Andrés Natanel Esparza Nájera de 21 años de edad fue despedido con una rodada en su honor, un accidente en su motocicleta le arrebató la vida “El flaco” como lo conocían dejó una herida en el alma para sus familiares y amigos que lo despidieron con profundo dolor.
Hizo una aventura en cada uno de sus días, rodando en su motocicleta, sentía una gran pasión por ese caballo de acero que lo trasladaba de un lugar a otro, encontró su libertad justo ahí, sentado en la motocicleta.
El pasado jueves cuando se trasladaba a su trabajo, fue atropellado, el lamentable accidente ocurrió en los límites de Monclova y Frontera en el bulevar San Buenaventura, luchó por su vida, estuvo hospitalizado durante tres días, pero finalmente Dios lo llamó, murió el lunes 16 de noviembre.
“Whatsapp bro”, era la frase que más escucharon de él, esta era la forma en que saludaba a sus amigos que recordarán a Andrés como esos hermanos que no son de sangre pero lograr ocupar un lugar muy especial.
Su vida era andar en la moto, era un joven muy alegre, siempre buscaba la manera de hacer reirá a la gente, era muy bromista y jamás lo vieron triste, aun en momentos de tristeza él estaba haciendo reír a los demás.
Tenía muchos amigos y esto quedó claro desde el momento que acudieron para darle el último adiós, organizaron una rodada en su honor, fue esta la forma en que despidieron a un excelente ser humano.
Durante un buen tiempo fue barman en un restaurante, su último empleo fue en una ferretera en donde apenas tenía 15 días, era responsable, muy cumplido, no tenía vicios y le gustan trabajar por cada una de sus metas.
El hombre que lo atropelló fue detenido, la familia no sabe detalles pues el joven estuvo internado durante 3 días, después falleció, por lo que no se enfocaron en esto, sino en cuidarlo y en darle el último adiós.
Su familia no alcanza a comprender porque tenía que morir así, era una buena persona, no merecía esto pero aún con un profundo dolor en el alma se lo entregaron a Dios.
“Así lo voy a recordar como él era, muy alegre, muy feliz mi hijo fue un hijo ejemplar, a pesar de tener 21 años de edad siempre me pedía permiso y siempre respetaba lo que yo le dijera, era cuate”, comentó su madre Luz Nájera.
Tenía dos años rodando en la motocicleta, él sabía muy bien la diferencia entre conocer el camino y respetar el camino, pues siempre se protegía para prevenir un accidente.
Tenía una fe muy grande a Dios y lo más sorprendente es que a pesar de la contingencia, mucha gente acudió a darle el último adiós, él se ganó todo el cariño y amor, todos esos jóvenes de las motos no eran sus amigos eran parte de su familia pues compartían la misma pasión.
Siempre le decía a sus hermanos, a su cuate, a su madre y a los amigos que siempre estaría con ellos hasta el fin del mundo, por lo que solo queda recordarlo y llevarlo en el corazón.
