El cuerpo de José Emilio García Ibarra mejor conocido como “Pepito” no ha sido entregado a la familia, solo resta esperar a que la autoridad haga lo correspondiente, “Que no lo juzguen loco, que se le procese como el asesino que es” mencionó Luis Arturo García Hernández tío de la víctima.
Fue la madrugada del pasado domingo cuando Raúl N asesinó a José Emilio y despues escondió el cuerpo en una caja, limpió la escena del crimen y llamó a su padre para que tirara la basura, pero este al darse cuenta que había un cadáver, llamó a la autoridad que llegó de inmediato a la calle Rio Lerma del Fraccionamiento Moderno, ahí el asesinó confesó lo que hizo y llevó a los elementos hasta el lugar donde estaba el cadáver.
Luis Arturo García Hernández mencionó que se rumora que quieren hacerlo pasar por enfermo mental, por lo que la familia espera que esto no sea cierto, debe pagar por lo que hizo.
Mencionó que fue él quien identificó el cuerpo de “Pepito”, fueron muchas puñaladas, estaba demasiado golpeado, 30 puñaladas eran pocas para las que alcanzó a ver, se ensañó con él, sus brazos estaban torcidos, aún portaba su ropa pero era demasiada sangre por todos lados, en el cuello, en los brazos, en las piernas.
El cuerpo no ha sido entregado y esto se hará hasta que termine la investigación, por lo que la familia ya estaba contratando un servicio funerario de cremación.
“Pepito”, era conocido en el sector por hacer los nadados a los vecinos, estudió en la secundaria 3, su madre murió cuando él era muy niño a consecuencia de una enfermedad y su padre también murió en Estados Unidos.
Su abuela se hizo cargo de él, le dieron estudios pero él ya no quiso seguir, en ocasiones se iba a la calle, algunos días no regresaba a dormir pero siempre acudía a comer, de repente se desaparecía y todos sus tíos y primos salían a buscarlo, aunque su familia reconoció que tenía problemas de alcoholismo pero no era un hombre malo, nunca fue agresivo.
“Mucha gente fue amenazada por ese hombre (Raúl N, acusado del homicidio), ya nadie de los vecinos quería pasar por la vivienda de Raúl porque era problemático pero tanto como para decir que estaba enfermo de sus facultades mentales no.
Se llegó a decir que él agarraba piedras, sacaba un cuchillo, los correteaba y que incluso uno de los vecinos fue amenazado con un cuchillo pero este corrió, hasta ingresar a una panadería.
Su familia pide justicia, quieren que se actué conforme a lo que corresponde que no lo juzguen loco, porque sería fácil que quedara en libertad, que se le procese como el asesino que es.
“Nos duele a la familia está perdida, sobre todo por la forma en cómo murió, ningún ser humano merece morir de esta manera, mi madre de 84 años de edad está dolida por la muerte de mi sobrino, lo único que resta es esperar a que la justicia actúa”, comentó.