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Coahuila

‘Ya quiero irme de aquí’

Norma Morin
Por Norma Morin - 11 marzo, 2017 - 03:44 a.m.

Ingresó para una cirugía que le quitara el dolor… pero le quitó la vida

“Quiero irme de aquí Edna, ya quiero ver a las chaparras”, fueron las últimas palabras de Jesús Leonardo Limón, quien perdiera la vida por un paro cardíaco, a consecuencia de una negligencia médica en el Instituto Mexicano del Seguro Social.

Fue el pasado ocho de febrero, tras haberse efectuado diversos estudios pertinentes, que el paciente ingresó por su propio pie a la clínica Siete de esta ciudad, a la espera de ser programado para una cirugía ambulatoria, que lo mantendría lejos de su familia por cuando menos cinco días.

Aún con una sonrisa en el rostro, pasó los días al interior del hospital a la espera de ser puesto en quirófano, para que le retiraran los cálculos de la vesícula, que lejos de quejarse del dolor, le molestaba estar lejos de sus pequeñas de siete y cinco años.

Pasaron cerca de 15 días; finalmente, el hombre sería intervenido, su única esperanza, regresar a casa en la colonia Borja, para ver a sus hijas pronto.

Sin pensar, que el destino de aquel obrero trabajador de la empresa Famisa, sería fatal, pues la mala intervención de un practicante, lo llevó a presentar problemas de salud, que día con día fueron empeorando y desgastando la salud del hombre.

Fue así, como luego de ser sometido a tres cirugías más, su cuerpo y corazón se debilitaron, el error era evidente, pero nadie se hacía responsable del mismo.

Jesús Leonardo, al término de la tercera cirugía, dijo sentirse bien y querer regresar a casa, tal como si algo le avisara que serían sus últimos momentos al lado de sus “chaparritas” como de cariño nombraba a sus hijas.

Fue dado de alta, llegó a casa e intentó disfrutar a su familia, pero su debilidad era tanta, que apenas y pudo cruzar palabra con ellos.

En ese momento, comenzó a presentar una inflamación severa, que orilló a su esposa a llevarlo a una clínica particular de la ciudad para su valoración, desgraciadamente no pudieron hacer nada, el estado de salud del padre de familia iba de mal en peor, la causa, una cirugía mal practicada.

El pasado miércoles ocho, un mes después de su ingreso, cuando de nueva cuenta se mantuvo postrado en terapia intensiva, esta vez sin aquella sonrisa con la que llegó la primera vez, ahora su rostro reflejaba sufrimiento, dolor y tristeza.

Con palabras entrecortadas, le decía a su esposa Edna Pérez que se fueran a casa, que todo sería pasajero, que el dolor desaparecería, que él quería estar al lado de sus hijas.

Fue entonces cuando sobrevino el paro cardíaco que lo llevó a la muerte, sin poder ver a sus hijas, pero sobre todo ante la impotencia de no poder levantar la voz y exigir justicia, pues su estado de salud empeoró desde aquella cirugía mal efectuada.

Aunque el acta de defunción marca muerte por problemas renales, la familia y conocidos saben que la situación es diferente, Limón Elizondo era libre de vicios, su pasión era pasar tiempo libre con su familia, aquella que conformó junto a Edna desde hace ya ocho años.

Misma que se ve destruida y envuelta en tristeza y llanto, recordando, cómo el padre de familia aseguraba estar bien solamente a la espera de aquella cirugía, que hoy le arrebató la vida sin imaginarlo.

“MIS SOBRINAS ESTÁN ENTERADAS DE TODO”

Aunque la edad de las menores, no es la apta para tener conocimiento de los actos que le arrebataron la vida a su padre, la familia de Limón Elizondo quiso explicarles de una manera entendible que su papi ya no estaría presente en los cumpleaños, ya no las llevaría la escuela de la mano y ya no estaría con ellas en casa.

Con una inocencia típica de niños de su edad, las menores parecen no asimilar lo que les explican, pero llevan en su rostro un llanto indiscutible, que les hace sacar el dolor que les provoca no volver a disfrutar de aquel súper héroe, que les prometió regresar a casa luego de la cirugía, aquella que lejos de quitarle un dolor, le quitó la vida.

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