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Coahuila

Escudo de Salvación, un negocio millonario

Cada interno pagaba mil 500 pesos por semana, había 186 en el lugar ya clausurado

Por Mónica Meza - 14 julio, 2022 - 07:18 a.m.
Escudo de Salvación, un negocio millonario Era un negocio millonario.

El  Centro de Rehabilitación Escudo de Salvación AC Libérate recibía un millón 116 mil pesos mensuales por parte de familiares de los 186 internos que estaban en el lugar, esto para hacer efectiva su “rehabilitación”, directivos pagaba poco a personal y la mayoría de las labores de limpieza, cocina y seguridad la realizaban los mismos internos.

Aunque inicialmente se manejó que eran 160 internos, fuentes oficiales revelaron que la totalidad eran 186 internos que pagaban mil 500 pesos por semana, lo que generaba un ingreso semanal de 279 mil pesos, al mes el ingreso era de un millón 116 mil pesos.

Pero para ingresar al anexo debieron pagaron 4 mil pesos de inscripción, una cantidad considerable y que era pagada por las familias de manera desesperada, pues regularmente cuando llevaban al interno ahí era porque ya había intentos de suicidio, delirio, delitos como robo o violencia familiar y en un intento por recuperar a su familiar, desembolsaban el dinero de la inscripción.

Pero no es todo, los familiares de los internos fueron obligados a firmar un contrato en el que se comprometía a pagar mil 500 pesos mensuales durante 8 meses que duraba el tratamiento, estuviera o no el paciente en el anexo.

Para que un paciente saliera del centro de rehabilitación antes de tiempo, debían liquidar la cantidad acordada para hacer la liberación, esto viola los derechos humanos de las personas pues la mayoría fueron sometidos y llevados al lugar, estaban ahí en contra de su voluntad.

Ellos mismos tenían funciones de limpieza, de cocina y de lavado de ropa, incluso la de cada uno de ellos era la misma ropa de todos, no importaba de quién fuera lo único que importaba era que estuviera limpia, mientras que las filipinas las usaban solo cuando serían visitados o había actividades especiales.

Tal es el caso de Jesús Alfredo Salayandia de quien se ha mencionado fue llevado a la fuerza y aunque en un inicio mostró disposición para rehabilitarse y no perder a su familia, al ver los abusos que se presentaban intentó huir, esto le costó la vida.

Cuando las familias acudían a visitar a sus internos, sí estaban golpeados, con el fin de que nos los vieran así, les decían que el interno había salido a un retiro o que se encontraba en una misión, pero estaba en el lugar con marcas de violencia en el cuerpo, pero cuando la visita era posible siempre había alguien del centro escuchando la conversación para impedir que hablaran sobre el infierno que vivían ahí adentro.

Hubo algunos internos que lograron entregar recados a sus familias sin que nadie los viera, en estos pedían auxilio y describían un poco de lo que les hacían en el anexo, pero muchos de los familiares no creyeron y los dejaron con la esperanza de que se rehabilitaran.

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