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Coahuila

Perdió su brazo; con el que hacía historias

A sus 48 años, perdió el brazo derecho, el de sus sueños, el de sus dibujos, el que no soltaba el lápiz desde los cuatro años de edad.

Carolina Medrano
Por Carolina Salomón - 13 mayo, 2025 - 06:01 p.m.
Perdió su brazo; con el que hacía historias
"Se me fue la mitad de la vida": Jorge Sánchez, el comerciante que perdió el brazo en un accidente de Rivera Tour que sigue esperando justicia.

En su casa ubicada en la colonia Santa Bárbara, entre una estantería repleta de revistas japonesas y cómics que ha coleccionado desde 1986 y cientos de dibujos que realizó, Jorge Armando Sánchez Reyes, intenta reconstruirse.

A sus 48 años, perdió el brazo derecho, el de sus sueños, el de sus dibujos, el que no soltaba el lápiz desde los cuatro años de edad.

Desde niño, encontró consuelo en las historias fantásticas y los videojuegos, antes de su accidente dibujaba con todo lo que tenía a su alcance: lápices, tinta, polvo y marcadores.

Era capaz de crear mundos, inventar personajes y darles vida con sus manos. Su madre, al ver su don, le acercó hojas y colores; así empezó todo.

Con los años, su colección creció. Hoy, un rincón de su casa alberga más de tres mil revistas japonesas, cómics y dibujos, el mismo que se ha convertido en su psicólogo, y aunque el trazo quedó interrumpido no hay nada que le impida continuar leyendo su colección.

Ese universo de fantasía fue también escuela para sus hijas, Akane y Yuna Kasumi, de 21 y 15 años de edad, quienes heredaron el gusto por el dibujo y lo han llevado a nuevas técnicas en la universidad.

"Muchas cosas que me forman hoy en día las aprendí ahí, en esas páginas, esto no significa que no tenga los pies sobre la tierra", dice.

Hasta hace poco, Jorge había comenzado a aprender dibujo digital, explorando nuevas herramientas con una tableta gráfica. Pero su brazo derecho, su principal instrumento, ya no está.

Esa parte de él, quedó destrozada entre el lodo, sangre y granizo entre Galeana, Nuevo León, y Arteaga, Coahuila, el pasado 21 de abril, cuando el autobús en el que viajaba volcó, dejando varios muertos, heridos, y a Jorge con la vida partida en dos.

"Le dije a mi esposa: (Carmen Rubio) se me acaba de ir la mitad de mi vida, la otra mitad son ustedes", recuerda. "Ese brazo fue mi escudo, me salvó de morir. Quedé vivo, pero sin él".

Una vida detenida

El hombre es comerciante desde hace más de 11 años en las pulgas de Monclova. Su rutina era levantar estructuras, colocar mesas, toldos, descargar mercancía y atender su negocio de lentes, ropa interior, accesorios y productos de anime.

A 22 días de su accidente, su cuerpo no le permite hacer ni una parte de eso. Aún se encuentra en tratamiento médico, con puntos y medicamentos. La herida física es apenas la superficie de una pérdida más profunda

Más allá del dolor físico, lo persigue el llamado "brazo fantasma": sensaciones intensas, como si aún lo tuviera, como si su cuerpo se negara a aceptar la pérdida.

"Lo siento dormido, destrozado, como quedó la última vez que lo vi. Es como si mi cuerpo todavía esperara que estuviera ahí".

"Ahora mi esposa carga con todo el peso del trabajo. Yo aún no puedo reincorporarme. Estoy en tratamiento, tengo los puntos, sigo con medicamentos", explica.

Sus dos hijas estudian y se preparan profesionalmente, aunque "Ellas saben cómo vender, cómo armar el puesto. Pero siempre les hemos dicho: estudien, terminen una carrera. Esto es solo un respaldo cuando ellas lo necesiten".

El día de la tragedia

La volcadura del autobús de Rivera Tour dejó un saldo trágico: varios heridos y víctimas mortales. Jorge viajaba dormido cuando todo ocurrió.

"Escuché un grito y vi que el autobús ya iba de bajada, cuando reaccione por completo ya estaba en el suelo entre lodo y la lluvia", relata.

Su teoría es que la unidad salió del camino, cayó y comenzó a girar. Él fue expulsado por una de las ventanas, cayendo a 4 metros de distancia.

Al despertar, desorientado y cubierto de lodo, con el brazo destrozado y apenas sostenido por tendones y piel, solo se quedó de rodillas y lo recogió con la mano izquierda.

"Mi brazo fue mi escudo. Fue lo que amortiguó todo", dice. Llovía y granizaba, y mientras esperaba ayuda, un desconocido lo cubrió con una camiseta.

Otro más le puso un cartón en la cabeza. "Ahí estuve sentado en un bote hasta que escuché que alguien decía: en 45 minutos llegan las ambulancias.

La justicia que no llega

Tras el accidente, la empresa Rivera Tour aseguró públicamente haber pagado millones de pesos en indemnizaciones.

La realidad, dice Jorge, es otra. "A mí solo me cubrieron 10 mil pesos en gastos médicos, la incineración del brazo y el traslado a Monclova. Nada más".

Además, denuncia un intento de engaño legal. Un abogado supuestamente independiente se acercó a las víctimas para "ayudarlas", pero terminó revelando su verdadero vínculo con la empresa.

"Nunca nos defendió. Siempre hablaba a favor de Rivera Tour. Incluso me presentó una hoja con un supuesto desglose de 573 mil pesos y quería cobrarme el 30% de eso. Todo era falso".

Cuando se dieron cuenta del engaño, lo enfrentaron y cortaron la relación. Ahora, su caso está en manos de abogados locales de Monclova, quienes buscan justicia por la vía legal.

Rivera Tour: silencio e indiferencia

Hasta ahora, lo único que la empresa ha hecho es enviar un mensaje genérico donde se ofrecía "ayuda". "Si realmente quisieran ayudar, ya nos habrían llamado directamente, insistiendo. Pero no lo han hecho".

Como Jorge, hay más familiares de víctimas que planean demandar. "No hay dinero que compense una pérdida humana. No se trata solo de pagar un funeral, gastos médicos. Queremos justicia".

Una esperanza firme

A pesar del dolor y los obstáculos, Jorge no se rinde. "No me puedo quebrar. Mis hijas me necesitan fuerte. Yo les he enseñado eso: que uno se levanta, aunque cueste".

Mientras la herida física cicatriza lentamente, la herida emocional sigue abierta. Jorge Sánchez, el comerciante no descansará hasta que se haga justicia.

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