"Yo no entiendo qué te llevó a hacer esto, pero si un regaño te hacía, era porque te quería y me preocupaba por ti. Nos dejas un dolor muy fuerte en el corazón. Que Dios ilumine tu camino para que no tropieces con piedra alguna. Nos llevas un paso adelante. Te vamos a extrañar mucho. Descansa en paz y brille para ti la luz perpetua", escribió Fernando Coronado Plata, familiar cercano de Carlos Misael.
Con esas palabras cargadas de amor y desconsuelo, la familia Coronado despidió a Carlos Misael Cedillo Coronado, un joven de 26 años que dejó un vacío irreparable en su hogar y en el corazón de quienes lo conocieron.
Carlos Misael era albañil de oficio, trabajador incansable y, sobre todo, un muchacho muy cercano a su familia.
Pero su historia también refleja una lucha silenciosa. En los años recientes, Carlos enfrentó problemas de adicción al cristal, una situación que preocupaba profundamente a sus seres queridos.
La familia intentó ayudarlo, buscarle salidas, mostrarle caminos lejos del consumo. Lo regañaron, lo abrazaron, lo acompañaron... hicieron todo lo posible.
A pesar del cariño y los esfuerzos, su batalla fue dura. Presuntamente, luego de una discusión familiar y tras haber bebido en exceso, Carlos tomó la decisión de quitarse la vida en la vivienda de su abuela, en la colonia Aguilar. Fue ahí donde lo encontraron, sin vida, la mañana de ayer.
Hoy, su familia no habla desde el enojo ni desde el juicio, sino desde la tristeza de haber perdido a alguien que amaban profundamente.
La historia de Carlos Misael no es solo una tragedia, es un llamado pues detrás de cada persona hay una lucha que muchas veces no se ve. Y detrás de cada vida que se apaga, queda el eco de una familia que amó, que intentó ayudar, y que hoy llora.