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El Héroe de Nacozari

Staff / La Voz
Por Staff / La Voz - 08 octubre, 2020 - 09:33 p.m.
El  Héroe  de Nacozari
Jesús García era de tez blanca y tenía el don de amenizar cualquier reunión.

Por: Yolo Camotes 

Nadie nace héroe de manera consciente, el amor y el desinterés nos llevan a realizar las acciones imprevistas y temerarias que por su audacia y honestidad quedan grabadas en la imagen del colectivo para siempre.

Es por eso que hoy les quiero relatar la historia del Héroe de la Humanidad: Jesús García.

Nacozari se encuentran a 150 kilómetros de Hermosillo, la capital del estado de Sonora. En esa pequeña comunidad minera se estableció la familia García Corona a finales del siglo antepasado, cuyo hijo quedaría inscrito para siempre en los libros de historia. Nos referimos a Jesús García quien nació en Hermosillo, Sonora el 13 de noviembre de 1881, teniendo cuatro hermanas y tres hermanos, Trinidad, Ángela, Artemisa, Rosa, Francisco, Manuel y Miguel.

Jesús García era de tez blanca y tenía el don de amenizar cualquier reunión. Destacó como un niño curioso que cursó la primaria en distintas localidades puesto que sus padres cambiaron de residencia en la búsqueda de un futuro mejor para su familia.

En este periodo se distinguió por ser muy hábil en matemáticas y en gramática, graduándose con excelentes calificaciones de la primaria que en ese entonces se daba hasta el cuarto grado.

Siempre preguntaba a su padre sobre el funcionamiento de las cosas, aprendió al lado de su padre a templar la punta de una barra, a sacarle rosca a un tornillo, a medir una llanta para que entrara como era debido cuando se trataba de ajustar la rueda de alguna carreta.

En búsqueda de un futuro mejor, la familia se trasladó a Nacozari, localidad a 150 kilómetros de Hermosillo, pues al ser una localidad minera donde se extraía el cobre, el trabajo y sustento eran seguros.

En esta localidad convivían mexicanos y extranjeros, dándole a la población una curiosa fisionomía parecido un poco al viejo oeste norteamericano, combinado con el México del siglo 19. El poblado de Nacozari contaba con todas las comunidades tales como un pequeño teatro, hospital, incluso una biblioteca muy a la usanza de los pueblos de los Estados Unidos.

Como todo pueblo minero este requería de moderna tecnología para extraer los recursos de la tierra de la forma más eficiente posible. En esos tiempos significaba entre otras cosas emplear el ferrocarril como vehículo de carga indispensable para llevar y traer toneladas de insumos.

Jesús García al cumplir 17 años fue a solicitar empleo a la Oficina Ferroviaria de Nacozari. Habló con el mayordomo general y le explicó que acababa de llegar con su familia, que sabía algo de herrería y de mecánica y que ya podía manejar una máquina ya que no era muy complicado. El jefe vio a García con tanta insistencia que le dijo: ven mañana.

Al día siguiente Jesús llegó muy temprano pero su desilusión fue muy grande, pues en vez de ponerlo a trabajar en los talleres o como auxiliar del tren, le entregaron un pico y una pala para que abrir una brecha con otros trabajadores, pero aun así tomó el pico y la pala y se puso a trabajar.

Se le han hecho corridos como el titulado “Máquina 501”.

Los que le conocieron habla que era un muchacho trabajador, inteligente, serio y muy responsable. Lo que nos aclara perfectamente porqué en tan sólo tres años fue ascendido rápidamente pasando por mantenimiento de vías, controlador de frenos, así como bombero.

En 1901 y con tan solo 20 años de edad, es ascendido a Ingeniero de Máquinas, esto a pesar de contar con tan solo la escuela primaria. García se ganó fama de ser un empleado excepcional.

Transcurría el año de 1904 cuando junto con otros siete compañeros de distintas áreas de la empresa minera para la cual laboraba, recibió un premio, un viaje con todos los gastos pagados a San Louis Missouri, en los Estados Unidos

Es en Missouri donde se le examinó a Jesús en el manejo de modernas y enormes locomotoras, logrando superar a todos los maquinistas ahí presentes, incluso los que ya tenían muchos años de experiencia, todos se admiraron de este joven mexicano.

Jesús contaba con tan sólo 23 años y frente a él se presentaba un futuro brillante, pues se perfilaba que continuaría ascendiendo en la empresa. Joven apuesto y que atraía las miradas de muchas jóvenes posiblemente conocería a una buena muchacha y formaría su propia familia.

El 7 de noviembre de 1907 y contando con 25 años de edad, Jesús tuvo que suplir a un compañero de trabajo, el Alemán Albert, ya que por enfermedad no podía laborar ese día. La tarea del día parecía bastante sencilla e incluso cómoda, la cual consistía en realizar tres viajes de Nacozari a la mina de Pilares de ida y vuelta.

Aunque el trayecto era corto y sin complicaciones, hubo una amalgama de complicaciones las que forjarían la tragedia.

Todas las locomotoras se impulsaban a base de carbón que genera chispas, las cuales podrían causar incendios, para ello tenían un contenedor que evitaba que éstas saltarán, pero aquel día de noviembre la pieza no estaba en óptimas condiciones.

Jesús García quien nació en Hermosillo, Sonora el 13 de noviembre de 1881.

