solo cala en los huesos, sino que congela la esperanza de las familias más vulnerables. Este martes, la ciudad amaneció con una temperatura de menos cinco grados y una sensación térmica aún más extrema. En esta zona, donde las carencias son el pan de cada día, el frío se vive como un enemigo implacable.

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Los pantalones, rígidos como si fueran de cristal, cuelgan inertes en los alambres de púas que dividen los hogares. Aquí, las bardas no son de ladrillo ni concreto; son límites frágiles que apenas separan una casa de otra. Las viviendas, hechas de madera, láminas y cartón, son un débil refugio contra las ráfagas heladas que se cuelan sin permiso, congelando cada rincón.

En este lugar, las familias enfrentan la crudeza del invierno con lo poco que tienen. Padres y madres se preocupan por sus hijos, abuelos se arropan con mantas desgastadas y los más pequeños, con mejillas rojizas por el frío, apenas entienden por qué este invierno parece más cruel que los anteriores.

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"Solo queremos un poco de ayuda", dice Víctor Eduardo padre de tres hijos y trabajador del municipio de Monclova, señaló que este día se les permitió no asistir, pues es trabajador en el área de limpieza.

"Mis hijos más pequeños están con su abuela,"

Como el, muchos habitantes del sector 21 de marzo claman a las autoridades por hules, cobijas y cualquier tipo de apoyo que les permita resguardar sus viviendas y, sobre todo, proteger a sus seres queridos.

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El frío no discrimina, pero las carencias hacen que su impacto sea mucho más severo. En cada casa hay una historia de lucha: una abuela que comparte su único suéter con sus nietos, una madre que se despierta de madrugada para cubrir a su mascota con cobijas  y niños que, a pesar de todo, encuentran motivos para sonreír.

Este sector es un recordatorio de las desigualdades que persisten en nuestra sociedad. Mientras algunos celebran el invierno con bebidas calientes y calefactores, aquí la prioridad es sobrevivir. La comunidad no pide lujos, solo la posibilidad de enfrentar el clima con dignidad.

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Las familias del sector 21 de marzo necesitan más que palabras; necesitan acciones. Porque el frío no espera, y con cada noche helada que pasa, la situación se vuelve más desesperada. La solidaridad, esa chispa humana que enciende el calor en los momentos más oscuros, podría ser la diferencia entre una noche fría más y una oportunidad para recuperar la esperanza.

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