El ‘Padre de la Patria’ ha sido representado en todas las formas y colores: a través de hombres altos, delgados, obesos, blancos, morenos, de largas cabelleras, calvos. Y es paradójico que, a más de 200 años de su muerte, no existe una imagen fiel de cómo fue en realidad Don Miguel Hidalgo y Costilla.
La imagen que todos conocemos de Miguel Hidalgo en billetes y monografías, no corresponde a la realidad, ya que en esa época no existía la fotografía y las pinturas eran privilegios de la gente rica y poderosa.
Según los medios oficiales, Hidalgo era moreno, delgado, calvo y con una coronilla de cabello blanco, vistiendo una sotana, aunque todos estamos parcialmente equivocados.
Esto no sucede con otros padres de la patria como Morelos, Vicente Guerrero o Iturbide de quienes sí tenemos una idea clara de cómo lucían, pues existen retratos de la época en la que estuvieron con vida.
Con Hidalgo, a pesar de ser un hombre culto y de cierto refinamiento, nunca se mandó realizar una pintura; además al estallar el movimiento de independencia, siempre anduvo de un lugar a otro, sin que tuviera tiempo de posar para un pintor.
Aunque llegó a ser el rector del colegio de San Nicolás, la mayor parte de su vida transcurrió al frente de pequeñas parroquias, estaba a gusto siendo libre y sin tener que hacer más allá de sus deberes.
Su anonimato terminó cuando inició el movimiento de Independencia y pronto se convirtió en un símbolo de la rebelión en la Nueva España, y aunque estas dos figuras fueron diametralmente opuestas, podríamos compararla por ejemplo con la figura del “Ché” Guevara que ahora vemos hasta en la sopa.
Señalar que todos los intentos por tener una imagen de Hidalgo, fueron severamente castigados por las autoridades realistas, aun después de su ejecución en 1811.
La Nueva Espala prohibió incluso hablar de él bajo pena de prisión, esta censura prevalecería durante una década.
Los retratos de Hidalgo no abundaron con el nacimiento del México independiente, pues cuando México alcanzó su independencia, muchas cosas habían cambiado, el movimiento de Independencia era algo distinto, y prueba de ello fue el Plan de Iguala, el cual distaba de los pronunciamientos que Hidalgo y sus colaboradores habían enarbolado al principio de la lucha.
Dos años después de la proclamación del Plan de Iguala, es decir en 1823, surgió el primer retrato Hidalgo del que se tiene registro. La ilustración apareció en una publicación sobre la historia de México, en él se muestra a un Hidalgo con aires casi napoleónicos, joven, vestido del soldado y sosteniendo además una bandera con el Escudo Nacional, la cual por cierto ni siquiera existía cuando comenzó la insurrección.
El segundo retrato es de 1826, fue publicado en el periódico cultural El Iris, y según sus editores estaba basado en el Hidalgo real, aunque el periódico nunca explicó cómo lograron esto, pues habían ya transcurrido 15 años desde que lo habían fusilado.
La descripción física del Hidalgo, más completo y confiable al día de hoy, es la que está basada en el libro Historia de México, escrito entre 1849 y 1852 por el historiador y político Lucas Alamán.
Señalar que Lucas si conoció a Hidalgo en persona, y el cual lo describe así: “De mediana estatura, cargado de espaldas, de color moreno y ojos verdes vivos, la cabeza algo caída sobre el pecho, bastante cano y calvo, pasaba ya de los 60 años, pero vigoroso, aunque no activo y pronto sus movimientos poco aliñado en su traje, uno como el que acostumbraban entonces los curas de los pueblos pequeños”.
La descripción de Alamán fue la base de muchas pinturas y esculturas las cuales conocemos hoy, también existen rumores que uno de los hermanos de Hidalgo serviría como modelo para estos retratos.
Otro famoso retrato y el cual nos llega incluso a la actualidad, fue que se realizó en 1865 por petición del emperador Maximiliano, a cargo del pintor Joaquín Ramírez, este a su vez utilizó como modelo a un religioso Belga, que formaba parte de la corte de Maximiliano.
La pintura ha sido la más popular, encontrándola en monografías, ilustraciones e incluso en documentos oficiales, pero esta imagen no corresponde al Padre de la Patria. Hoy, esta pintura se encuentra en Palacio Nacional.
Otra pintura de Hidalgo, fue la que realizó Antonio Serrano en 1831 y se encuentra en el Museo Nacional de Historia.
Muchas de las imágenes de Hidalgo reflejan más la intención del artista que la imagen real del personaje histórico, cada pintor le dio sus toques personales, por ejemplo, algunos tienen un semblante más enérgico, otros más pensativo, en algunos grita, y en otros parece un anciano noble, los artistas lo han presentado como ellos lo imaginaron.
Existe otra imagen, que sería la más cercana al rostro y figura en vida del iniciador de la lucha de independencia de México y es una pequeña estatuilla que se mandó realizar a petición de un sacerdote católico de nombre José María Sustateta, así como un grupo de simpatizantes de Hidalgo.
Ellos deseaban conocerlo en persona, pero ante la imposibilidad de hacerlo, contrataron a un artista queretano para que realizara una imagen del caudillo.
El artista fue a verlo y realizó la imagen en Octubre de 1810. La estatuilla mide 20 centímetros de alto y en ella podemos ver un rostro muy distante de lo que oficialmente se nos ha presentado. En ella aparece con un rostro de nariz aguileña, labios carnosos, piel morena, tostada por el sol, su cara muestra las arrugas de la edad, además porta un sombrero de copa mediano que discretamente disimula su calvicie. Viste un traje solemne color negro y botas negras para montar a caballo.
En su pose se muestra algo encorvado debido a su edad, hoy esta imagen se encuentra exhibida en el Castillo de Chapultepec, la cual extrañamente ha sido ignorada por muchos, quizá porque no muestra a un Hidalgo acorde a su imaginación.
Para estar aún más seguros de la fidelidad de esta figura, si comparamos la estatuilla con un sobrino pariente del caudillo, podemos ver que son muy parecidos, por lo que la figura en pasta de maíz y madera, podríamos considerarla como auténtica, o por lo menos lo más cercana a como lució el rostro y figura de Don Miguel Hidalgo en vida.
Esta figura no se cierne a los estándares heroicos que nos han presentado todos los gobiernos de México, irónicamente México, un país lleno de héroes y heroínas, es un país que no conoce a ciencia cierta el rostro de uno de sus más importantes libertadores.
Somos como los hijos que tuvieron un padre amoroso, los cuales no tienen una fotografía o pintura para recordarle, porque simplemente nadie se tomó la molestia de hacerlo.
Se ha sugerido en recientes fechas exhumar los restos del libertador, para que a través de la moderna ciencia médica forense se reconstruya su rostro, quizá con esto poniendo punto final a la duda sobre la imagen de Miguel Hidalgo.
Independientemente si esto se llega a realizar o no, creo personalmente, es más importante recordarlo no por su figura física, sino por los frutos de su vida.
Sus ideales y su lucha, fueron parte de esa chispa incendiaria el movimiento de independencia y que eventualmente lograrían que México encontrara su propio… destino.