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Coahuila

Impresionante museo Soumaya

Por Agencia - 30 agosto, 2018 - 01:30 a.m.

Me encontré con un comentario negativo contra el museo Soumaya de la Ciudad de México, y pensé en mi experiencia en ese lugar hace algunos años. No fue algo singular pero con el paso del tiempo a veces sirve mirar atrás para darnos cuenta que quizás las cosas, como las vimos en cierto momento, ya no son iguales.

Además, en esta época, el arte y por lo tanto los museos como instituciones que los resguardan, ya no significan lo mismo que antes. Ha incrementado la crítica que se tiene sobre esos lugares como realmente resguardadores de arte. Así que pensemos un momento en este Museo en específico. Ya que últimamente ha sido uno de los más visitados en la Ciudad de México.

“El pensador” de Rodin.

Recuerdo la primera vez que vi el museo. Me impactó la arquitectura del exterior y el contraste que tenía con el resto de lo que había visto en Centro Histórico, pero combinaba con la modernidad que habita en Polanco. Esa parte de la ciudad que parece recreada para otro tipo de audiencia.

Al entrar al vestíbulo en seguida sentí que el Museo se perdía de algo pero no lograba entender qué. La primer pieza que vi fue la emblemática de Rodin, que estaba junto a unos floreros que la decoraban y con una bandera de Panamá. Me pareció irónico.

Ya en la primera sala recuerdo que mi vista tuvo problemas para saber en dónde posarse. Si entre los cuadros, las piezas, los gabinetes, o los demás objetos que no sabía si pertenecían o no a la exposición. Pensé que todo estaba un poco desordenado. Y además, era muy difícil saber por dónde pretendía el Museo que iniciaremos el recorrido. Más que un museo me dio la impresión de estar en la sala de la casa de alguien adinerado, que colecciona objetos caros. No es la primera vez que esto me pasa en un museo.

Historia del Soumaya

La arquitectura del Soumaya es, en sí, una pieza de arte. El edificio, diseñado por el joven arquitecto mexicano Fernando Romero Havaux, describe formas orgánicas con una geometría vanguardista y acabados de alta tecnología.

El más reciente edificio del Museo Soumaya se encuentra en la Plaza Carso en Polanco. Fue inaugurado en mayo del 2011, y es un edificio que honra la memoria de Soumaya Domit, fallecida en 1999. Ella fue la esposa del empresario mexicano Carlos Slim, quien es fundador del museo. En realidad, todo lo que se encuentra en el museo, las más de 60 mil piezas de arte, forman parte de la colección de los Slim.

Artefactos de oro y plata, cofres, relojes de bolsillo y una extensa (y costosa) colección de notafilia y numismática, así como colecciones de monedas. El lugar es un espacio con fondos ilimitados, pero no por eso indica que la curaduría del mismo sea la más adecuada para llevar el nombre de Museo.

La arquitectura del Soumaya es, en sí, una pieza de arte. El edificio, diseñado por el joven arquitecto mexicano Fernando Romero Havaux, describe formas orgánicas con una geometría vanguardista y acabados de alta tecnología. Romero es conocido internacionalmente por haber trabajado con el reconocido arquitecto holandés Rem Koolhaas ,en OMA, Rotterdam, y haber liderado la propuesta ganadora para el diseño de Casa da Musica ,en Oporto, Portugal, considerada un icono de la arquitectura contemporánea.

Las salas “importantes”

Carlos Slim es el benefactor, todo lo que se encuentra en el museo, las más de 60 mil piezas de arte, forman parte de la colección de los Slim.

La sala de novohispanos, la pieza de “San Jorge y el dragón” de Marten de Vos, es una obra poderosa.

Sin embargo, justo aquí es cuando uno se da cuenta que lo que en realidad molesta dentro del Museo, es que las obras estén “clasificadas” por género, sin importar el año o el autor, por ejemplo si son vírgenes marías están todas juntas.

La pieza más memorable de todo el Soumaya, es sin duda: “Puerto mediterráneo” de Vernet.

La sala de europeos era lo mismo: amontonamiento y capricho.

En la última sala, bellamente iluminada por un tragaluz central, había un acervo importante del escultor Rodin.

En la última sala solo había dos cosas que destacaban de forma importante:

1) La escultura “Tres sombras” con una luz del mediodía que caí sobre los hombros de las tres figuras y que tenía una afortunada banca al frente para sentarse a contemplarla y 2) el nombre de la sala “Julián y Linda Slim”.

Fuera de estas salas, y piezas, el Museo carece, en mi opinión de un orden, criterio e intención clara. Por tal motivo, se realizó una investigación sobre la intención y objetivo del Museo, explicada por el director del mismo Alfonso Miranda. En donde se cuestiona, la individualidad del Museo Soumaya en comparación con los otros 130 museos que tiene la Ciudad de México.

Alfonso Miranda afirma que: “Lo que buscamos es ir estableciendo una nueva posibilidad de discurso estético de una manera sincrónica y diacrónica, no como una historia del arte segmentada y sistematizada, sino buscando un entrecruzamiento de la información para entender, por ejemplo, qué estaba sucediendo en el continente europeo y con la realidad mexicana, con artistas que estudiaron y se influenciaron mutuamente. Sin duda sería mucho más sencillo presentar las obras en la forma tradicional, ver y analizar escuelas artísticas de manera independiente. Pareciera que se tratara de una mezcolanza sin un hilo conductor, tal como dijo severamente la crítica, pero cuando empezamos a ver temas, entrecruzamientos, nuevos abordajes, resulta que el discurso no es tan caótico como aparenta de entrada.”

Este párrafo parece buscar una justificación al caos que se encuentra en el Museo, tratando de hacerlo “sencillo” y accesible para todo público. Pero la verdad es, que un Museo existe justo por la necesidad de encontrar un orden en las piezas, de encontrarles una razón de ser, por eso existe la museología y por lo tanto la curaduría.

La sala de europeos era lo mismo: amontonamiento y capricho.

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