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El genio más iluminado de la historia de México

Pionero en el descubrimiento y la invención a nivel mundial, permanece oculto en el baúl de la historia.

Yolo Camotes
Por Yolo Camotes - 06 julio, 2021 - 10:09 p.m.
El genio más iluminado de la historia de México

A lo largo de la historia, con la ayuda de genios científicos, la humanidad ha logrado desentrañar muchos de los secretos de la naturaleza para hacer de nuestro mundo, un lugar mejor.

Hoy quiero hablarles de uno de los más grandes genios mexicanos, lamentablemente nunca recibió el reconocimiento que merecía y sus inventos prácticamente fueron plagiados. 

Me refiero a José Francisco Estrada Murguía, “el genio más iluminado de la historia de México”.

Nació en San Luís potosí, el 11 de febrero de 1938, fue hijo del Doctor Francisco Javier Estrada de Luisa Murguía Mujica.

Se crio en una familia de ocho hermanos y hermanas, José Francisco Estrada, es sin duda el científico más grande y fértil y paradójicamente el menos conocido en la historia de México.

Desde niño su padre le inculcó el amor por la ciencia y por la educación, en especial de filosofía, humanidades, música y por supuesto la física.

Francisco estudió sus primeras letras en la ciudad de San Luis Potosí, posteriormente y debido a la profesión de su padre, estudiaría en México latinidad, en el colegio de San Gregorio.

En 1854, estudiaría Lógica en el Colegio de San Idelfonso, regresando a San Luís potosí, donde estudiarían matemáticas, para luego retornar a la Ciudad de México a continuar sus estudios de Física.

Francisco, era un joven curioso que conoció y se adentró en los estudios de mecánica, hidrodinámica, movimiento de los gases, estática, cinemática, dinámica, electromagnetismo, termodinámica, meteorología, electroquímica, óptica y medicina, titulándose por cierto en el año de 1861 en Farmacología.

Francisco siendo un gran estudioso de la Física, comenzó a aplicar sus conocimientos de electromagnetismo, diseñando y elaborando sus primeros inventos.

Por supuesto, no todo eran estudios y libros, en 1866, Francisco conocería y se casaría con la bella señorita Trinidad Blanco, con quien procrearía dos hijos: Ángel y Carlos.

Carlos por desgracia fallecería a los 18 años de edad, como consecuencia de una pelea por una apuesta de toros.

Su hija, conocería a un buen hombre con el que se casaría y tendría descendencia, pero se perdería en la historia.

En el año de 1868, Francisco impartiría la cátedra de Física en la Escuela Nacional de Medicina, siendo por cierto una de las clases con mayor alumnado.

Era un profesor que enseñaba su materia de forma apasionante y sencilla despertando la curiosidad de sus alumnos.

Uno de sus logros que pocos conocen, es de hecho un momento único en México y en el mundo, al conseguir por primera vez en la historia moderna, el encendido de la primera luz de arco eléctrico en el planeta.

Francisco Estrada junto al regiomontano Pedro Dionisio de la Garza, (primer mexicano en doctorarse en el área de la física), anunciaron que mostrarían “algo que dejaría a todos sorprendidos”, y que cambiaría la forma de ver el mundo.

Fue durante un evento de caridad que se realizó en el Instituto Científico y Literario de San Luís Potosí, hoy edificio central de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, en noviembre de 1877, que Estrada y de la Garza, subieron a un estrado para anunciar a toda voz:

“Damas y caballeros, es para mí un honor de presentarles, que digo yo, el mostrarles, nuestra sencilla aportación al mundo”.

Enseguida ordenó que se apagarán las luminarias de la plaza de armas, todo se volvió oscuridad, la gente murmuraba y se preguntaba qué pasaría.

Repentinamente uno a uno, varias luminarias artificiales, fuego técnico, iluminarían el frente y uno de los laterales del Palacio de Gobierno en la Plaza de Armas de San Luís.

Las calles que ahora conocemos como Hidalgo y Carranza en la ciudad de San Luis Potosí, fueron las primeras que tuvieron alumbrado eléctrico no sólo en México, si no en el mundo.

“La noche se torna de día, la luz arroja las tinieblas, el hombre desciende su luz interna, es a través del conocimiento desecha la ignorancia”, citó un hombre al ver el alumbrado.

Este acontecimiento es importante, pues dos años después, el 22 de octubre de 1879, Thomas Alba Edison, presentaría su propia bombilla eléctrica y aunque se le considera el inventor oficial de la misma, obviamente esto no fue así.

