Francisco Loera Martínez continuará su lucha social en la eternidad, sus compañeros y amigos lo describieron como una persona leal, de buen corazón, atrabancado y un rebelde que prefería actuar por un minuto contra las autoridades con el fin de beneficiar a los adultos mayores.
En 1982, Francisco Loera era trabajador sindicalizado en la Sección 147 del Sindicato Minero de Altos Hornos de México y fue admirado desde entonces por ser una persona que no se agachaba ante nadie.
Francisco Loera Martínez continuará su lucha social en la eternidad.
“Ganamos el poder a fin de cuentas, pero Pancho fue muy atrabancado y en los movimientos de la empresa, se puso a Jesús Castillo como secretario general y eso motivó a que mi hermano le disparara y tuvo que huir por mucho tiempo, no lo encontraban porque tenía mucho apoyo y lo protegían”, comentó su hermano Marco Loera.
Por ese motivo Pancho Loera fue despedido por la empresa siderúrgica y hasta el día de su muerte, no contó con pensión o recurso económico para solventarse. En 1994 inició su lucha social y se formó la Asociación Auténtica de Trabajadores Jubilados de la tercera edad en la librería de su hermano, Sergio Loera.
Formó un gran grupo de alrededor de 300 personas y quedan 80 hasta la fecha, en todos estos años, el gestor social trabajó incansablemente por sus compañeros. A pesar de su enfermedad del riñón y padecer diabetes, conseguía el medicamento sin tener atención médica, acudía a las juntas y así fue como perdió la vida, haciendo lo que amaba.
“Dejó un legado de lucha, de personas que no hicieran reverencia al poder y luchar contra la corriente, es una cosa muy difícil que él hizo durante más de 15 años. Todo lo que él se proponía, lo lograba por su forma de ser y su rebeldía con su dicho, “un minuto de rebeldía” tomando calles junto a los adultos mayores”.
Pancho Loera había comentado a Miguel Vázquez Guerrero, comisionado de Previsión Social de los pensionados, sobre quienes podrían continuar la lucha, entre ellos Esteban Moreno, Maurilio Ibarra y Juan Adame Pérez, quienes siempre estuvieron atrás de él y se definirá luego de una reunión con el fin de no abandonar la causa que tanto persiguió.
“Cuando le llevaban las roscas de reyes el pedía que fuera para la gente, nunca escondía nada y tuvo mucha lealtad de las personas, allá arriba lo está esperando Vicente Armendáriz y su hermano Teo, sigue la lucha en la eternidad”
Su esposa Silvia Avitia Núñez, expresó que él no se murió porque sigue vivo en su corazón, en el de sus hijos Ángel Francisco y Diana Carolina, como en el de todas las personas que ayudó. Aunque no les llama la atención la política, estuvieron junto a él apoyándolo y todos tendrán su buen ejemplo para siempre.
Sería a las 4:00 de la tarde cuando sus familiares, amigos y compañeros de asociación lo despidieran en el panteón de Estancias.