En una época donde el amor parece frágil y las relaciones se desvanecen con rapidez, la historia de Benito Treviño Reyna y María de Jesús Campos Silva es un faro de esperanza, una prueba viviente de que el amor verdadero existe y trasciende incluso la muerte.
Juntos durante 75 años, su matrimonio fue más que una unión; fue un pacto inquebrantable basado en el respeto, la paciencia y la comunicación. Sus vidas entrelazadas desafiaron el paso del tiempo, las dificultades económicas y la distancia, demostrando que el amor, cuando es genuino, todo lo puede.
Un amor sin anillos, pero con promesas eternas.
Don Benito no necesitó de joyas para sellar su amor con María. Bastó con una pregunta sencilla, un anhelo compartido y la valentía de seguir adelante juntos. "Se la robó", dicen sus hijos entre risas, recordando cómo su madre dejó todo atrás para formar un hogar con el hombre que la conquistó.
Mientras ella vendía tortillas de harina y criaba a sus diez hijos con esmero, él trabajaba incansablemente en talleres, en la construcción e incluso en Estados Unidos, siempre con la meta de darles un mejor futuro. Su amor no se forjó en la comodidad, sino en la lucha diaria, en el esfuerzo compartido, en la certeza de que juntos podían con todo.
El secreto de su unión: amor, paciencia y aguante.
Cuando celebraron sus bodas brillantes, compartieron con el Periódico La Voz el secreto de su longevidad como pareja: "Aguante, paciencia y amor". Nunca aceptaron el divorcio como opción. "Todo se puede reparar", decían con convicción, alentando a sus hijos y nietos a no rendirse ante las dificultades del matrimonio.
Y aunque la vida les regaló más de siete décadas juntos, el destino cobró su deuda el pasado 8 de enero. Doña María comenzó a sentirse mal una mañana; un médico la revisó, pero su cuerpo ya estaba cansado. Se durmió en su hogar, al lado de su esposo, y nunca despertó. Un paro cardíaco apagó su vida, pero no su amor.
Una promesa más allá de la muerte.
Hoy, con 97 años, Don Benito la recuerda con el mismo cariño con el que la vio por primera vez. "Fue la mejor mujer, la más guerrera", dice con nostalgia. Aunque la tristeza lo acompaña, encuentra consuelo en la certeza de que su historia no ha terminado. "Nos volveremos a ver", promete, con la misma convicción con la que un día le pidió que fuera su compañera para siempre.
Y es que hay amores que no se apagan con la muerte. Hay amores que son para la eternidad.
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Un amor que vale la pena recordar.
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Benito y María, un amor a primera vista.
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"Aguante, Paciencia y Amor", fue la clave.
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Al cumplir 72 años de matrimonio Periódico La Voz publicó un especial.
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Ella fue una guerrera, el pilar en la familia.
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Ni la muerte logra acabar con este amor eterno.
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