Este éxito de Francisco no es el único en su legado, años antes, entre 1873 en 1865, realizaría investigaciones de regeneración dinámica de la electricidad.

En otras palabras, como generar la energía eléctrica, que, hasta ese entonces, no se sabía a ciencia cierta cómo era esto posible.

Esta investigación no le fue reconocida a nivel internacional, para posteriormente reconocerle una ponencia igual a un británico, quien la hizo suya ante la Real Academia de Ciencias en Londres.

Pero Francisco no se desanimó, para demostrar las conclusiones a las que llegó con estos estudios, construyó a principios de 1868, un prototipo que servía como motor eléctrico.

Francisco Estrada mandó a construir esta máquina a Francia, específicamente a la casa Berger, donde envió los planos para el modelo definitivo.

“De pura casualidad”, irónicamente hablando, en el año de 1871, el Belga Zenobe Gramme, daría a conocer ante la academia de las ciencias de París, una máquina idéntica a la descrita en los planos de Francisco, la cual llamaría por supuesto: Dinamo de Gramme.

Esta máquina es considerada hoy, como el primer generador eléctrico que se usó en la industria.

Cuando Francisco reclamó el robo de su invento, las autoridades le dijeron que no había sido un robo, sino una “apropiación intelectual no intencionada”.

Curiosamente unas semanas después, Francisco sería nombrado miembro de la Academia de las Ciencias de París, a pesar de que él jamás había solicitado su ingreso, posiblemente como una forma de que guardara silencio.

Sobre el robo de este invento del Dínamo de Gramme, que por cierto hasta hoy en día no ha sido corregido y se la adjudica erróneamente su invención.

Para colmo de males, en el mismo año, en 1871, a Francisco le sería diagnosticado una extraña enfermedad llamada Ataxia Locomotriz que básicamente es una infección de los nervios que va degenerando de manera progresiva las fibras nerviosas de la médula espinal.

Vendría esto a limitar dolorosamente los movimientos y la pérdida de la visión de Francisco, el cual terminaría de perderla totalmente en 1874.

No obstante, continuaría con sus clases en el Instituto Científico, sus alumnos iban por el muy temprano por las mañanas, para llevarlo hasta el centro de estudios y las tardes lo regresaban.

A pesar de esto, Francisco siguió inventando e innovando, su mente aún permanecía fresca y poderosa.

Estando en silla de ruedas, Francisco también realizó investigaciones en energía solar, estableció el principio de lo que hoy conocemos como paneles solares.

Inventaría máquinas de vapor impulsadas con hielo en lugar de combustible, inventaría termómetros de agua, telégrafos, barómetros, pianos eléctricos y hasta un equipo para anticiparse a terremotos.

A pesar de haber padecido la prolongada Ataxia Locomotriz y prácticamente quedara ciego, fue justamente en ese periodo donde su creatividad e inventiva resultaría más abundante.

Durante su vida, recibiría un diploma de la Sección de Ciencias Físicas y Químicas del Ministerio de Fomento de los Estados Unidos.

La Sociedad la Historia Natural de la ciudad de México lo nombraría miembro honorario el 11 de septiembre de 1879, dispensándole la postulación, algo que rara vez se concedía.

Además de la máquina con la que produjo la luz eléctrica, les dejo aquí una pequeña lista de sus inventos:

Barómetro de mínima, termómetro metálico, reproducción indefinida de la intensidad estática, instrumento para medir la velocidad de electricidad, empleo de rayos solares como potencia motriz, máquina de vapor sin fuego empleando hielo y sustitución del combustible.

Logró explicar el movimiento del radiómetro de Crookes, en gases enrarecidos.

Inventaría una pequeña lámpara de incandescencia de arco, lo que hoy conocemos coloquialmente como lámpara de mano.

También inventó un nuevo manipulador de teclado para el alfabeto morse, reformó y mejoró el teclado de Cooper, creó nuevos sistemas de transmisión telegráfica dúplex, inventó un micrófono y transmisor a gran distancia sobre un nuevo sistema de transmisión telefónica con reformas en los teléfonos.

Crearía un sistema de predicción de temblores de tierra y erupciones volcánicas verificadas a través del teléfono al cual llamó sismófono. Crearía una balanza geológica electromagnética, nuevos sistemas de comunicación eléctrica entre los telégrafos de las vías férreas y los trenes en movimiento, es decir inventó el telégrafo inalámbrico, el cual Nikola Tesla, años más tarde, redescubriría, a este último Marconi también le robaría el invento.