El primer viaje lo hizo sin complicaciones, durante el regreso un empleado de la compañía abordó el tren a la altura de un caserío conocido como “el 6” donde vivían empleados de las vías. El empleado le explicó a Jesús que había necesidad de trasladar varias toneladas de dinamita a la mina y es ahí donde ocurrió el error que cambiaría la vida de Jesús.

Los furgones de la dinamita quedaron contiguos a la locomotora, se dice que mientras se cargaba el tren con los explosivos, Jesús aprovechó para hacer una breve visita a su madre, ella dijo que ese día vio Jesús diferente, con un brillo en los ojos que antes no tenía y una gran paz. Ella no quiso alarmar a su hijo haciéndole preguntas, pero se sintió muy incómoda y con un mal presentimiento.

Ya con la carga en el tren, Jesús puso en marcha de locomotora, pero aquel día el viento soplaba velozmente provocando que las chispas de la máquina saltarán los furgones que contenía la dinamita.

Al darse cuenta del incendio, los tripulantes del tren lanzaron gri

tos de desesperación los cuales fueron ahogados por el rugido del tren en marcha, pero aun no salía del pueblo.

Los que sobrevivieron aquel día cuentan que Jesús alcanzó a escuchar el grito de alarma de un obrero, ¡fuego, fuego, fuego en los furgones! Los compañeros del maquinista le gritaban que se detuviera y que frenara la locomotora para entre todos apagar el incendio.

En la mente de Jesús pasó seguramente el siguiente pensamiento: ¿Acaso había tiempo?, ¿había agua para sofocar el fuego?

Era muy posible que en cuestión de segundos una explosión de épicas proporciones acabaría con el pueblo pues el ferrocarril estaba en medio de la comunidad.

En ese momento seguro Jesús tuvo dos ideas: salir corriendo huir y salvar su vida o morir intentando llevarse lejos el tren evitando la destrucción del pueblo.

Jesús García tomó la decisión sin vacilar y saltó sobre la locomotora. Empujó la palanca desde el fondo, dio vapor y se puso en camino rápido como el viento tratando de llegar a campo abierto lo más pronto posible.

En ese instante gritó a sus compañeros: ¡Bájense ya! Quedando solo él y el fogonero José Romero. Al llegar frente al puente volado, este último se bajó para hacer el cambio de vía, pero cuando estaba a punto de subir, Jesús García le dijo: “Quédate hermano yo voy a correr mi suerte”. José no sabía qué decir, solo le salieron las siguientes palabras: “adiós chuy”, a lo que Jesús García le sonrió saliendo con la locomotora a toda prisa.

Estaba ya solo y continuó con la máquina cuesta arriba a todo vapor y poco antes llegar al Caserío del 6, se escuchó el estruendo apocalíptico de toneladas de explosivos. Eran las 2 de la tarde con 20 minutos y la onda expansiva de la explosión cimbró a Nacozari. Los cristales de las ventanas se quebraron, las casas sacudieron con un temblor de tierra y varias personas que estaban de pie cayeron al suelo.

Un inmenso hongo negro se levantó hacia los cielos, la locomotora voló junto con las ruedas, fierros y maderas, dejando una ola de destrucción de varios kilómetros a la redonda.

Jesús murió en el acto y con él trece personas más habitantes de “el 6” quienes perdieron la vida, en este acto sublime de auto sacrificio: Nacozari y toda su población se habían salvado.

Al indagar en los restos del tren se encontró la locomotora y a Jesús dentro de ella carbonizado pero aun abrazando firmemente la palanca de velocidad hacia adelante.

Muy pronto su historia comenzó a contarse por doquier y se habló del Héroe de Nacozari. En 1909 Nacozari cambió su nombre por decisión del Congreso del Estado de Sonora y desde entonces se llama Nacozari de García.

En 1912 el pueblo dejó de pertenecer al municipio de Cumpas y se convirtió en cabecera de un nuevo municipio, Nacozari de García.

El 7 de noviembre es conmemorado como el día del ferrocarrilero y su nombre está presente a lo largo y ancho de México en forma de bustos, esculturas, plazas, calles y escuelas denominadas Héroe de Nacozari.

Se le han hecho corridos como el titulado “Máquina 501”, aunque en realidad la máquina fue la número 2, perteneciente a The Moctezuma Copper Company-Phelps Dodge y el nombre Máquina 501 sólo se usó para que rimara el corrido.

Fue declarado un héroe de la humanidad por la American Royal Cross of Honor de Washington.

Jesús García corona no era un militar, ni un artista, político, jamás empuñó un arma o se bateó contra ejércitos invasores. Él no fue un hombre que ostentaba poder material, ni conoció la corrupción tan consabida de tantos personajes de la historia política mexicana, pero si fue poseedor del poder más grande que existe: el amor total y desinteresado.

Canjeó su vida y su futuro material por la vida de los demás. Se dice que no hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos.

Hoy el poblado de Nacozari de García García vive y las más de 12 mil almas que allí habitan deben su existencia a Jesús García.

¿Cuántos vivimos pensando de dónde saco Jesús García la inspiración y la fuerza para llevar a cabo el más grande de los sacrificios? Creo que del mismo depósito de donde podemos sacarlo nosotros también y es… de nuestro propio corazón.

Mira el video aquí : 

https://www.youtube.com/watch?v=6WF5aEmfadg&ab_channel=YoloCamotes

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