Por cierto, Tesla, indiscutiblemente uno de los más grandes inventores de la época moderna, basaría varios sus inventos, en los escritos de Francisco.

Francisco, también estudiaría la relación entre el cólera y las moscas, es decir la propagación de este cólera por las mismas.

En cuanto a Tomas Alba Edison, les he hablado de su posible origen mexicano basado en testimonios y documentos de la época, así como otra clase de pruebas físicas.

Algo poco sabido, es que Edison y Estada se conocieron en Zacatecas, en donde intercambiaron ideas sobre los trabajos de ambos.

Se ha llegado a rumorar que Edison siendo la persona que era, un genio, por una parte, pero un raterazo por otra, aunque fuera mexicano eso no lo hizo menos pillo.

Edison le robaría el invento a Estrada de la lámpara incandescente.

Francisco Estrada tuvo una vida sencilla, no presumía su inteligencia, se dedicó al estudio creativo y al servicio a los demás.

Su vida por desgracia terminaría el 12 de febrero de 1905, sus últimos momentos fueron tristes, pero sus últimas palabras grandiosas.

Testigos aseguran que dijo: “Me apagó, pero mi alma se enciende al morir”. 

En “agradecimiento” por haber puesto en alto la ciencia en el nombre de México, y al no haber quien se hiciera cargo de sus gastos funerarios, sus restos serían arrojados a una fosa común del Panteón de Dolores o el Panteón Civil de la Ciudad de México.

Pero, ¿Por qué se olvidó a este gran científico mexicano a la altura de personajes como Nikola Tesla?

Esto quizás se deba a que finales del siglo 19, las universidades mexicanas, actuaban más como formadoras de personal técnico, que como centros de cultivo de conocimiento.

En aquel entonces la mentalidad científica del país, era que la generación de una patente o un invento, no era considerado con un factor de crecimiento industrial y económico.

Eso impedía que hubiera financiamiento público e incluso privado hacia los inventores.

Encima de ello, el aspecto político estuvo en contra de Francisco Estrada, ya que en ese momento México atravesaba por el periodo de la intervención francesa.

Estrada fue partidario de la monarquía en México, aunque no era conservador, no estaba anclado a un bando político y siempre estuvo abierto a ideas que ayudaran al progreso del país.

Francisco vio en Maximiliano a un patrocinador de las ciencias y las artes, algo que ningún gobierno hasta la fecha lo había hecho.

Fue en el reinado de Maximiliano, una de las épocas en la que más se avanzó la ciencia a nivel de organización, formándose por primera vez la Comisión de Ciencias y Artes.

Incluso fue tal la simpatía de Estrada por éste cambios hacia las Ciencias, que su hermana acompañaría a la princesa Salm-Salm a solicitarle a Benito Juárez le perdonara la vida a Maximiliano cuando iba a ser fusilado.

Sería precisamente esta simpatía política, lo que haría que su nombre fuera relegado al baúl del olvido de la memoria nacional, por ser considerado un traidor por el régimen de Juárez, así como los gobiernos posteriores que prefirieron omitir su nombre.

Hoy en día, la categoría en ciencias del premio 20 de Noviembre en San Luís Potosí lleva su nombre, igual que una pequeña calle en el barrio de la capital del estado, pero fuera de esto, pocos son los honores y menciones a este gran inventor.

Por todas estas aportaciones, José Francisco Estrada Murguía, debería estar en la rotonda de las personas ilustres, pero ni siquiera hay un monumento a su memoria.

En su lugar honramos personajes traicioneros y mentirosos, y a los verdaderos héroes de México les hemos olvidado.

Estrada es sin lugar a dudas uno de los científicos más importantes en la historia nacional, e incluso me atrevo a decir que mundial.

Contemos la historia a nuestros hijos, y a los hijos de nuestros hijos, para que su memoria perdure y honrémosle con una vida personal al servicio a los demás.

México es un país cuyos gobiernos históricamente han hecho a un lado la ciencia, destruyendo planetarios y construir palenques.

Pero es importante saber que nuestro país es “la tierra de los hijos del sol” y cuando a veces éste no brilla sobre nuestras cabezas, nosotros mismos con Francisco lo hemos hecho brillar con nuestras mentes.

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